Durant e Irving no querían que Kenny Atkinson siguiera en el banquillo de los Nets

Uno de los nominados a misterios sin resolver de la temporada 2019-20 resultaba el gratuito despido de Kenny Atkinson de los Brooklyn Nets. El técnico jefe desde el año 2016 se vio repentinamente sentenciado, despidiéndose de un proyecto de altos vueltos que tenía como objetivo principal el asalto al campeonato de la NBA a partir de la temporada que viene; cuando todas las herramientas estuvieran sanas. Este sábado llegó el despido en lo que pareció un total sinsentido, suprimiendo de cuajo visiones de futuro con el entrenador de Northport al mando. Sin embargo, en las últimas horas nuevos detalles han visto la luz y parece que la medida no resultó tan precipitada o inesperada como parecía en principio. Lo más probable parece ahora que algunas voces importantes dentro del vestuario estuvieran deseando ver rodar la cabeza de Atkinson desde hacía tiempo.

Una de las hipótesis que más fuerza han cogido es la de que Kevin Durant y Kyrie Irving, las estrellas del equipo, este curso lesionados, no tenían una gran conexión con el técnico. El portal The Athletic pudo publicar un artículo en el que anunciaba que en los Nets existía la sensación de que ambos jugadores no tenían interés en jugar para él la temporada que viene.

No es que KD e Irving enviasen un e-mail certificado exigiendo la cabeza de su entrenador, pero sí que la armonía se había perdido. No querían tener que escucharle a partir del próximo mes de septiembre.

Más jugadores de Brooklyn

No solo se trataba de Durant e Irving. Otros jugadores también parecían encontrarse bastante desconectados del mensaje de Atkinson, según añadía la información de Shams Charania y Alex Schiffer en The Athletic.

Otra de esas vacas sagradas que no comulgaban con la doctrina Atkinson podría haber resultado DeAndre Jordan. El pívot llegó a los Nets el pasado verano, igual que KD e Irving, y se encontró con un escenario en el que él no era considerado el titular en su puesto. Sí lo fue Jarrett Allen. Jordan quería y esperaba más minutos cuando aterrizó en Brooklyn y por ello también habría tenido preparada su hoja de reclamaciones contra el entrenador.

Esa situación, con DeAndre saliendo desde el banquillo, ha cambiado desde la salida de Atkinson, con el único partido disputado (ante Chicago) viendo al ex de los Clippers partiendo de inicio en el esquema de Jacques Vaughn. Esa resultó, de hecho, la primera medida oficial del nuevo técnico.

De carácter potente, ideas fijas y con un gran convencimiento personal en lo que hacía, Kenny Atkinson parece que siempre quiso imponer sus doctrinas de juego colaborativo, sin jerarquizar demasiado los sistemas de ataque. Esto podría haber fabricado su tumba, con algunos de los sujetos importantes del vestuario de Brooklyn descontentos por no contar con más protagonismo en las pizarras del jefe.

Reunión post derrota ante Memphis

Continuaba el artículo de The Athletic con que todo saltó por los aires después de la deshonrosa derrota ante Memphis (118-79), el pasado miércoles. Tras el despropósito neoyorquino en la cancha se produjo una reunión, con los nervios apostados en la garganta, en la que muchas voces del vestuario expusieron su opinión. No solo eso, aquella lluvia de ideas de emergencia hizo evidente que existían más grietas de las que se pensaba. Atkinson pidió a todo el mundo que fuera sincero, que expresara su opinión, y los jugadores le instaron a definir mejor los roles dentro de la plantilla. Deseaban que el preparador estructurase mejor el papel de sus jugadores, dando prioridad a los más importantes por encima de los jóvenes.

En aquella reunión, muchos jugadores manifestaron que querían barra libre para miembros importantes del clan, como Spencer Dinwiddie. Querían que los mejores tuvieran mayor prioridad, influencia, dentro de los esquemas; hecho que a su juicio no estaba ocurriendo.

Antes del desastre ante los Grizzlies, la victoria ante Boston, el martes, también había abierto cierto hueco entre los titulares y el entrenador. Decepcionado por la labor de sus hombres de la partida (excepto Caris LeVert, que hizo 51 puntos), Atkinson repartió muchos más minutos entre sus jugadores de banquillo. Terminó ganando el encuentro, salvando una desventaja de 21 puntos.

Decisión de Marks

A partir de aquellos dos flácidos episodios, con el vestuario envalentonado, las fuentes de The Athletic revelan que Atkinson empezó a ser consciente de la situación: se le había escurrido la confianza de gran parte de su alrededor.

Esas mismas fuentes apuntaron que el técnico se mostró muy afectado después de la reunión con sus jugadores. Dolido y consciente de que se le había ido de las manos. Desde que llegara a los Nets (2016), Atkinson siempre quiso aplicar sus propios métodos y habría comunicado a Sean Marks (general manager) que no quería que nadie interfiriese en su trabajo. Ni siquiera los jugadores.

Con semejante motín dentro de casa, Marks se vio las caras con Atkinson el viernes, durante la sesión de entrenamiento del equipo. Ambos mantuvieron una intensa sesión oral. La decisión final del despido no fue tomada hasta ese sábado por la mañana. Resultó el propio Kenny Atkinson quien dijo a Marks que «si me dejáis ir, que sea ahora», quedando todo arreglado de la manera en la que el técnico había solicitado. Sin demoras y de circunstancial mutuo acuerdo.

Sean Marks y los Nets no tuvieron clara la decisión hasta el final, pero el pensamiento de que Durant e Irving no darían la vida por Atkinson pesó demasiado como para mantenerle en el cargo. La decisión adelantó algo que, de no haber ocurrido ahora, se habría producido dentro de unos meses. Resultó vital que no contara con el apoyo del vestuario.

No fue un movimiento sencillo, pues el entrenador posee una gran reputación en la NBA y su labor en Brooklyn estaba muy bien considerada. Marks optó por acelerar lo inevitable y colocar los elementos al gusto de sus jugadores más importantes.

«Algunos veteranos de los Nets ponían en duda que Kenny Atkinson pudiera llevar al equipo a un título», aportaba el portal SNY de acuerdo a algunas fuentes. Ya sabemos, por lo contado en The Athletic, quiénes lideraban ese grupo de escépticas voces veteranas.

De ese modo, la labor de reconstrucción de Kenny Atkinson en los Nets ya es historia. Y quedará para el recuerdo. El técnico cooperó en gran medida para rescatar a un equipo de la más evidente mediocridad y ruina deportiva. No obstante, eso y su buena fama desarrollando jóvenes núcleos no fueron suficientes para considerarle el técnico adecuado en el siguiente nivel de exigencia de Brooklyn. Sencillamente, no contaba con apoyo ni con la confianza de sus jugadores. Y todo fue cociéndose a fuego medio dentro de las últimas semanas. No resultó nada que viniera de repente.

(Fotografía de portada: Al Bello/Getty Images)


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