De villano a héroe.
Bueno, quizás eso sea exagerar. Pero es que la grada, que estaba asistiendo a un partidazo con hasta 25 cambios de liderazgo y en el que ningún equipo logró una ventaja de más de seis puntos, se iba a volver a sus casas sin poder presumir de haber visto el garantizado ‘duelo de titanes’.
Porque los titanes, Ja Morant y Anthony Edwards, iban con un 4 de 16 uno, y con un 3 de 13 el otro.
El dominio fue de ‘los otros’
Edwards, que llegaba a la cita como uno de los mejores triplistas del momento (43% en diez intentos), se iba con un rosco de 0 de 5.
El escolta había sufrido un partido de perros, excelentemente defendido por el novato Jaylen Wells, que le condujo a la desesperación, a seis pérdidas de balón y a anotar sólo 15 tantos, con cuatro de sus compañeros encestando más que él (sensacional Donte DiVinzenzo, con 27 puntos, 10 rebotes y 6 de 11 en triples… ¡qué bien le está sentando su vuelta a la titularidad!).
Lo de Morant estaba escribiéndose como un guión paralelo a Edwards: cinco pérdidas, ocho puntos, 0 de 4 en triples, y salvado por el derroche de Jaren Jackson Jr. (33 puntos) y Desmond Bane (21).
Redención en 60 segundos
Pero hay una cualidad que personifica a este par de, ayer, negados. Su tozudez competitiva. Son de los que no se arrugan y no dejan de intentarlo incluso cuando la diosa fortuna les ha dado la espalda.
Y lo más importante: aún quedaba un minuto de partido, y la victoria por decidir.
Primero retó a Rudy Gobert en el aire como quien reta a Luke Ridnour. El cuatro veces Defensor del Año no disuadió al base, confianza ciega en su poder atlético, de saltar directo hacia (y contra) él, y le venció en el pulso infinitesimal de ‘quien aguanta más’ antes de soltar el balón.
Empate a 124.
Entonces, Julius Randle (autor de 18 puntos) perdía otro balón (cuarto de la noche), y los Memphis Grizzlies iban a disponer de la posesión para ponerse por delante.
Morant –confianza ciega 2.0– movió el joystick en círculo para sortear la defensa de Edwards que apuró el punteo hasta el final, y clavó un canastón en forma de ‘bombita’.
…¡¡Jugón!!
Pudo haber réplica
Edwards lo tuvo. El triple ganador. Pero en una reducción de lo que fue toda su noche, Clarke no picó en el pump fake y alargó el brazo incomodando tanto el tiro del shooting guard, que éste no tocó ni el hierro.
Tristeza local por la derrota pero que, con el tiempo, contarán como uno de esos ‘wild endings’ que tuvieron la suerte de vivir en las entrañas del Target Center.
(Fotografía de portada de Jesse Johnson-Imagn Images)