Los New York Knicks han dado inicio de las Finales del Este de forma bastante dolorosa. Tras una serie ante los Celtics plagada de remontadas, los de Tom Thibodeau probaron de su propia medicina y dejaron escapar un partido que tenían prácticamente ganado pero en el que fueron presa de una nueva heroicidad de los Pacers. Una situación que ha hecho al vestuario entonar el mea culpa.
«Defensivamente, nos dejamos ir. Nuestra intensidad física desapareció» afirmó Josh Hart. «Y en ataque, empezamos a jugar mucho más lento y estático. Fue como si estuviéramos jugando para no perder».
«Hicimos muchas cosas bien y nos pusimos en una buena posición para ganar. Jugamos unos muy buenos 46 minutos» comentó por su parte Karl-Anthony Towns, que sin embargo también tuvo un toque de autocrítica. «Pero en esos dos minutos perdimos el partido. Y eso es culpa nuestra».
Es cierto que hubo varias situaciones que los locales pudieron manejar mejor, especialmente en el último minuto. Las prisas de Brunson con los pases casi suponen una pérdida en su propio campo y acabaron costándole una poco después, y tanto Towns como Anunoby fallaron tiros libres que habrían ayudado a matar el partido, dando vida a un rival al que no puedes concederle nada.
Aun así, es difícil culpar plenamente a los Knicks, que fueron en parte víctimas de una maldición. Varios de los triples de Nesmith que acercaron a Indiana en el marcador fueron lanzamientos muy complicados que estadísticamente no deberían haber dado lugar a cinco triples consecutivos, y el último tiro de Haliburton acabó entrando tras rebotar en el aro y volar varios metros. A veces en un partido hay cosas simplemente incontrolables. Y hoy cayeron del lado visitante.
(Fotografía de portada: Brad Penner-Imagn Images)