La gran favorita ha caído a las primeras de cambio en la fase eliminatoria. Serbia acumula otro año más sin título desde su independencia en Montenegro en 2005. Dos décadas de llegar cada verano como una de las principales candidatas para salir tan a menudo con la cabeza gacha. Anoche su verdugo fue la Finlandia de Lauri Markkanen (86-92). Sin embargo, la sensación es de que los balcánicos perdieron contra sus propios fantasmas.
La Finlandia de los secundarios
Lauri Markkanen, la indudable estrella finlandesa, comenzó la noche insinuando que se iba a echar al equipo a la espalda. El de los Utah Jazz enchufó unos cuantos tiros solo al alcance de un jugador de clase mundial. Tras paso atrás, después de recepción mano a mano, recibiendo faltas o del color que se quiera. Repertorio que une a una dureza en las inmediaciones del aro impropia de su finura en otras lides.
Y pese a ello, la gran diferencia del partido la marcaron los secundarios de la selección del norte de Europa. Figuras como las de Miro Little, Mikael Jantunen o Elias Valtonen. Capaces de doblar las tareas de obrero y héroe con pasmosa facilidad durante toda la noche. No había jugador finlandés que pisase la cancha sin pena ni gloria. Enfrente, un equipo en el que solo Nikola Jokic y Nikola Jovic estuvieron a la altura de forma constante.
Finlandia no solo dominó en porcentajes al triple y al tiro libre (a la postre crucial), sino que acribilló a Serbia en los tableros más por arrojo que por tamaño. No es casualidad que su +6 en puntos en segundas oportunidades acabase siendo la ventaja final en el marcador global. Miro Little, un jugador de 1,93m, capturó ocho rebotes. Lo cual sirve como ejemplo perfecto de los pequeños detalles que unos cuidaron y otros dejaron a su suerte.
Un plan contra Jokic
Lassi Tuovi no tuvo un plan defensivo para parar a Jokic más que el de tratar negarle la recepción dentro de lo posible, contactar mucho en los bloqueos y lanzar dobles ayudas que después Serbia no ha sabido penalizar. Donde sí tuvo un plan fue al otro lado. La mayoría de tiros importantes de la victoria finlandesa se produjeron frente a las barbas de la superestrella de los Denver Nuggets. En parte por sus conocidas taras defensivas, que en FIBA es mucho más capaz de camuflar; en parte para sacar beneficios indirectos.
Cuando Svetislav Pesic decidió emparejar a Jokic con Valtonen en defensa, el alero de repente se convirtió en el principal ejecutor exterior de los finlandeses. Lo mismo pasó con Miikka Murinnen, uno de los héroes del encuentro con dos triples en el último cuarto. La idea era que Jokic sudase en defensa para desgastar su gasolina en ataque, pero también sacarle de la zona para desnudar el rebote defensivo serbio. Funcionó a la perfección.
Serbia, un campeón sin cuerpo
Serbia tuvo grandes momentos de juego, defendió con intensidad y, en general, ‘no jugó mal’. Su problema está en otro lado. Y es una inaceptable falta de control de las situaciones para un combinado que aspira a ser campeón. Marko Guduric y su nefasta serie desde el triple en el tramo final ejemplifican este mal.
El conjunto balcánico juega precipitado cuando el partido pide calma, baja revoluciones cuando el contexto pide acelerar y, con Jokic en pista, solo se encuentra cómodo cuando el balón está en sus manos. Guduric tuvo un sentido de la responsabilidad que no le tocaba. Pero realmente podría haber sido cualquier otro, pues no es la primera vez que sucede con Serbia.
Inquieta que los momentos de mayor fluidez ofensiva sucedan sin su gran estrella en cancha. Que los cortes de lado débil, puertas atrás y situaciones de transición desaparezcan cuando Jokic está presente. Especialmente cuando el partido se encamina al tramo final. Erigir a Jokic en gran salvador sin preocuparse de generarle situaciones ventajosas es uno de los grandes males de esta Serbia. Y hoy, cuando de verdad importaba, nadie estuvo a la altura.
Stefan Jovic, Nikola Jovic e incluso Vasiljie Micic tuvieron sus buenos momentos dentro del partido. Pero ninguno de ellos llegaron puntuales como sí llegaron los de los gregarios finlandeses.
Para muestra final, este dato de Sergio Rabinal:
Jugadores destacados
Lauri Markkanen
Hay días que toca ponerse la capa y días que toca echarse a un lado. Y eso lo entendió a la perfección Markkanen anoche, que fue reduciendo su cuota de tiro a cada cuarto que pasaba consciente de que sus compañeros estaban dando un paso adelante. No dejó de sumar con su presencia en los tableros y en defensa, sus visitas a la personal y algún que otro tiro de esos que alivian el alma del grupo. Pero su gran valor estuvo en dejar hacer al resto.
Estadísticas: 29 puntos, 8 rebotes, 4 robos.
Miro Little o Elias Valtonen
Tocado por una varita, Little fue el jugador cuyo rendimiento individual mejor representó el funcionamiento del sistema en una noche como la de ayer. Respondió en cada rol que se le otorgó. Como tirador a pies parados, como generador con bote, como conector de la estructura defensiva o como factor reboteador. Su noche fue completísima y, sin embargo, no tuvo el protagonismo que acabó teniendo Valtonen en los instantes finales.
Hay una secuencia en el tercer cuarto que simboliza a la perfección la confianza con la que jugaron los secundarios finlandeses. Una en la que Valtonen lanza un mal triple que se queda muy corto y rebota en la parte baja del tablero para, recibiendo de nuevo tras rebote ofensivo, no dudar y enchufar el segundo intento limpio. A partir de ahí, el alero se sintió con la potestad de tomar los tiros que más pesan y marcarse un 4 de 5 en tiros de campo durante el último cuarto que se sintió como un yunque en la espalda de los serbios.
Estadísticas: 13 puntos, 8 rebotes, 6 asistencias, 3 robos para Little; 13 puntos (10 en el último cuarto) 4 rebotes para Valtonen.
Nikola Jokic
¿Hasta qué punto son culpa de Jokic los fracasos de Serbia?
El simple hecho de plantear la pregunta puede parecer tremendamente injusto. Sin embargo, algún peso tiene que tener el mejor jugador de un equipo en sus resultados. Lo cierto es que la selección Serbia encadenaba dos muy buenos campeonatos con Mundial (plata, no estuvo Jokic) y Juegos Olímpicos (bronce). De ahí que este fuese el torneo en el que se esperaba terminasen con la maldición. Y si Jokic tuvo un peso innegable en la consecución del bronce olímpico, quizás también toque dárselo en este nuevo batacazo.
Siendo realistas, lo que trasciende de los encuentros de Serbia es que Jokic solo tiene culpa del influjo que tiene en sus compañeros. En la presión añadida de ganar por Serbia y por Jokic. Presión en el peor de los sentidos, de la que agarrota los músculos y encoge las muñecas.
El de los Denver Nuggets volvió a ser un ‘One Man Offense’, una posición siempre incómoda para un jugador que, si fuese por él, dejaría fluir todo a su alrededor. En demasiadas ocasiones el balón acaba en las manos de Jokic sin más plan que verle resolver una posesión tras otra. Lo que desemboca en una nueva noche colosal en lo individual y una nueva decepción en lo colectivo. La pregunta pues, se retuerce. ¿Es Jokic demasiado bueno para los intereses de su propio equipo?
Estadísticas: 33 puntos, 8 rebotes, 3 robos.
(Fotografía de portada de FIBA Eurobasket)