Yao, Iverson y Shaq emocionan y divierten en el Salón de la Fama

El Salón de la Fama estuvo de celebración este viernes. Los 10 miembros admitidos para la clase de 2016 fueron oficialmente presentados en Springfield (Massachusetts) en una ceremonia marcada por la personalidad de tres de los jugadores NBA más importantes de las últimas dos décadas. Yao Ming, Allen Iverson y Shaquille O’Neal aceptaron el máximo honor del mundo del baloncesto con discursos que retrataron a la perfección sus personalidades.

Una montaña agradecida y divertida

«Cuando oí que iba a hablar primero esta noche, pensé que alguien había cometido un error. El primer orador debería ser el gran Allen Iverson. Necesito más entrenamiento que él». Con una divertida referencia al famoso «We’re talking about practice» de Iverson, Yao arrancaba un discurso lleno de agradecimientos, con especial atención a sus años en Houston, y con un sentido de humor muy especial. Tras dar las gracias a otros pívots del pasado como Bill Russell y Bill Walton, Yao se dirigía al presente Dikembe Mutombo: «Te he puesto en último lugar porque eres el más viejo de los tres».

8 veces All-Star, promediando 19,0 puntos y 9,2 rebotes en su carrera NBA antes de retirarse prematuramente en 2011 por problemas físicos. Pero su importancia va mucho más allá de lo hecho en las canchas de la liga. Ahmad Rashad, presentador de la ceremonia, afirmaba que ningún jugador internacional «ha impactado el deporte del baloncesto como esta elegante montaña hecha hombre». El gran embajador del baloncesto NBA en China (y viceversa) dejaba en Springfield un discurso elegante y divertido.

El día más especial de «The Answer»

Más de media hora duró el discurso de Allen Iverson para aceptar su nominación al Salón de la Fama. Quizás por primera vez en su carrera profesional, el MVP de 2000-01 se presentó con chaqueta y corbata. Impecablemente vestido de negro (aunque con unas zapatillas Reebok para no perder la costumbre), Iverson entregaba un discurso emotivo, quedándose en ocasiones al borde de las lágrimas y reconociendo a todas las personalidades que influyeron en su carrera, desde los músicos a los que escuchaba antes de los partidos hasta al gran ídolo contra el que pudo llegar a jugar.

«Quería ser como Mike (Jordan)», explicaba Iverson sobre el seis veces campeón NBA. «Recuerdo la primera vez que jugué contra él. Salí a la cancha y le miré. Y, por primera vez, un ser humano no me parecía real». Sin olvidarse de la afición de Philadelphia, la ex-estrella de los 76ers daba las gracias a quiénes le ayudaron en sus complicados momentos fuera de la cancha. Desde John Thompson, su entrenador en Georgetown, por «salvarle la vida» hasta sus hijos por ser «mi muleta». Su recuerdo a los «tipos que ya no son mis amigos» mostraron también al Iverson venenoso que causaba estragos en cancha. «The Answer» entró en el Salón de la Fama con la personalidad arrolladora que le hizo uno de los jugadores más únicos de la historia.

El festivo cierre de Shaq

Shaquille O’Neal cerró la ceremonia y, como era de esperar, no escatimó bromas ni recados a sus antiguos compañeros y rivales. Por ejemplo, cuando habló de «el gran Kobe Bryant: alguien que me empujó y me ayudó a ganar tres títulos consecutivos. También me ayudaría a ser empujado fuera del equipo y a ser traspasado a Miami». O cuando recordaba el consejo de Rick Barry de lanzar los tiros libres a cuchara: «prefiero ser un terrible lanzador que, en unos 15 minutos, estará en el Salón de la Fama. Así que Rick, gracias, pero no».

4 veces campeón NBA, una vez MVP y quizás el último pívot dominante de la liga, Shaquille O’Neal ha mostrado fuera de la cancha una personalidad tan contundente como peleando dentro de ella. Con bromas dirigidas a todas bandas, desde David Stern hasta el propio Yao Ming, pasando por alguna marca de coches que anunció, O’Neal convirtió su discurso en una actuación cómica que hizo las delicias de los presentes. Un final de risas para una ceremonia que no solo homenajeó a las tres leyendas recientes.

Los demás honrados

Presentado por Phil Jackson y Scottie Pippen, el dueño de los Bulls durante su época dorada de los 90 (y aún al frente de la franquicia) Jerry Reinsdorf entró también en el Salón de la Fama. El propietario quiso quitarse méritos, dejando de forma especial a Jerry Krause, el General Manager que construyó al equipo durante los años de Michael Jordan, como el artífice del éxito de su equipo: «no estaría aquí esta noche sino fuera por Jerry Krause».

Sheryl Swoopes, la primera jugadora que firmó contrato por la WNBA y Tom Izzo, entrenador de la universidad de Michigan State, también estuvieron presentes para aceptar su entrada en el Salón de la Fama. A título póstumo, fueron presentados de forma oficial Zelmo Beaty (jugador), Darell Garretson (árbitro), John McLendon (entrenador) y Cumberland Posey (jugador y primera persona en la historia que entra en los Salones de la Fama de baloncesto y de la MLB de béisbol)


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