Antes de arrancar la temporada, una de las grandes incertidumbres con respecto a estos Milwaukee Bucks residía en cómo iban a gestionar las ausencias de Giannis Antetokounmpo. No ya los partidos que no disputase, que se tachaban casi como derrotas automáticas, sino incluso los 10 minutos por noche que estuviese en el banquillo. De modo que hoy, cuando 45 minutos antes de comenzar el duelo ante los Warriors se anunció que el griego no jugaría, más de uno ni se molestaría en encender la tele.
Error. De los grandes.
Incluso sin su estrella, los de Doc Rivers se hicieron con una sorprendente victoria por 120-110 ante uno de los mejores equipos del Oeste, dando continuidad a un inicio de curso excepcional. Si en los duelos anteriores se demostró que esta plantilla funciona cuando gira en torno a un Giannis estratosférico, esta madrugada se ha visto que tienen recursos para hacerlo incluso por su cuenta. Porque al parecer, hay otra estrella en ciernes con la que nadie contaba.
Keep on Rollins
Ryan Rollins firmó hace dos días el mejor partido de su carrera al anotar 25 puntos ante los Knicks, una cifra que ha dejado corta solo 48 horas después. Reconvertido casi de la nada en primera espada, el base ha seguido confirmándose como figura emergente y ha salido ganador del cara a cara ante Stephen Curry con 32 tantos y 8 asistencias gracias a sus triples (5/7) y a su incansable agresividad atacando al pintura.
Giannis, en el banquillo, sonreía orgulloso al ver que le ha brotado un socio. Parece que vuelve a haber motivos para querer quedarse en Milwaukee.
GO OFF THEN RYAN ROLLINS! pic.twitter.com/odTyKlAFZV
— Milwaukee Bucks (@Bucks) October 31, 2025
Sin embargo Rollins, aunque estrella de la noche, no fue ni mucho menos el único artífice de un triunfo que tuvo un gran componente coral. Con hasta siete jugadores en dobles dígitos, los locales presumieron de una profundidad de plantilla con la que nadie contaba. La defensa de Turner, los triples de Green y Trent, la generación desde el banquillo de Cole Anthony… Y sobre todo, el hambre y la garra de cada jugador que pisaba la pista para pelear cada posesión y hacer posible un triunfo tan improbable.
Porque siendo justos, este parecía destinado a ser uno de esos encuentros en lo que lo más que podían llevarse los Bucks era una victoria moral. Competir, mantenerse con vida hasta el final y caer con honor sin Antetokounmpo habría sido a priori una buena noche que habría supuesto ya de por sí una demostración de que aquí hay más equipo del que se intuía. ¿Pero ganar? Eso ya es de matrícula de honor.
Tres contra el resto
Fueron curiosamente los Warriors los que parecieron un equipo falto de recursos y de contribución más allá de sus estrellas, que sí firmaron grandes actuaciones. Curry y Butler se combinaron para un total de 50 puntos (27 y 23), y Jonathan Kuminga prolongó su buen momento dando forma a un Big 3 al irse hasta los 24 tantos.
Más allá de eso, no obstante, muy poquito. Cierto es que hubo tramos de muy buena circulación ofensiva y otros en los que la defensa hizo muy difícil para los Bucks crear buenas situaciones, pero eso era lo mínimo exigible. La obligación era hacerlo durante 48 minutos, y ahí los de Kerr fallaron hasta verse con la situación demasiado cuesta arriba como para poder ahorrarse la segunda derrota del curso. Una que no tiene consecuencias dramáticas en la clasificación pero que, por evitable, duele más.
(Fotografía de portada: Benny Sieu-Imagn Images)
 
			




