Cuán de distinta podría haber sido la historia de los New York Knicks si en el Draft de 2009 hubieran seleccionado a Stephen Curry. Sin embargo, los Golden State Warriors se adelantaron en el citado sorteo y se tuvieron que conformar con Jordan Hill, que posteriormente saldría traspasado a los Houston Rockets en la operación por Tracy McGrady.
«Quería ir a Nueva York y pensé que iría a New York», admitió Curry al podcast All the Smoke. «En la sala verde del Draft pensé: Oh, el octavo lugar y Nueva York puede escogerme», añadió.
«Y luego recibí la llamada del ex general manager de Golden State Warriors, Larry Riley, como diciéndome… Te vamos a seleccionar en el séptimo puesto», explicó.
La vida deportiva de Curry quizás no hubiera sido tan buena en los siempre cuestionados Knicks. Sin embargo, los Warriors han cambiado completamente su historia con su llegada y la de sus compañeros Klay Thompson y Draymond Green. De apenas pisar una vez los playoffs en las 15 temporadas anteriores a ser uno de los más destacados de la competición con 3 anillos de la NBA, dos trofeos MVP y cinco presencias consecutivas en las Finales.
Pero Curry, a sus 31 años y tras toda una vida profesional vistiendo la casaca de Golden State, no quiere ni escuchar hablar de cambios: «No quiero mudarme a ningún lado. Amo la Bahía».
Actualmente se encuentra en la recta final de su recuperación tras sufrir una rotura en la mano que le tendrá alejado de los parquets alrededor de los tres meses. Únicamente ha podido disputar cuatro partidos oficiales con unos promedios de 20,3 puntos, 5 rebotes y 6,5 asistencias en 28 minutos.
(Fotografía de portada: Ezra Shaw/Getty Images)