Noviembre de 2017. La jornada número diez de la temporada no le iba a granjear buenas noticias a los SeaHawks de Seattle. Richard Sherman, ganador de una Super Bowl en 2014, sufría una rotura en su tendón de Aquiles, una de las peores lesiones que cualquier atleta, sea cual sea el deporte, puede tener.
Recuperarse de algo tan grave requiere mucho tiempo y esfuerzo; pero sobre todo, paciencia. Y eso es precisamente lo que le intentó aportar Kobe Bryant a Sherman cuando este, recién ingresado en el hospital, recibía la llamada del ex de los Lakers.
«La primera vez que le llamé para ver cómo estaba le dije: ‘¿Estás bien? Quiero asegurarme de que no te estás comportando como un bebé con este tema…», dijo Kobe Bryant en aquella llamada, tal y como recuerda Nick Wagoner en un estupendo reportaje en ESPN.
«Ya teníamos una buena relación previamente. Hablábamos y nos mensajeábamos todo el tiempo», explicó el mismo Sherman. «Me dio algunos puntos clave y cosas que yo necesitaba hacer lo antes posible durante este proceso, con el objetivo de asegurarme de que se aceleraba el proceso de recuperación, así como estar más productivo que reactivo. Creo que esa fue una de las grandes cosas que me ayudaron a superarlo».
Bryant, que también se rompió el Aquiles en 2013 y tuvo que estar casi nueve meses apartado de las canchas, sabe perfectamente cómo es eso de lidiar con tu mente cuando esta va a mil por hora preguntándose por qué te ha pasado a ti eso y por qué no te estás recuperando a la velocidad que te gustaría. Es algo muy complicado y, para Kobe, la clave está en «no mirar la línea de meta. Aún queda lejos. Es como empezar en la base del Everest y ya ponerte a mirar la cima. Es demasiado grande. Así es la lesión en el Aquiles, es muy dura. No te puedes poner a pensar en la línea de meta. Tienes que pensar en el día que tienes por delante hoy. Poner un pie delante del otro, y luego ir a por la siguiente cosa. Al final, el tiempo pasa y tú llegas a la cima de la montaña. Pero has de asegurarte de ir paso a paso».