La pregunta más importante que pueden estar haciéndose en las oficinas de Philadelphia no es si traspasarán a Ben Simmons, sino concretar cuál es su valor ante los ojos del resto de la NBA.
Este valor nace propiamente de un contexto inicial fruto de la diferencia existente entre sus fortalezas y sus debilidades, así como de cómo sean distribuidas por las distintas franquicias en sus respectivas balanzas. Pero quizá su principal relevancia no parte en sí de estas cualidades individuales sino de cómo encajarán a corto y largo plazo en los equipos. Así, abrazar el término medio en un jugador en una situación y con unas habilidades tan singulares y genuinas es muy complicado.
Simmons renovó con los 76ers en el verano de 2019 por cinco años y 170 millones de dólares. Ya entonces existían dudas sobre su tiro, pero su juventud, visión de juego y dimensión defensiva invitaban a apostar fuerte por él y el futuro. Dos años después, este acuerdo se eleva como el mayor obstáculo para que los 76ers le encuentren un destino que permita, a su vez, reforzar el roster.