Devin Booker se niega a culpar a la máscara por su actuación

Como viene siendo costumbre, ayer Los Angeles Clippers ganaron el tercer partido de una serie que hace 24 horas marchaba 2-0 para los Suns. Uno de los protagonistas del encuentro fue Devin Booker, aunque en sentido negativo. El escolta se quedó en tan solo 15 puntos con un 5 de 21 en su serie de tiro, la cual comenzó con seis fallos consecutivos. La incomodidad mostrada por el voraz anotador de Phoenix podría asociarse a la mascarilla quirúrgica que se vio obligado a lucir después de su choque con Beverly en el segundo encuentro. Booker prefería olvidarse de su rotura de nariz. «La nariz está bien. Solo hemos perdido el partido».

A pesar de evitar poner gasas en el asunto, los informes médicos apuntaban en otra dirección. El jugador tendría que haberse enfrentado a un proceso para el que se suele recurrir a la anestesia, pero esto fue imposible por el inminente vuelo que llevaría a los Suns desde Arizona a Los Angeles un par de horas después. Esto significa que a Booker le tuvieron que hacer el apaño en frío, con el dolor que conlleva. «Fue la peor parte». El escolta ya tuvo que implorar al cuerpo médico que le dejase jugar lo que restaba de segundo partido cuando sufrió el percance y su cara quedó desfigurada.

Lo cierto es que, pese al gran partido de los Clippers, el encuentro fue más accidentado de lo normal para los de Monty Williams. A la situación de Booker hay que sumar la falta de ritmo con la que reapareció Chris Paul y la torcedura de tobillo que sufrió Cameron Payne apenas pisó la cancha. Nada de lo que se lamentase ningún jugador del equipo. «Tiene la máscara, está bien. No somos uno de esos equipos que vaya a poner excusas. Hay que darle su crédito a los Clippers».

El propio enmascarado aprovechó para tejer comparaciones con ‘Rip’ Hamilton, el cual «es mi jugador favorito de todos los tiempos» aseguraba el propio Booker. «He hablado con él en otras ocasiones, y creo que esta es la excusa perfecta para volverle a pedir consejo». Mientras veía en la máscara una especie de superpoder, «se sentía más cómodo bajo el aro. Tenía protección extra». Apuntaba a Beverly como el gran protagonista de su calvario en el tiro «me ha denegado y limitado mucho mis contactos [con el balón]».

(Fotografía de portada de Harry How/Getty Images)


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