La ilusión por la llegada de Phil Jackson a la presidencia de New York Knicks, allá por 2014, se ha ido diluyendo a base de derrotas -nada de playoffs-, decisiones controvertidas -ese contrato a Joakim Noah…-, y disputas con los jugadores -invitación pública a Carmelo para que se marche-.
Han sido palos de ciego cuando se esperaba un aluvión de aciertos, pero al menos quedaba la esperanza de que desde este año, iniciando una reconstrucción de verdad, desde los cimientos, las cosas cambiasen. Nada más lejos de la realidad. Según fuentes de New York Daily News, la gerencia de los neoyorquinos, con PJ a la cabeza, está más centrada en quitarse de encima cualquier culpa que en motivar a sus jugadores o preparar alguna estrategia.
El desencadenante habría sido Kristaps Porzingis. Su adiós al acabar la temporada sin pasar por la oficina del equipo, el hecho de que haya mostrado su descontento por medio de su hermano, y el no haber hablado con nadie de la franquicia en meses, ha dejado al descubierto las carencias de la gerencia de la Gran Manzana, donde ahora vivirían pendientes de salvar sus propios puestos por encima de cualquier otro asunto.
¿Más claro? Una fuente del equipo dice lo siguiente: «La oficina está plenamente en modo supervivencia. Es un completo desastre, así que ahora quieren que parezca que el chico es el problema… De repente no se le puede entrenar y no quiere escuchar. Están intentando cargar la culpa sobre él», expresa en relación al jugador letón.
Piedras contra tejado propio
Lo más preocupante de la situación es que Porzingis, el mayor talento que han tenido en muchos años, parece dirigirse a una pronta salida cuando lo único que tenían que hacer era mantenerle contento. Esto habla muy mal de una gerencia que suma tres años sin encontrar su rumbo y que apunta nuevamente a navegar sin norte.