Ben Simmons, un pequeño lunar entre tanta luz

El halago debilita. Por eso hoy, en plena ola de agasajos y lisonjeo, nos ponemos quisquillosos. Ben Simmons ha salido de tacos con la fuerza con la que Noureddine Morceli encaraba en sus buenos años un sprint. Localizamos, no sin esfuerzo, el lunar del novato.

¿Qué está haciendo el de los 76ers en este primer 1/9 de Liga?

De todo. Absolutamente. Simmons anota (17,8), Simmons rebotea (10,8), Simmons asiste (8) y Simmons roba balones (1,7). Simmons, un rookie desvergonzado que flirtea con el triple-doble casi cada noche y que no está pagando ni el IVA de la factura tras pasarse toda una temporada en blanco. El nuevo ADN Sixer arrastra epigenia del Joker, inyectada en Simmons y también en Joel Embiid a base de bien —lo que no te mata…—.

Asignaturas pendientes

¿Hay algo que no esté haciendo Simmons? Si, tirar de tres. Pero eso ya lo sabíamos. Aquel workout fue un espejismo cruel. Por ahora está comedido. Demasiado pronto para embutirse en camisas de once varas. 0 de 5 lleva.

https://www.youtube.com/watch?v=AphtE5XTCXY

La seguridad del vídeo de arriba, con fecha del pasado verano, no la estamos viendo replicada en lo que va de curso, desconozco si por falta de arrojo y exceso de inteligencia—Simmons, perro fiel del amago y penetración—. Pero peor es que esa falta de firmeza en su muñeca se agrava aún más conforme nos acercamos a la canasta y empiezan a constreñirse tanto el reloj como el marcador. Nos referimos a dos cosas distintas que terminan por cruzarse: el tiro libre y el clutch.

Ayer, hacíamos mención a la mala racha que está sufriendo Russell Wetbrook desde la línea de personal. Pero solo es eso; una mala racha. Nueve años de fiabilidad avalan nuestra calma.

Simmons, por su parte, es nuevo en el mundillo. Un recién llegado al que, sin embargo, le antecedía una fama; y en este caso no de las buenas. El all around player australiano tiene un problema severo con el tiro. Y no sólo con el tiro tras bote, en catch&shot o en transición: también con el realizado en estático y sin ningún punteo.

Simmons aterrizó en la NBA como un número 1 del Draft que no se fiaba de sí mismo en los instantes críticos de partido. Eso, en un jugador destinado acapararlo todo —focos, miradas, protagonismo, y toma de decisiones en momentos calientes—, puede convertirse en un problema.

Una rémora univesitaria

Este gif que os mostramos es un sólo ejemplo de una situación que se repitió sucesivas veces, en su único año college en la universidad de LSU. Partido igualado y último reloj de posesión; Simmons dirige el ataque:

Hasta en dos ocasiones se desembaraza del balón para no ser él quien lance el tiro definitivo. El primer pase es un perfecto ejemplo de su IQ y de su generosidad con el balón; el segundo, una clara muestra de desconfianza y miedo en su tiro de media distancia.

Simmons conoce sus virtudes y las explota; también conoce sus defectos, y hasta ahora ha tratado de enmascararlos lo mejor posible. Quizás no era del todo consciente de que en la NBA, sin haber tenido apenas tiempo para abrocharse las zapatillas, iban a exigirle tan alta dosis de resolución y cuasi-perfección.

Simmons se ha convertido en objeto predilecto de análisis, y hemos querido sumarnos, situando la lupa sobre sus estadísticas avanzadas. Concretamente sobre las del clutch.

El término clutch vive acotado, estadísticamente hablando, a la siguiente definición:  «During the 4th quarter or overtime, with less than five minutes remaining, and neither team ahead by more than five points».

Traducción: «Durante el último cuarto o en la prórroga, restando menos de cinco minutos y ninguno de ambos equipos con una ventaja superior a los cinco puntos».

