Álex Caruso y el mural de Los Ángeles

La ciudad de Los Ángeles es sinónimo de glamour y fama, pero también de arte y baloncesto. Cerca de la esquina que une las avenidas de Melrose y Fairfax los fríos y desnudos murales dan paso a una colección de fotografías y ‘street art’ que rinde homenaje a alguno de los mejores jugadores de baloncesto de la ciudad.

Un mural con imágenes de Kawhi Leonard es lo primero que llama la atención. No muy lejos de allí podemos disfrutar de ‘Mamba On Melrose’, una fachada dedicada a Kobe Bryant compuesta por 413 triángulos para representar el 13 de abril, la fecha del último partido como profesional de la leyenda oro y púrpura. Y a media manzana de distancia, una imagen de Álex Caruso machacando sobre James Harden, Jamal Murray, Luka Doncic y el propio Leonard coronan un estacionamiento frente a Fairfax High.

Tan sorprendente es ver un mural dedicado a un jugador de rol sin apenas impacto en la liga como que el mismo haya llegado a acoger la famosa pintura de LeBron James mirando de forma desafiante a Kobe Bryant, Shaquille O’Neal, Magic Johnson, Kareem Abdul-Jabbar y Wilt Chamberlain. Una diferencia abismal entre los que han sido los jugadores más importantes en la historia de la NBA y un perfil secundario que promedió ocho puntos por encuentro durante su periplo universitario.

Su creador, el artista Gustavo Zermeño ha querido justificar su obra en unas palabras para el Los Angeles Times. Y es precisamente esa diferencia de dimensión deportiva el argumento sobre el que gira su creación. “Lo dibujé por encima de los mejores jugadores del oeste porque somos el número uno en este momento, además de que muestra que no necesariamente debes ser el mejor pagado para ser reconocido dentro de un equipo”, explicó Gustavo. “Parece un tipo normal y humilde. Lo comparto un poco con Lamar Odom, no por sus habilidades sino por su simpatía. Simplemente tiene algo que te hace querer apoyarlo.”

Caruso, quien en un primer momento pensó que se trataba de una broma, se ha convertido en uno de los jugadores favoritos de la afición del Staples Center. Los vítores recibidos cuando sale a la cancha rivalizan con los recibidos por LeBron y Anthony Davis y su desempeño en la pista no pasa desapercibido para la entregada marea oro y púrpura.

La importancia de Caruso en el equipo ha trascendido el de mero jugador residual que se debate entre la G-League y la NBA. Entre la presente temporada y la anterior, el base promedia más de 20 minutos por partido y ha logrado ganarse el respeto de sus compañeros y cuerpo técnico. De hecho, Frank Vogel lo mantuvo en la pista en los instantes finales de los dos partidos saldados con victoria ajustada ante Kings y Thunder y solo una lesión lo ha mantenido alejado de los focos de la liga durante la última semana.

Un ascenso a pico y a pala

Aunque Caruso se graduó en Texas A&M como el líder en asistencias y robos, su nombre no apareció en el Draft de 2016 y se vio obligado a probar suerte en la Summer League con los 76ers. Su rendimiento llamó la atención de los Thunder pero terminaría por ser cortado para hacer hueco a Reggie Williams. Posteriormente sería reclutado por la G-League, pero en apenas un año se encontraría nuevamente sin hogar deportivo. Fue entonces cuando los Lakers le abrieron las puertas de su roster bajo un two-way contract tras llamar la atención del cuerpo técnico en la Liga de Verano.

“Pensé que lo había logrado. Me encantó la experiencia de estar en la NBA y quería quedarme, pero las cosas no fueron tan fáciles”, explicó Caruso. “Fue frustrante pero traté de concentrarme en las cosas que sí estaban bajo mi control. Crecí con un trasfondo religioso, así que he llegado a creer que todo sucede por una razón. Hubo una razón por la que volví a la G-League y terminé creciendo y mejorando mental y físicamente. Cuando tuve una nueva oportunidad a finales de la pasada temporada pude demostrar todo lo que había mejorado. Todo salió bien.”

Así, Caruso dio paso de la decepción, el ostracismo y un contrato de 77.250$ dólares al cariño de toda una afición, un puesto en la rotación de una de las franquicias más emblemáticas de la liga y un nuevo acuerdo por dos temporadas y 5.5 millones de dólares. “Cuando estoy en la cancha, trato de no pensar demasiado y simplemente jugar. He estado jugando toda mi vida, me encanta el baloncesto, así que trato de no pensar si estoy en la NBA o si estoy en el Staples. Simplemento juego.”

(Fotografía de portada de Christian Petersen/Getty Images)


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