Anoche se disputó en San Antonio un partido para la historia de la NBA. Dirk Nowitzki jugó en el AT&T Center su último encuentro como profesional, y todos los presentes se encargaron, dentro de sus posibilidades, de hacerlo inolvidable. No era para menos. Al fin y al cabo, era el adiós de una leyenda.
Primero llegó el turno de los Spurs, quienes, antes de comenzar el choque, mostraron un vídeo homenaje en honor al jugador germano. Sus primeros partidos, su MVP en 2006, su anillo en 2011, varias imágenes míticas ante el cuadro de San Antonio… No faltó nada. Dirk no pudo contener las lágrimas, y eso que el choque aún no había comenzado.
Los siguientes en rendir culto al alemán fueron sus propios compañeros, quienes no dejaron de buscarle en todo momento para que se despidiese por todo lo alto. Nowitzki no pudo repetir los 30 puntos que alcanzó el martes en Dallas, pero terminó con un meritorio doble-doble de 20 tantos y 10 rebotes.
Y por último, le llegó el turno a la grada. A falta de menos de 50 segundos, Carlisle le retiró de la cancha, dando lugar a una sonora ovación de todo el pabellón mientras Dirk, ahora con una sonrisa de oreja a oreja, abrazaba uno por uno a todos los integrantes de la plantilla y el staff de los Mavericks. Los aplausos continuaron incluso cuando el encuentro se reanudó, y fueron seguidos por gritos de «MVP».
Como detalle curioso, en la acción previa a su sustitución definitiva Gregg Popovich gritó insistentemente a los suyos que no apretaran excesivamente en su defensa sobre el germano y que le permitiesen tirar cómodamente a canasta. En ese momento, el técnico hablaba en representación de cualquier aficionado del baloncesto, pues no había quien no quisiese ver ese tiro tan reconocible y característico sumar dos puntos por última vez.
Hasta siempre, Dirk.
(Fotografía de portada: Ronald Cortes/Getty Images)