La cara oculta de los atractivos Memphis Grizzlies

Existe una broma recurrente en el debate NBA, al menos en el que tiene lugar en España, sobre quién entrena a los Memphis Grizzlies. Se dice con sorna que Taylor Jenkins es prácticamente irreconocible, que cuesta hacer una imagen mental de su cara y que enlazar su nombre a su rostro resulta tarea imposible para el aficionado medio al baloncesto norteamericano. Seguramente esta percepción esté cambiando con la irrupción meteórica de su equipo, pero Jenkins sigue perteneciendo a un perfil bajo que le hace pasar desapercibido entre los Morant, Banes, Jackson Jr. y compañía. Pero incluso teniendo en cuenta la poca notoriedad que atrae el técnico jefe del equipo revelación de la temporada, hay otro pilar en la franquicia de Tennessee que pasa aún más por debajo del radar. Zach Kleiman lleva desde 2015 operando en las oficinas de los Grizzlies, pasando a ser general manager durante el curso 2018-19. Es decir, que fue heredero de la época más gloriosa de la historia de la organización. Dicho ascenso se da durante una etapa turbulenta. Memphis iba camino de encadenar su segunda temporada consecutiva sin pisar playoffs después de sufrir el golpe de las lesiones y la marcha y erosión de sus piezas más veteranas.