Los Golden State Warriors dejaron escapar una victoria que tenían prácticamente en su mano en Salt Lake City. Una serie de errores consecutivos en los segundos finales hizo a los de Steve Kerr caer por 124-123 ante los Jazz, que se llevaron un triunfo milagroso con el que mantenerse en los puestos de play-in del Oeste. Los de Will Hardy parecían tener todo perdido cuando caían por cuatro puntos a falta de 13 segundos, pero where amazing happens no es un eslogan escogido al azar por la NBA.
Pese a las ausencias de Curry, Wiggins y Green, Golden State había conseguido ponerse el choque muy de cara con un sensacional último cuarto. De la mano de Jordan Poole, el mejor del equipo con 36 tantos, y un sensacional Jonathan Kuminga que anotó en el cuarto periodo 12 de sus 24 puntos, los californianos firmaron un parcial de 13-26 con el que dieron la vuelta al duelo y se colocaron por delante en el último minuto, un último minuto que dio para que pasaran muchas cosas.
Con 119-121 en el electrónico, los Jazz contaban con posesión para empatar y optaron por dar el balón a Jordan Clarkson, que con 22 tantos estaba liderando la anotación local, para que se fabricase una canasta. El escolta, sin embargo, fue taponado por Kuminga, que se quedó el balón en las manos y, dado que quedaban solo 24 segundos, fue objeto de falta por parte del filipino, que le agarró mientras caía al suelo tras su lanzamiento bloqueado. No obstante, el de los Warriors se revolvió y propinó un empujón a Clarkson para que le soltase, lo que generó una pequeña tangana que llevó a los colegiados a revisar la jugada. Y en dicha revisión determinaron, de forma quizás demasiado estricta, que el de los Jazz había contactado de forma innecesaria con la cabeza de Jonathan y señalaron una flagrante de tipo 2 que se saldó con su expulsión.
Esto dio a los Warriors dos tiros libres, de los que el alero anotó solo uno, y posesión, una posesión que elevaría aún más el nivel de caos. Klay Thompson perdió el balón nada más recibir el saque de banda, lo que hizo a Utah lanzarse al contraataque y buscar rápidamente empatar el duelo, pero fue el propio Klay quien taponó el triple de Simone Fontecchio que habría puesto el 122-122 a falta de 15 segundos. Tras el tapón, el balón volvió a quedar en manos de los visitantes, en este caso de Poole, que fue objeto de falta y viajó a la línea de personal para, como Kuminga antes, perdonar uno de los dos intentos.
Fue entonces cuando, con 119-123 y 13 segundos por jugarse, todo terminó de explotar. Tras una jugada de banda bien diseñada por Hardy, los Jazz recobraron la esperanza con un triple de Malik Beasley, y tras el tiempo muerto solicitado por Kerr, los Warriors volvieron a perder el balón en el saque de banda y a regalar a los de Salt Lake City un contraataque. Fontecchio volvió a ser el encargado de recibir, pero esta vez, con solo un punto de diferencia en el marcador, no dudó en atacar el aro y, con un mate en el último segundo, culminar un cierre totalmente loco. Golden State, ya sin tiempos muertos, no pudo ni siquiera buscar un último lanzamiento mientras sonaba la bocina y la fiesta estallaba en el EnergySolutions Arena.
«Me sigue alucinando la resiliencia de este equipo» afirmó Hardy. «Nunca nos echamos atrás ante momentos complicados de partido o cuando tenemos que usar quintetos poco convencionales. Somos un equipo imperfecto, pero tenemos alma. El final de hoy ha sido un buen reflejo de eso».
Fontecchio, que acabó con 18 tantos, se convirtió así en un héroe totalmente inesperado, pues lo cierto es que si se encontraba en pista en ese momento fue seguramente por las molestias que obligaron a Collin Sexton a abandonar el duelo en el último cuarto. El base se unió de esta forma a Markkanen y Conley en la lista de bajas de los Jazz, quienes supieron compensar dichas ausencias para llevarse uno de los triunfos más locos e inesperados de una temporada ya de por sí bastante sorprendente.
(Fotografía de portada: Alex Goodlett/Getty Images)