El tiro libre: peana infernal

Bien, pues encorsetamos al base/alero de los Sixers bajo este parámetro y nos fijamos en el que ha sido su impacto desde el tiro libre hasta el partido de ayer ante los Jazz:

Comprobamos que su incidencia desde la personal en momentos determinantes, es muy elevado: Simmons lanza, con la luz del clutch encendida —17 minutos en lo que va de temporada—, nada menos que el 71’4 por ciento de los tiros libres de su equipo. Algo que no beneficia en nada a sus intereses, pues el de Melbourne puede ser considerado, junto con Andre Roberson, jugador de los Thunder, como el alero más sufrido en el tiro de un punto de toda la NBA.

Tras ocho partidos de temporada, Simmons promedia un 60,4% desde la personal. En números enteros, ha encestado 32 de 53 tiros libres, acudiendo una media de 6,5 veces por noche a la fatídica horizontal blanca.

Quizás aún es pronto para darle al rookie un puesto de becario en el Consejo de Administración de Gepetto Brothers, pero su mecánica no deja indiferente. La antítesis de la fluidez.

https://www.youtube.com/watch?v=jOok-sltFTQ

Muñeca de onagro la del forward que ha puesto en compromiso la victoria de los suyos en más de algún partido en lo que va de campaña. Por fortuna y hasta el momento, todo se ha quedado en sustos que no han trascendido en el casillero de victorias/derrotas.

RivalTiempo restanteMarcadorTiros libres
Wizards02:06108-115 (perdiendo)0/2
Wizards01:44109-115 (perdiendo)1/2
Rockets00:58110-1050/2
Rockets00:37111-1051/2
Pistons02:2592-861/2

Hack «voluntario»

En el verano de 2016, la NBA implementaba una norma de gran calado y relevancia. Introducía algunas modificaciones en la forma de arbitrar los dos últimos minutos de cada encuentro. Entre esas reformas, estaba la nueva regla anti-hack. Por ella, si se hacía una falta deliberada a un jugador que no tenía el balón en su poder, se castigaba con un tiro libre y con la posesión para el equipo que recibía la falta. Se daba carpetazo así, a esos finales eternos y tortuosos, y mártires habituales como DeAndre Jordan o Andre Drummond respiran, desde entonces, algo más tranquilos.

De los hechos datados en la tabla de arriba, vemos que hasta tres entrarían dentro de esa restricción de los dos minutos finales. Esto nos conduce a dos conclusiones. Primera y positiva: que Simmons no se esconde. Brett Brown lo mantiene el pista y el joven jugador responde con imberbes galones, pidiendo el balón y dirigiendo, como en cualquier otro tramo del partido, el ataque de su equipo. De hecho, las estadísticas nos soplan también que, además de los tiros libres, Simmons también yerra algunos pases y falla varios tiros en estos minutos clave; una muestra más de ya no huye de su fantasma, como hiciera como estrella de LSU, y desembarca en la NBA dispuesto a cargar con todo el peso de su fama.

Fortalezas

Y a pesar de lo dicho y escrito, no parece que nadie vaya a provocarle ni las más mínimas cosquillas. Si todo sigue como hasta ahora —y por más buen papel que estén haciendo Kuzma, Mitchell, Smith Jr. o Fox— el Rookie del Año será suya casi por consenso. Esto es porque su IQ opera también a nivel global. Simmons exprime sus fortalezas, cáscara incluida: en Basketball-Reference verificamos que el 96% de los tiros que realiza son de dos puntos, escupiendo más del 40 por ciento de ellos a menos de un metro de la canasta. Entradas, bandejas y finger rolls; ahí Simmons es imparable. 17 mates lleva además: el 11,3 por ciento de todo lo que anota.

Decía el ex futbolista francés Williams Gallas, que una de las claves del éxito competitivo es la de ‘trabajar en tus debilidades hasta convertirlas en fortalezas’.

A sus 21 años, Ben Simmons es un mal lanzador de tiros libres. Pero más importante que eso es saber que es un jugador valiente que no se arredra ante los retos personales. Con esta actitud solo hay un corolario posible: sus porcentajes, sin duda, acabarán mejorando. Y entonces, en esta web, ya no sabremos qué otro lunar le podremos buscar.

*Datos obtenidos de NBA.com, Basketball-Reference y ESPN Stats

 


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