Warriors-Lakers: el cielo y las catacumbas del Oeste

No por presuntamente desequilibrado deja de levantar expectación el Warriors – Lakers de esta noche.

Kobe Bryant, alguien a quien, no solo por trayectoria sino por experiencia, merece la pena oír y, sobre todo, escuchar, advertía ayer que no apostáramos todo al rojo antes de ver el partido. Pues, entendiendo por rojo a los Warriors y por negro a los angelinos y el color de su presente, la NBA está acostumbrada a ver cosas muy raras. Y la ‘Mamba Negra’ (otra rareza única) apuesta esta noche por la honda de David y el derrumbe de Goliat.

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Los Warriors, líderes en casi todo

El equipo que en estos momentos «sobrevive» —a falta de acuñar ‘supravive’— sin su entrenador principal, Steve Kerr, y se maneja bajo la pizarra de Luke Walton, sólo percibe arco iris y confeti a cada trazo de la tiza en el diseño de sus jugadas.

En la madrugada del domingo, con su victoria en Denver, lograban mirar de frente al equipo con mejor inicio de la historia. Hoy, si continúan con la rutina y vecen a los Lakers, empezarán a mirar el récord por encima del hombro. Un descomunal 16-0 a la vuelta de la esquina.

Este arranque demoledor viene acompañado de una cascada de datos que lo avalan. Los Warriors son el equipo con mejor diferencial de puntos encajados y recibidos con una media de +34,5. Su backcourt es el mayor artífice de esto con un +18, y Stephen Curry, quien sino, su adalid, como el jugador más eficiente de la liga con 31,9 puntos de calificación. Su pintura tampoco se queda atrás, pues sólo es superada por la de San Antonio Spurs y mantiene un mano a mano con la de los Cavaliers.

Y todo esto sin contar todavía con el mejor Klay Thompson, quien ha empezado con motor diésel. Hasta el momento es «sólo» el noveno escolta más eficaz, a más de diez puntos del rey de este enclave, James Harden. Pero, ya nos lo decía ayer, Thompson entiende el baloncesto desde una visión más filantrópica. Algo al estilo de Russell Crowe, como nos recordaba entre cervezas, en Una Mente Maravillosa. El sacrificio individual en favor del éxito del grupo.

En el plano individual el base de los Warriors y defensor del MVP de la temporada sigue escalando peldaños por construir y lidera su equipo —y a toda la liga— en anotación con 32,7 puntos de media por encuentro. Esto lo firma con un 51,4% en tiros de campo y un 43,8% desde el arco de tres.

Luego, en el apartado de los rebotes (7,9) y, sorpresivamente, también en el de las asistencias (6,7),  Draymond Green manda en la cancha. Y los demás son todo sintonía, inspiración y entusiasmo.

Los Lakers, el trampantojo

Su ubicación en la Conferencia Oeste es su mejor disfraz esta noche. Agazapados y listos para saltar y dar la sorpresa. Si antes de empezar la temporada nos hubieran cuestionado por un hachazo angelino, lo habríamos visto difícil pero no imposible. La victoria warrior sería lo probable, pero la gesta laker más que asumible. Y es así porque plantilla hay y fondo de armario también.

El problema es que en Los Angeles siguen sin saber a que juegan y Byron Scott compró la versión en arameo del libro de instrucciones. Pero la mezcla cualquier noche de estas fluye, y donde hay calidad puede haber triunfo.

Sin embargo, su trayectoria es desalentadora. Los Lakers son el tercer peor ataque así como la tercera peor defensa de la liga.

En lo singular, mientras Julius Randle, lúgubre rayo de luz, es la referencia en el rebote (8,8) Kobe, en la peor campaña de su carrera, da ejemplo a su equipo en asistencias (3,7) y en anotación (16,3). Lidera en ambas facetas y especialmente preocupante que lo haga en la primera. No porque esta rama no la lidere un base —pues ya ocurre en los Warriors, donde, cosa asombrosa, el mejor pasador es ala-pívot— sino por lo bajísimo del guarismo.

D’Angelo Russell, point guard titular, se siente como un pez en la pecera de un dentista. Encerrado, asustado y sin forma de escapar. Russell no logra huir de la presión que implica ser número 2 del draft y tener que presumir de ello además en Hollywood. Lo más raro es que cumple en anotación (10,4) pero sigue encorsetado en la que se supone mejor virtud; sólo reparte 2,9 asistencias por partido.

El segundo equipo más laureado de la NBA marcha en la retaguardia de su conferencia (2-11), y tanto a sus jóvenes como a los veteranos les está costando horrores encontrar su sitio.

No sería mala noche, de hecho mejor imposible, para abandonar ese apacible valle y comenzar una épica escalada. No sólo por ganar a los vigentes campeones y actuales líderes de la NBA; sino porque pasarían a los anales como aquel equipo perdedor que privó a aquel otro espectacular equipo de alcanzar el inicio más arrollador de la historia.

  • 04:30, hora española, tenemos cita en el Oracle Arena.

 


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