5 Razones para un JaVale McGee titular en el All-Star

A estas alturas del guión, doy por hecho que todos los aquí reunidos, lectores y redactores, tenemos más que asumida la candidatura de JaVale McGee al All-Star Game como una causa justa.

Actual bicampeón de la NBA con los Warriors, McGee está cosiendo en la franquicia púrpura y con letras doradas la que está siendo, de largo, la mejor temporada de su sin igual carrera. Tras una década de picos y baches, se ha destapado por fin como eje fundamental en unos Lakers que son 4º del Oeste, a tan solo tres partidos del líder.

Y hoy por hoy, resulta imposible entender el éxito del conjunto de Luke Walton sin la espigada presencia en su quinteto del bueno de JaVale.

¡Prejuicios fuera!

Pero antes de continuar la lectura debo pedirte a ti, lector precavido y receloso, algunos imprescindibles. Es necesario para que esto funcione y disfrutemos, así, de un intercambio sano y bidireccional. Como cuando aceptas las cookies en actorreflejo o metes un nuevo cartón de leche en el frigo tras apurar el culillo del anterior.

Olvídate de my boooy! Olvidaos todos de O’Neal y su Shaqtin A Fool. Olvidaos del hazmerreír, del gafe, del patoso, del cenizo…

¿Ya? Perfecto. Ahora —sé que pido mucho— agarra toda la sorna, el cinismo y esas cejas que se sostienen en perplejidad, isométricas, desde que leíste el titular e hiciste click. Relaja las terceras, despréndete de las otras dos y dejáselas al chico del ropero.

‘Peticiones’ LeBron

Ahora, liberado, lee las palabras del reclutador, pronunciadas justo después de una de las decisiones más mediáticas de siempre. LeBron James, tras firmar por Los Angeles Lakers, sabía que, como cortaviento ante el small ball, necesitaba un pívot de altura. Y lo pidió, específicamente, a él.

«Jugué contra él en las dos pasadas Finales de la NBA, y le quería en mi equipo porque sé lo que es capaz de aportar. Su nivel de energía, su habilidad junto al aro y su capacidad para protegerlo. Si no tienes algo así en tu equipo, no vas a llegar muy lejos. Necesitas gente con un alto IQ, lo cuál él lo tiene. Eso es por lo que quería que JaVale fuese parte de esto».

Ya sí; podemos continuar. Por un JaVale McGee titular en el All-Star, decía. Cinco razones y una intro.

Ganar e impactar

La intro no es más que un simple recordatorio. Aquello que todo profano (y entendido) debe tener en cuenta si se dispone a votar con seriedad. Para seleccionar a cualquier jugador hay ponderar dos contextos o escenarios. El rendimiento individual del jugador en cuestión, y la de su equipo a colación. Números singulares así como colectivos. Ambos. Siamés no disociable.

El All-Star Game no es (o no debe ser) una secta de chupópteros e hinchaestadísticas. Ni de madarineros a domicilio. Ni siquiera de coleccionistas de triples-dobles que a nadie, excepto al boxscore de uno mismo, le hacen gozar.

El All-Star tiene la obligación de ser la antesala en fase de grupos del posterior debate al MVP. Aquí ir de jugón ya no basta. El talento debe ir encauzado y dirigido a una sola meta. La única que da sentido al tanking y justifica la hiperinflación del Draft. Ganar. El All-Star (re)quiere ganadores.

1. Ganar

Y con McGee, los hechos son irrefutables. Cuando él está, los Lakers ganan más del 62% de lo que juegan. Sin él, pierden el 60%.

Sin él, para tenerlo aún más claro, su porcentaje de victorias sería del 40%… solo por delante de los Phoenix Suns. De cuartos a penúltimos.

2. Impactar

Este dato anterior, no obstante, sería relativamente sencillo de manipular. Jugadores de uso residual que simplemente están en el lugar preciso en el partido adecuado. ¿Os acordáis de aquello de Talismán Claver?

Pues no es el caso. JaVale McGee nunca fue All-Star en ninguno de sus dos títulos con los Warriors, porque su tiempo de juego, aunque satisfactorio, siempre fue limitado. Menos de diez minutos por encuentro. Ahora su situación ha dado un vuelco. De jugador de rotación a titular intocable. 29 partidos, 29 saltos iniciales, y 23,5 minutos de media.

En julio de 2012, cuando apuntaba a convertirse en un pívot de época merced a unas cualidades físicas colosales, los Wizards le firmaban su primer gran contrato (4 años y 44 millones de dólares). Justo después, con su traspaso a Denver, vinieron las lesiones y el largo desplome.

