Zion: «Si no hubiese tanto en juego, me quedaría otro año en Duke»

Bendito problema, que dirían otros, el de Zion Williamson. Forzado a abandonar la facultad para no arriesgarse a perder el número 1 del Draft y todo lo que ello acarrea (fama, sponsors, la nómina más alta de entre los rookies…); pero así es.

Si por él fuese y no se apretujase entre la espada y la pared… alargaría el ciclo universitario un poco más. Entre tanto mercantilismo deportivo a veces lo olvidamos; pero a estos muchachos de 18-19 años, conforme aceptan entrar en el circuito, se les obliga a ser mucho más adultos y maduros de lo que, por edad, les corresponde ser.

«Vives la experiencia de la Universidad sólo una vez. Amo Duke y, honestamente, no me quiero ir. Si no tuviese tantísimo en juego, probablemente me quedaría otro año más. Pero no puedo», ha confesado Williamson para Slam Online.

«Estar en Duke fue como un sueño hecho realidad para mi. Absolutamente en todos los aspectos. Mirar al banquillo y… ¡Wow! Estás jugando para Coach K!… y él me mira y me dice que estoy hecho para este momento. Mantengo una estupenda relación dentro y fuera de la cancha. Todo ha sido como en una película. Ha sido el mejor año de mi vida. Pero lo cierto es que mi sueño definitivo es la NBA. He estado soñando con eso desde que era un niño y por eso he luchado tanto. Y tengo que cuidar de mi familia. Me recuerdo haciendo el vídeo en el que anunciaba que me declaraba elegible para el Draft, y no queriendo hacer ese vídeo. No quiero dejar esto. Me fascina Duke».

Pequeña reflexión

Testimonio, como mínimo, espectacular. Mientras por un lado del tablero unos pugnan por eliminar de nuevo la regla del one and done (que obliga a los jugadores de instituto a pasar por la Universidad como requisito para acceder al Draft), Zion daría cualquier cosa por seguir viviendo la movida otro año más.

¿Qué es el dinero sino un salvoconducto a cambio de experiencias? ¿Y qué experiencias en la vida hay mejores que esos años locos, ese limbo entre la adolescencia y el bofetón que nos propina una vida adulta casi inesperada, cuando en una pubertad renacida logras impermeabilizarte de todo aquello que lleve el sello de la responsabilidad y la preocupación?

A Zion le aguardan los focos, los súper deportivos y las casas de piscinas de agua salada, cuatro baños y quince habitaciones. Sí. Y también vuelos. Muchos vuelos. Y mucho jet lag. Y un alud rutina. Y una obligación permanente para con los fans. Y con el equipo. Y con los patrocinadores. Y con su contrato. Y con él mismo y su incontrolable hype. Y esa otra juventud, la que se desarrolla entre taquillas y profesores, entre chicas y copas en vasos de plástico…. de ese híbrido entre Dawson’s Creek, Beverly Hills – 90210 y American Pie, se acabó para siempre. Ahora le toca ser el pequeño entre los mayores. Un yogurín de 130 kilos en un mundo de adultos que le exigirá, desde primera hora, comportarse como tal.

Y de no haber una familia detrás y un par de rodillas que aún no sabemos si serán eternas, renunciar a varios de esos millones a cambio de alargar un puñado de meses ese día a día de un chaval de su estatus –en una Universidad donde es el rey pero a la vez es libre–, sería un magnífico precio a pagar.

Fotografía de portada de Grant Halverson/Getty Images)


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