En los Detroit Pistons todo está en duda. Todo excepto Cade Cunningham. La franquicia solo tiene una cosa clara después de firmar la peor temporada de su historia. Y es que el base es el talento sobre el que construir todo lo demás. El joven acaba de firmar su extensión rookie por el contrato máximo, que parte de los 224 millones de dólares por cinco años pero que puede alcanzar los 269 en caso de que Cade sea All-NBA en el próximo año.
Cunningham está a punto de comenzar su cuarto curso en la NBA, aunque se perdió casi todo su año sophomore por lesión. El ex de la Universidad de Oklahoma State ha protagonizado un curso notable en lo individual. Promediando 22,7 puntos, 4,3 rebotes y 7,5 asistencias. Y, sobre todo, siendo el faro de unos Pistons perdidos. Solo Jalen Duren parece haber cumplido expectativas a su lado.
Una de las misiones de Trajan Langdon, presidente de operaciones recién llegado, es maximizar a su estrella. Especialmente a través de tiradores que le faciliten la creación gracias al espacio que le puedan proveer. Detroit fue el cuarto equipo que menos triples lanzó por encuentro la pasada campaña y los quintos con peor porcentaje. Contexto que realza el valor de las cifras individuales de Cade.
Langdon ha cerrado las llegadas de Tim Hardaway Jr, Malik Beasley y Tobias Harris. Todos ellos tiradores de volumen por encima del 36% de acierto en el triple duran te su carrera. Esto, aunque no acabe siendo un salto evidente, sí plantea un escenario más cómodo para Cunningham. Una tendencia desconocida para un número uno del Draft que conocerá a su tercer nuevo entrenador en el cuarto año de trayectoria profesional.
(Fotografía de portada de Michael Reaves/Getty Images)
