Todo el mundo tiene posados sus ojos en Philadelphia y Portland, y con razón. Pocas veces se da el caso de tener la certeza de que dos súper estrellas de la NBA como Damian Lillard y James Harden (MVP de 2018) vayan a cambiar de equipo casi al unísono y coincidiendo con los primeros días de la agencia libre –o al menos eso se esperaba–.
Es obvio que tanto 76ers como Trail Blazers querrían resolver la situación cuanto antes, pero por encima de eso está la necesidad de lograr el mejor acuerdo posible; tanto es así que Jake Fischer de Yahoo Sports señala que si algo no tienen en ambas organizaciones es prisa.
Como suele ocurrir en casos similares, el mercado ha sufrido un frenazo mientras se espera a ver qué ocurre con ambos. Miami, equipo favorito para hacerse con Lillard –el propio jugador ha filtrado que es su elección–, ha optado por ‘echar el cierre’ a sus movimientos mientras resuelve el culebrón. En esa línea, ha comunicado a varios agentes libres que no completarán más acuerdos por ahora. Es un riesgo que están dispuestos a correr y que ya tiene consecuencias. Malik Beasley no ha querido esperar y ha firmado con Milwaukee Bucks.
Lo complicado del asunto es que tanto Lillard como Harden tienen elegido su destino. La Barba ha subrayado en rojo a Los Angeles Clippers y estos estarían encantados de recibirle. En esa línea, se apunta a que tanto Kawhi Leonard como Paul George le han hecho saber que les gustaría jugar con él. Y es justo esto, el que haya un socio comercial tan marcado, lo que tiene en tensión a Philadelphia y Portland.
Lejos de mantener una actitud pasiva, ambas organizaciones se están moviendo sin dilación para no verse arrinconadas. El objetivo es lograr el mejor trato en tales circunstancias y evitar que el hecho de que Lillard y Harden hayan elegido les conduzca a un trato desfavorable. Llegados a esto punto, en los dos casos la participación de un tercer equipo podría abrir una rendija por la que cerrar un trato.
Dos apuestas diferentes
Todos en la NBA saben lo que quieren hacer Lillard y Harden, y justo eso dificulta que así ocurra. Por un lado, nadie quiere dar activos a cambio de un jugador que no quiere estar en tu equipo, por lo que eso cierra bastante el círculo. Por otro, los que sí saben que son un destino del gusto de estas estrellas no se ven apretados para dar un paquete mayúsculo a cambio. Y para terminar, los propietarios de los mismos no los quieren soltar si no logran una gran retribución. ¿Condenados a entenderse? Quizás, pero no sin roces por el camino.
Por último, y no menos importante, nos encontramos con el hecho de que son dos apuestas bien diferenciadas. Harden, con un solo año de contrato, se puede entender como lanzar los dados, ver si suena la flauta y, en caso de no ser así, poder retirarte sin comprometer el futuro. Con Lillard es justo lo contrario; son cuatro años de contrato por 216 millones de dólares… Tienes que estar muy seguro para lanzarte. ¿Lo positivo? Si sale bien te aseguras disfrutarlo casi un lustro.
(Fotografía de Ezra Shaw/Getty Images)