Crónica de una muerte anunciada. El título de la conocida obra escrita por Gabriel García Márquez sirve para encabezar la eliminación de Boston Celtics y condensar una temporada que preveía, desde hace meses, el fatal desenlace.
Cierto es que les tocó bailar con la más fea, unos Brooklyn Nets a los que muy pocos se han atrevido a retirar la condición de claros contenders. Con la ausencia por lesión de Jaylen Brown, carencias estructurales evidentes y una temporada plagada de contratiempos que han perjudicado la continuidad, tan solo la rebelión de Jayson Tatum en el Game 4 evitó la barrida. Eso sí, en el quinto partido se confirmó una despedida que los empuja de nuevo hacia la realidad: un verano en el que tendrán muchas cosas que abordar.
Así se puede resumir la temporada: Tatum sacando las castañas del fuego mientras el equipo supera un sinfín de obstáculos a lo largo de una trayectoria similar al de una montaña rusa. Los Celtics han sido uno de los equipos más afectados de toda la liga en los dos frentes abiertos: las ausencias a causa del COVID-19, durante la primera mitad del curso, y las lesiones. Tal es así que solo tres jugadores de la plantilla disputaron más de 60 partidos. Solo uno de ellos forma parte del quinteto titular: el propio Tatum (64), siendo, los otros dos, Payton Pritchard (66) y Grant Williams (63), más secundarios que referentes.