David Stern, la leyenda NBA que no jugó un solo partido

«Creo que él y James Naismith son dos de las personas más importantes que ha tenido el baloncesto».

Palabras mayores, de LeBron James, quien nada más conocer el fallecimiento de David Stern, comisionado emérito de la NBA, situó la figura del antiguo mandamás a idéntico nivel que la del inventor de todo este tinglado llamado baloncesto. Aunque para tinglado bien estructurado, el que el propio Stern implantó en la Liga desde su llegada en 1984.

Todos somos conscientes de que la figura de Stern resulta clave para entender el producto que la NBA ofrece hoy en día. Podemos (debemos) considerarle el padre y gran ideólogo de lo que actualmente alimenta los desvelos de millones de personas en todo el mundo; sin embargo, muchas veces no conocemos con detalle hasta qué punto su mano de obra rescató, organizó y pulió un producto que puede considerarse uno de los de mayor éxito en el mundo. Vamos, que no siempre recordamos todo lo que el antiguo comisionado realizó para levantar el imperio global que existe en la actualidad.

David Stern fue todo un visionario que acometió gran cantidad de ideas innovadoras, nacidas solo en su cabeza, para mejorar una NBA agonizaba profundamente a su llegada. Stern es quien se inventó la NBA que conocemos, pero poco se conoce que antes de ser comisionado empezó como consejero puntual de la competición, desde 1978, y más tarde, en 1980, fue nombrado vicepresidente ejecutivo.

Neoyorquino, demócrata, abogado, judío y de ideas siempre vanguardistas, cuando Stern tomó posesión del cargo de comisionado, la NBA estaba literalmente en las últimas. Se ahogaba en un sinfín de problemas empezando por el consumo drogas, otros de índole racial, de pérdida de interés por parte de los aficionados, de escasez de seguimiento en los Estados Unidos… Y no solo eso, también existía desigualdad económica entre unos equipos y otros o escasa identificación del aficionado medio al baloncesto con la Liga, debido a ser considerada una competición «de negros», en la terminología empleada por la prensa de los años 80. La Liga estaba hecha un auténtico cuadro. Un barco a la deriva con tantas vías de agua que no había por donde empezar.

Por realizar una comparativa, cuando Stern llegó a ser comisionado, la NBA contemplaba 165 millones de dólares de beneficio total cada año. Y cuando lo dejó en 2014, los beneficios eran de 5.500 millones. Además, en aquellos lejanos inicios, 17 de las franquicias de la Liga (había un total de 23) tenían pérdidas económicas al final de cada temporada. Stern introdujo el conjunto de medidas que afianzaron el sistema que acabó con aquel agujero sin fondo de millones y aficionados perdidos.

Otro dato sorprendente es que en el año 1984 el salario medio de los jugadores era de 290.000 dólares anuales, mientras que en 2014 llegaba a 5,7 millones. Pequeños indicios de la mejora integral sin precedentes que produjeron las tres décadas de mandato del mejor comisionado de siempre en la competición.

De manera lógica, la NBA no se parecía en nada a lo que es hoy en día cuando Stern tomó posesión. Baste mencionar que las Finales de 1980, cuando él llegó para ser vicepresidente, fueron emitidas solo en diferido para los fans de Estados Unidos. En diferido, sí; por mucho Magic Johnson o Kareem Abdul-Jabbar que estuviesen ahí abajo. En la Liga había buenos jugadores, cada vez mejores, pero todo aquello no estaba debidamente explotado fuera del parqué.

La Liga no solo no tenía un hueco entre las competiciones con mayor seguimiento en Estados Unidos, sino que afrontaba el hervidero infinito de problemas (sociales y extradeportivos sobre todo) citados dos párrafos más arriba que amenazaban con condenarla a la autodestrucción.

Lucha contra las drogas

Contra todo eso luchó (y venció) David Stern. Empezando por su feroz cruzada contra el consumo de drogas, algo que apuntaba a arruinar de manera irreversible una reputación general ya de por sí bastante dañada. Stern implantó el sistema antidrogas que sigue imperando en la actualidad. Ofreció un programa de ayuda (gratuita) a los jugadores que lo solicitasen debido a tener un problema de adicción con los estupefacientes.