Aquel contrato, no obstante, no había sido si no el resultado de dos cursos de lo más prometedores. En ambos por encima de los 25 minutos de promedio (27,8 y 25,2).

Pues bien, esta temporada, y sin necesidad de aplicar ningún parámetro de equivalencia o redondeo —ni el de los 36/48 minutos ni el de las 100 posesiones— McGee promedia más puntos, asistencias, robos y tapones que en cualquiera de esas dos campañas; jugando menos. Su eficiencia y productividad se han disparado (luego ahondaremos más en esto).

El resultado es patente, tanto en impacto (individual) como en aporte (colectivo). Si McGee come, los Lakers se retroalimentan.

3. Mucho más de lo que aparenta (ba)

Cuando nuestro center fue escogido por los Washington Wizards en el puesto 18º del Draft 2008, estos lo hicieron cautivados por un jugador que poseía todas las virtudes que se le exigen hoy en día al pívot moderno –amplio rango defensivo, tiro en mid/long range, ciertas dotes como generador…–. Pero tan pronto entró en la NBA, víctima de los estereotipos, se le encorsetó en apenas dos labores: poner buenas pantallas y cazar rebotes. Toda su versatilidad, bastante inaudita en los siete pies de entonces, por el tubo del desagüe.

Ahora, en el ecosistema adecuado, su ‘viejo yo’ vuelve tímidamente a renacer. El aficionado, por fin, disfruta de su, hasta ahora, opacado juego de pies y agilidad de manos.

El argumento de ser un pívot limitado que se nutre del talento de alrededor (lo que desmontó en su momento la campaña pro-Pachulia), no vale más con este McGee 3.0.

Su actual versión se desenvuelve en un magnífico juego off-ball, complementado por ganchos, jumpers, algún triple y fadeaways.

Pero es que además, la NBA exhibe todo un historial de big men que no cumple ni con el paquete de recursos más estándar, y que sin embargo logró hacerse un hueco en el partido de las estrellas (con DeAndre Jordan en 2017 como caso más reciente).

Y JaVale no solo es un magnífico candado atrás (como veremos en el punto siguiente), sino que junto a ello es capaz de desplegar todo un vistoso arsenal de recursos en ataque, más allá de los clásicos (y ultra-eficientes) alley oops.

4. Defensor de élite

En contraposición a lo que algunos pensaron, el fichaje de Tyson Chandler no llegó para tapar carencias en la pintura, si no para fortalecer su narrativa.

LeBron James vuelve a estar tan sobrehumano en casi todo como reservón atrás. Es una realidad que se repite en los últimos años. LeBron, en RS, no defiende. Y al jugar de ‘4’, se convertía en el segundo jugador más alto del equipo tras McGee, dejándolo prácticamente como rim protector en solitarioPara evitar acumulación de faltas y afianzar el rebote, los Lakers se hicieron con la veteranía de Chandler. Algo que, desde luego, beneficia al equipo, pero que no afecta a nuestro center.

Pues con McGee, los Lakers mejoran su defensa en 2,1 puntos (104,6), situándola como la 5º mejor de la Liga (sin él son la 10º). Este impacto global se apoya en su sombra territorial. Larguísima. Su físico intimidador se ve ahora, más que nunca, completado por su poder taponador.

Es el 4º pívot que más tapona de la competición, con 2,6 por partido, por delante de Gobert, Capela o Embiid.

Pero como indico, el tapón es tan solo la parte vistosa –el highlight– de la defensa. El dato clave es el Diff% Percentage Points Different, esto es, cómo impacta la defensa de McGee (posicionamiento, marcaje, punteo…) en los tiros rivales. Pues bien, en esto también es top.

Los atacantes yerran un 4,5% más cuando es McGee quien les encima. De lo mejorcito entre los titulares.

JugadorDiff %
Derrick Favors-6,5
Hassan Whiteside-6,1
JaVale McGee-4,8
Myles Turner-4,8
Jusuf Nurkic-4,6
Serge Ibaka-3,8
Anthony Davis-2,7
Karl-Anthony Towns-1,6

Para cerrar este apartado, es de destacar la maduración que ha experimentado el ‘McGee defensor’ en su sentir más cognitivo. Ese IQ del que hablaba LeBron, nace y se vertebra desde atrás.

