Scott Foster absorbió gran parte del debate en torno al Game 4 de las finales de la NBA. Ya desde antes de iniciar el partido, las redes sociales se llenaron de bromas a su costa. La mayoría de ellas haciendo alusión a su sobrenombre, The Extender, granjeado por la infundada creencia de que el árbitro beneficia al equipo que va perdiendo en las series de playoffs para alargarlas. Ante esto, la rúbrica de Rick Carlisle.
Pienso que es horrible. Algunas de las cosas que he visto se dicen sobre el arbitraje. Particularmente sobre Scott Foster. Conozco a Scott Foster desde hace 30 años. Es un gran árbitro. Ha hecho un gran trabajo estos playoffs. Le hemos tenido muchas veces en nuestros partidos y el ridículo escrutinio que le están haciendo es terrible, injusto y estúpido.
Lo cierto es que el arbitraje de Foster fue particular. Pero aunque se haya hecho viral la acción de Shai Gilgeous-Alexander por presuntos pasos y falta en ataque, lo cierto es que el árbitro señaló más infracciones contra los Thunder que contra los Pacers. Once para Indiana y 12 para Oklahoma City. Lo que sí es innegable es que su huella en el partido se hizo notar, con un ritmo de juego plomizo merced a revisiones continuas, exceso de faltas señaladas (23 es un número bastante alto para un solo colegiado del trío arbitral) y visitas a la personal.
El magnífico Tom Haberstroh señaló en su última entrada en Substack que el cuarto encuentro fue el más largo de los últimos cuatro años. Sin necesidad de prórroga, la duración del partido se fue a los 169 minutos.
Puestos los datos sobre la mesa, ¿tienen razón las críticas? ¿Acierta Rick Carlisle al defender a Scott Foster?
(Fotografía de portada de Kyle Terada-Imagn Images)
