Jimmy Butler eligió iniciar la temporada jugando con Minnesota Timberwolves pero bajo unas condiciones concretas. Tras pedir el traspaso y mostrar su malestar ante la pasividad de la gerencia a la hora de encontrarle destino, el escolta All-Star decidió mantener su petición a la vez que seguía dando rienda suelta al baloncesto que llevaba dentro. Claro que para que eso ocurriese hubo de llegar a un trato con la franquicia de Minneapolis.
Según informa Marc Stein de The New York Times, Butler alcanzó un acuerdo con los Wolves para limitar su participación en los partidos a 32 minutos por noche. Tal determinación tenía el objetivo de hacerle recuperar el ritmo gradualmente a la vez que le preservaba de posibles lesiones; todo ello coincidiendo con que el propietario, Glen Taylor, le prometía traspasarlo.
Ni una cosa ni la otra se han cumplido hasta el momento. Butler sigue en Minnesota y está promediando 35,6 minutos por partido tras haberse quedado por debajo de los 32 en solo dos ocasiones; es más, llegó a jugar 40 contra Los Angeles Clippers y 43 ante Los Angeles Lakers.
Contrapartida
¿Por qué se han saltado tal ‘norma’? Pues porque una vez en el partido su gen competitivo puede más. Tanto Butler como Thibodeau están de acuerdo en que la opción de ganar un encuentro está por encima de ese tipo de limitaciones, por lo que que está jugando el tiempo que cree oportuno a la vez que traslada la minimización del riesgo de lesiones a otro ámbito, el de los descansos. Según fuentes del citado periodista, los partidos en los que tiene programado un descanso son la consecuencia de no querer mantener la limitación; algo con lo que la franquicia está de acuerdo, ya que una lesión podría en riesgo su próximo traspaso.