Minnesota busca base titular

Una temporada en la NBA es muy, muy larga. Y los planes, las intenciones y las promesas verbales son solo eso: planes, intenciones y promesas.

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Por Enrique Bajo

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Los Chicago Bulls empezaron la temporada con la cadencia de OKC, pero les duró lo que una bombona de nitro en una secuencia de Fast and Furious. Entonces pasaron a ganar partidos a ritmo de Wizards.

Una memecoin en términos de volatilidad que ayer noche puso un parche, venciendo a Charlotte Hornets (129-126), pero muy lejos de ser un torniquete, ya que para cauterizar el desastre hace falta mucho más que un triunfo pírrico ante uno de los rivales más débiles del Este.

Hablamos de que el 6-1 inicial se ha convertido en un 10-14. De líderes de Conferencia a fuera de puestos de play-in y sin visos de volver a entrar. El proyecto que Josh Giddey, Matas Buzelis y Noa Essengue estarían llamados a liderar, tal vez tenga futuro… pero no parece que presente.

Y de ambos, futuro y presente, puede que no forme parte un Coby White al que los Bulls (por causas que luego refrescaremos) acordaron no renovar en verano, convirtiéndolo en expiring y una pieza altamente apetecible a la mínima que la temporada flaquease… como lo está haciendo.

¿Y a qué equipo le vendría magnificamente un base de su categoría, no solo porque van justos en el puesto de ‘1’, sino porque de adquirir al base adecuado, sus opciones en postemporada aumentarían considerablemente? Los Minnesota Timberwolves.

Los mejores años de su carrera por delante

Varios medios e insiders de primera línea (New York Times, Chicago Sun-Times, Marc Stein…) coinciden en que existe un interés real y auténtico de la franquicia afincada en Minneapolis por Coby White, si los Bulls estuviesen realmente abiertos a transferirlo. El guard, que se ha pasado lesionado las primeras semanas del curso, regresó a mediados de noviembre a gran nivel y con restricciones mínimas de minutos.

Los partidos que ha jugado desde su vuelta, de hecho, han logrado frenar (algo) el desastre: 3 triunfos y 5 derrotas. Lo dicho, algo.

Mientras, en lo individual, el jugador de 25 años prolonga la estela de su gran campaña 24-25, con promedios de 22 puntos y 5 asistencias en menos de media hora de juego –los porcentajes, algo por debajo de lo esperado, deberían ir volviendo a estabilizarse–.

El salto de nivel que dio en la 23-24 se confirmó al año siguiente, y fue por ello que White llegó con las ideas muy claras al momento de sentarse con Chicago para hablar de su extensión. No iba a ser barato. Y debido a las especiales reglas que rigen el convenio NBA (derechos Bird, aumentos proporcionalmente topados por el contrato anterior…) y para cobrar lo que él entiende que merece, tanto Bulls como White debían esperar al verano de 2026 para firmar por una cantidad próxima a los 30 millones la temporada.

Pero claro… aún no es verano de 2026… y el dinero no es el único de los incentivos que pueden seducir a un jugador. Un proyecto sólido y ambicioso, es otro. Y más para un White que sólo ha jugado una ronda de playoffs en seis años de carrera.

¿La pieza que les falta?

Ahí es donde entra Minnesota, un conjunto que lleva meses jugando con fuego en el puesto de director de orquesta, peana donde tienen no un problema, sino un problemón. Porque ni Donte DiVincenzo es base, ni Rob Dillingham está maduro, ni Mike Conley –a quien Chris Finch ya dosifica para que llegue vivo a los tramos clave– está para ejercer como tal a tiempo completo y menos con las demandas físicas que exige la postemporada.

Los Timberwolves son un equipo fuerte en defensa, con una pedazo superestrella al frente y listos para competir ya, pero a su vez viven demasiado atados a la genialidad ofensiva semanal de Anthony Edwards (con excepciones como la de anoche).

La falta de un base fiable, capaz de organizar sin restar ritmo y de anotar sin requerir jerarquía absoluta, es uno de los grandes agujeros de una plantilla con el deber generacional de aspirar a algo más que una buena regular season y a morir sin remedio en la orilla de las Finales de Conferencia. Ahí, en esa necesidad, Coby White encaja como un guante.

El problema, entonces, no es deportivo, sino contractual.

Sin certeza de extensión

El base de los Bulls es expiring, cobra 12,8 millones y todo el mundo da por hecho el importante salto salarial de este verano.

Eso lo convierte en lo que los despachos de los Wolves temen: un “rental”. Un alquiler sin certeza ni derecho a compra. Vamos, que el temor de los T-Wolves es negociar y mandar activos a Chicago sin la seguridad de que White prolongue su vínculo con ellos dentro de unos meses llegada la hora de renovar.

A pesar del miedo, y así lo indican las diversas fuentes, Minnesota no oculta sus intenciones y el interés existe. Chicago, por su parte, no quiere regalar a uno de sus activos más valiosos solo porque el calendario apriete. Retener White está en sus planes, pero no tiene la etiqueta de ‘intocable’. Con la oferta adecuada, el traspaso podría llegar.

Esto nos deja, a día de hoy, con la negociación en punto muerto: demasiado caro para los Wolves, demasiado útil para los Bulls. Y como suele ocurrir en estos casos, el tiempo —y la clasificación— decidirán quién acaba teniendo la sartén por el mango.

(Fotografía de portada de David Banks-Imagn Images)

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