La NBA y su batalla a caballo de los nuevos tiempos

Hace poco, la NBA anunciaba una novedad en su plataforma de visualización de partidos de cara a los inminentes playoffs. La criatura recibe el nombre de NBA Bet y se trata de un portal de apuestas oficial operado por BetMGM, una conocida casa de juego en Estados Unidos. No solo eso, sino que la nueva incorporación contará con un programa de emisión exclusiva en NBA TV que tendrá las apuestas como tema central. Las distribuidoras de televisión Turner Sports, Bleacher Report, Yahoo Sports y Action Network serán colaboradores centrales del proyecto.

Así, la liga se ahorra intermediarios y facilita este tipo de actividades metiéndolas de lleno en sus aplicaciones móviles y páginas web oficiales. El movimiento es parte de las tendencias a las que se ha abierto el deporte norteamericano desde hace unos años. Especialmente desde que en 2018 el Tribunal Supremo aprobase la legalidad de las apuestas deportivas en la totalidad del territorio estadounidense.

Desde entonces, la NBA ha hecho de las apuestas en directo una forma más de consumir partidos de baloncesto, mostrándose como la liga americana más agresiva a este respecto. Scott Kaufman-Ross contaba a ESPN que «siempre hemos dicho que las apuestas deben ser una experiencia optativa. Creando NBA Bet, estamos formando un entorno donde ofrecer este contenido a los que estén interesados, no presionamos a los aficionados que no lo estén».

Adam Silver y su entorno ya llevan tiempo con la mosca detrás de la oreja con respecto a las formas de consumo de su producto y la caída de sus audiencias. Sospechas que se han recrudecido por culpa del destrozo que supuso la temporada 2020-21 de cara a la planificación inmediata de la liga. Pandemia aparte.

Una tormenta de ideas con un claro ojo del huracán

La puesta a punto de NBA Bet es otra más de las incesantes proposiciones que surgen del seno de la competición a causa de la emergencia que rodea los despachos de los directivos que la organizan. El alarmante estado de las cosas encuentra su epicentro en tres puntos clave:

  • Consecuencias económicas de la pandemia
  • Expansión internacional derivada del caso con China
  • Cambios en la forma de consumo del público joven

Los dos primeros suponen un duro golpe para las cuentas de la NBA y su capacidad de actuación, pues los recursos de los que se dispone deben ir dirigidos prioritariamente a mitigarlos. Sin embargo, realidades factuales cuyo impacto, por devastador que sea, es relativamente sencillo poner sobre un papel. Por el contrario, el tercero se trata de una revolución cultural difícil de cuantificar y enfrentar por lo imprevisible de las tendencias de consumo. Especialmente el audiovisual.

La era de la imagen supone un choque de intereses para la NBA. La mejor liga de baloncesto del mundo encuentra en el highlight, simultáneamente, una fortaleza sobre la que construir y una forma de consumo de la que huir. Se trata de un fenómeno que preocupa a todos los deportes, pero, por su naturaleza, cualquier cosa que ocurra sobre una cancha NBA tiene mayor capacidad de dar la vuelta al mundo en un suspiro que el resto de ligas deportivas del planeta.

Esto hace que, pese a ser la tercera gran liga estadounidense con más espectadores, su notoriedad global la sitúe bastante por encima de la MLB, cuyas cifras de audiencia son las más equiparables en Norteamérica. El problema, es que Disney o Turner no solo compran tweets. Compran, más que cualquier otra cosa, partidos de baloncesto. Y las audiencias que reciben estos pasan por cifras históricamente malas salvando contadas excepciones.

Oportunidades de mercado y saltos al vacío

Ante dicha tesitura, la propia liga se encuentra inmersa en un proceso de brainstorming con el fin de aprovechar oportunidades ya existentes en el mercado o dar un golpe sobre la mesa que les otorgue poder de negociación de cara a la firma del próximo convenio televisivo.

Una muestra de lo primero sería el mencionado NBA Bet o el ya afamado NBA Top Shot. Este último se trata de un mercado online de highlights que funcionan a modo de non profitable tokens (NFT). Para simplificar, son cromos digitales en los que en vez de la foto de un jugador, se reproduce una jugada destacada —en nbamaniacs ya hemos hablado de este fenómeno—. Irónicamente, la puesta a punto de esta tienda viene a aprovechar una de las preocupaciones de la liga, convirtiendo la incertidumbre que genera la explotación de los formatos de vídeo ultra condensados en un valor monetizable.

Pero, una vez más, aunque las oportunidades de mercado sirvan de salvavidas ocasional y redondeen la ‘experiencia NBA’, Adam SIlver necesita hacer su producto más atractivo. Y su producto ahora mismo consta de 82 partidos por equipo de liga regular, 4 de play-in y otros tantos de playoffs. No es casualidad que la liga haya sido tan decidida con la inclusión de este minitorneo de acceso a postemporada que hace de aperitivo para el primer plato. El play-in ha llegado para quedarse porque los más de cinco millones de espectadores en directo que congregó el enfrentamiento entre Lakers y Warriors son oxígeno para las arcas.

El último en llegar

Seguramente, con idéntica idea en la cabeza han resucitado los rumores sobre la introducción de un torneo a mitad de temporada. Según ha comentado alguna vez el propio Silver, el formato estaría inspirado en competiciones coperas del fútbol europeo como la FA Cup. La competición consistiría en utilizar una serie de partidos de liga regular disputados entre Acción de Gracias y Navidades —días en los que el calendario de la NFL eclipsa totalmente al resto de deportes— para alimentar un pequeño torneo eliminatorio de ocho equipos y partido único en otro punto del año.

Dicha idea había sido apartada, pero el éxito del play-in la ha traído de vuelta, y ahora el comisionado Silver cuenta con el respaldo de los que no confiaban en su última y fructífera invención.

La inclusión del play-in ya ha transformado totalmente la temporada regular. Y la llegada de un hipotético torneo a mitad de la misma supondría otra mutación mayúscula del formato de competición. Mucho más que la experimentada con la ampliación de todas las series a siete partidos o las últimas expansiones de la NBA. Quizás hablemos de dos de los mayores cambios conceptuales en la historia de la competición, y la previsión es que sucedan en un espacio de tiempo muy corto.

Escepticismo patrio

La prensa y público general estadounidense mira con recelo a los nuevos formatos. Extraña que el deporte norteamericano pretenda comulgar con tradiciones más típicas del viejo continente. El habitual miedo al cambio resulta lógico, dado que el acierto con el play-in no implica de ninguna manera que los futuros cambios terminen deviniendo en éxitos asegurados.

Pese a todo, es admirable la ambición demostrada por la NBA, descubriéndose como la más agresiva de las grandes ligas estadounidenses a este respecto. Entre estas, es la única que aspira a ser consumida por un público realmente global, lo cual empuja este carácter intrépido. La duda puede revolotear ante las incesantes variaciones que surgen a la hora de acercarse a la NBA. Sobre todo a este lado del charco se fruncirá el ceño con cosas como NBA Bet o Top Shot. Pero deben verse como meros envoltorios que logren masificar los beneficios del gran paquete.

De cara a la firma del nuevo contrato televisivo en 2025, la liga se encuentra en un escenario idóneo para asumir riesgos controlados que puedan revertir el impacto negativo de los aciagos últimos 18 meses. La avalancha de cambios puede percibirse como muestra de nerviosismo, pero su impacto real solo se podrá analizar pasado el tiempo. A grandes males, grandes remedios.

(Fotografía de portada de Ronald Martinez/Getty Images)


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