Por el portal Teamrankings, comprobamos que a sus 30 años, McGee ostenta la 3º mejor marca de la Liga en tapones por faltas cometidas (en una relación similar al ratio de asistencias/pérdidas) y es 6º de la NBA en faltas por acción defensiva exitosa realizada. Timing en estado puro.

5. Cuando menos es más

En estrecha relación con el apartado 2, más impacto no implica, necesariamente, mejor impacto.

LeBronsistema, Leonardependencia, son conceptos que nos suenan familiares. Pizarras engendradas por y para el franchise player de turno. Y de ahí el maldito PER.

Y tildo al PER de maldito por su implícita connivencia respecto a otro stat maldito: el USAGE. Dos datos de hábitat casi placentario y que parasitan el valor de todo jugador que no figure entre los favoritos dentro de su sistema.

El PER captura todo el boxscore de rigor (puntos, rebotes, asistencias, tapones, robos, porcentajes) y lo agita para terminar favoreciendo, casualidad, a los jugadores con mayor Usage de sus respectivos equipos.

Así –datos de ESPN– tenemos a siete de los jugadores con mayor Usage de la competición en el top-14 en cuanto a PER.

Por eso, parece complicado que en una categoría tal, un jugador como McGee –(18,4 USG%), de uso secundario– pueda competir, siquiera acercarse, a uno tan claramente monopolísico como es Anthony Davis en NOLA (29,2 USG%).

Sin embargo, si ponemos este amasijo de datos en contexto y equiparamos las dimensiones de uno y otro jugador, añadimos otro garbanzo al más es menos.

Porque jugadores que, lógicamente, rivalizarían con McGee en una hipotética presencia en el frontcourt titular del Oeste en el All-Star, aplastan al primero numéricamente, sí; pero no en eficacia, si no en oportunidades.

JugadorTiros por partidoTrue Shooting %
Anthony Davis20,358,6
Karl-Anthony Towns15,559,4
Nikola Jokic13,557,5
Marc Gasol1354,8
JaVale McGee8,464

El True Shooting Percentage —no está de más refrescarlo— mide la eficiencia real con la que un jugador lanza el balón. Es la estadística más completa en cuanto a tiro. Tiene en cuenta, pues, los tiros de campo, los triples así como los lanzamientos desde la línea de personal.

Basta fijarse que McGee, aquí, es él quien barre. Saca casi cinco puntos a Towns y cerca de siete a Jokic. Así, sin camisas de once varas. Así, DeAndre logró su nominación al All-Star como pieza clave en los Clippers.

¿Abarcar o apretar?

Unos optan a ser la mejor versión de sí mismos mientras otros se obcecan (o les empujan) a ser lo que no son, devaluándose a sí mismos y perjudicando, con ello, a sus equipos. Modas absurdas como la del pívot moderno que tira (por coj***) de tres, nos deja a unos Jokic y Davis lanzando más de tres triples por encuentro con un acierto, en ambos casos, inferior al 32%.

Y estaremos de acuerdo en que no es lo mismo meter 25 puntos lanzando 24 veces, que anotar 20 lanzando 10.

Exceso de usage (y más inacción en sus compañeros) que multiplica el efecto negativo, decreciendo en la curva global de anotación. Jugadores franquicia víctimas de entrenadores blandos y sus geosistemas, acomodados, estos últimos, en la tiranía del crack.

¿Resultado? (Presuntos) candidatos a MVP, se muestran incapaces de conducir a sus equipos a la primera de las cribas: los playoffs. Grizzlies (Marc), Mavericks (DeAndre), Jazz (Gobert), Timberwolves (Towns), Pelicans (Davis). Todos fuera.

Parte baja de Oeste

Hubo un tiempo, no hace tanto, en el que decíamos que los números (un arma de doble filo) había que dejarlos en un segundo plano para que estrellas sin halo como Draymond Green, pudiesen ser parte integrante del festival y así brillar.

Convivir en compañía de otras estrellas, lleva aparejado vivir a la sombra del universo analytics. Hacerlo a la de James, perpetúa el eclipse. Es el precio a pagar —¿Kevin Love post-Minnesota?—.

Así pues, llegados a este punto, y para acompañar en el juego interior del Oeste a LeBron James y Kevin Durant, la única pregunta que nos queda por responder es:

¿Nos dejamos enamorar por el juego preciosista de Nikola Jokic o por el arrollador pragmatismo de JaVale McGee?

Querido lector: este artículo no deja de ser un homenaje de nbamaniacs al 28 de diciembre, el día de los Santos Inocentes.

(Fotografía de portada de Matthew Stockman/Getty Images)


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