Por si nadie era consciente, los Cleveland Cavaliers han estado jugando este inicio de temporada sin su ¿segundo? ¿tercer mejor jugador? Bueno, sin uno de los cuatro componentes que son o han sido All-Star y siguen en edad de serlo. Darius Garland, que jugó los últimos playoffs maltrecho del tobillo, con miedo a parar de moverse porque había momentos en los que dejaba de sentirlo, volverá a jugar este mismo miércoles ante los Philadelphia 76ers.
El base pasó por quirófano tan pronto acabó la temporada, de forma abrupta y antes de lo esperado, para los Cavaliers. La franquicia dijo desde el principio no tener ningún tipo de prisa con su regreso. Y solo era cuestión de tiempo volverle a ver sobre la cancha. Lo que aún no se sabe, aunque es esperable, es si su vuelta se dará con minutos restringidos.
Lo hará ante unos Sixers que han comenzado el curso mucho mejor de lo esperado. Con las ilusiones renovadas de haber encontrado en VJ Edgecombe un pedacito de futuro que creían tenebroso.
Cleveland ha empezado con el pistón bajada con respecto al curso pasado (4-3). En parte por las bajas del propio Garland, Max Strus y las que se han ido dando en estos primeros siete encuentros. En parte porque afrontan una campaña crucial donde se lo juegan todo a partir de abril.
Dicho esto, sumar a Garland debería suponer un desahogo para Donovan Mitchell, que la mayoría de noches se ve emoujado a asumir la carga creativa y anotadora del equipo prácticamente en solitario. El año pasado, el ex de los Utah Jazz dio un paso al lado para dejar hueco a Garland y Mobley en el reparto de responsabilidades ofensivas. De donde nació un ataque abrumador.
(Fotografía de portada de David Richard-Imagn Images)





