La NBA tiene estas cosas. Un equipo como Houston Rockets, entre los favoritos para pelear por el anillo, es tan capaz de imponerse en casa de Nikola Jokic como de, horas después, sucumbir para sorpresa de todos en cancha de los Sacramento Kings, colista de la Conferencia Oeste.
Sí, los de Texas tuvieron el triunfo en su mano, pero no estuvieron a su nivel habitual. No atacaron mal, pero por momentos la intensidad desapareció por completo; tanto es así que el propio Ime Udoka explicaba lo ocurrido de la siguiente manera: «Realmente no merecíamos ganar eso… Tengo que hacer un mejor trabajo para motivarlos en los partidos contra oponentes menores».
Sea menor o no, lo cierto es que los de la capital de California se dieron una alegría por 125-124, una que llegó gracias a una excelente jugada de pizarra; y es que con menos de 10 segundos para el final, y estando dos puntos abajo, Doug Christie y su staff diseñaron una jugada que dejó completamente solo en la esquina a Dennis Schroder para que este ejecutase el triple que hacía estallar de júbilo a la afición. He aquí el momento.
Pese a que jugadores y fans estallaron de emoción, la realidad es que posteriormente tuvo el balón en sus manos Kevin Durant para volver a voltear el marcador, pero su lanzamiento no encontró la canasta. El MVP de 2014 finalizó rozando el triple-doble al firmar 24 puntos, 10 rebotes y 8 asistencias, pero no pudo evitar la derrota.
Sacramento, a base de orgullo
A falta de un proyecto deportivo en firme, los Kings al menos parecen dispuestos a hacer del amor propio su mayor arma. Anoche plantaron cara a uno de los mejores equipos de la competición con un Keegan Murray de 26 puntos y otros 27 de DeMar DeRozan. Por ahora no es más que un pequeño oasis en su particular desierto, pero noches así son las que pueden dar un golpe de moral al grupo para al menos pelear al máximo cada noche sobre el parqué.
(Fotografía de Sergio Estrada-Imagn Images)