Tendió la mano a quienes necesitaban ayuda y fue inflexible con quienes mediante el abuso de estupefacientes siguieran pensando en erosionar el honor de la NBA.

Por citar dos ejemplos, Stern sancionó de manera vitalicia a John Drew y Micheal Ray Richardson, dos consumados expertos en las artes oscuras. Y es que la Liga había heredado de la década de los 70 un grave problema con la cocaína. El consumo habitual estaba bastante generalizado entre los jugadores y ese fue el primer gran socavón que Stern se decidió a atajar con firmeza. Ayuda para quienes lo necesitasen pero guerra sin cuartel al resto. Desde el minuto cero de su mandato.

Expansión por bandera

Stern también fue un visionario de la expansión global del producto que tenía entre manos. Tanto en el número de equipos, que pasó de 23 a los 30 actuales, como en el seguimiento de la NBA en territorios extranjeros y lejanos.

Siete franquicias nuevas entraron en juego durante su gobierno: Miami Heat y Charlotte Hornets en 1988; Orlando Magic y Minnesota Timberwolves (1989); Toronto Raptors y Vancouver (luego Memphis) Grizzlies en 1995; y finalmente New Orleans Pelicans en 2002.

Esa amplitud de miras condujo a Stern a reclutar dos equipos de Canadá, una idea disparatada en el momento de llevarla a cabo y que no estuvo exenta de (muchos) problemas para salir adelante. Sin embargo, aquello sirvió también para extender el consumo de baloncesto y de la NBA en el país vecino. Esa fue una de las principales metas de Stern con la expansión de equipos por toda la geografía estadounidense y canadiense; quería conseguir mayor identificación del público general con la competición y para ello qué mejor manera de conseguirlo que a través de la creación de más conjuntos afincados en diferentes ciudades.

No por hacer crecer el número de equipos se redujeron los beneficios o el impacto; más bien al revés. Al final de su mandato, la NBA ingresaba por derechos televisivos 40 veces más que en 1984 gracias a la expansión por todo el mundo y a la puesta en valor de la Liga como una de las mejores competiciones del mundo. No solo elevó la cantidad, también la calidad del producto.

El superavit estuvo siempre presente durante la larga legislatura (30 años) de Stern: la enésima prueba de eso es que las franquicias multiplicaron su valor medio por un total de 55 en las tres décadas años que David estuvo al frente. Rentabilidad y superavit por bandera.

La globalización que la Liga vive hoy en día es fruto de su esfuerzo, su visión y su inteligencia, no cabe duda. Él fue el impulsor de vender los derechos televisivos a otros países , de jugar partidos de pretemporada o período regular en territorio extranjero o de abrir una ingente cantidad de sedes, oficinas y tiendas de la NBA por todo el mundo.

Primero, quiso reforzar el seguimiento a la Liga dentro de los propios Estados Unidos para después, cuando hubo conseguido afianzarse en casa, convertirlo en un producto de culto mundial; sin fronteras. Y también lo consiguió.

Jugadores y globalización

Para que esa globalización terminara de enraizar, Stern comprendió que era indispensable abrir los vestuarios de los equipos al exterior. Atrayendo jugadores extranjeros de gran calidad conseguiría aumentar el interés en aquellos lugares de los que procedía la nueva hornada de talentos llegados de tierras lejanas (Vlade Divac, Drazen Petrovic, Arvydas Sabonis, Dirk Nowitzki, Pau Gasol, Yao Ming, Tony Parker…).

Así, esa expansión sin precedentes se completó no solo con el consumo del producto en otros países, sino también con la llegada de una gran cantidad de jugadores extranjeros a la NBA. Abrió la veda para la consolidación actual donde dos (Luka Doncic y Giannis Antetokounmpo) de los cinco mejores jugadores del presente curso no nacieron en Estados Unidos.

Clave resultó, hablando de este tema de fronteras, el carácter de gran negociador de Stern en la llegada de Yao Ming a la NBA. El Gobierno chino se mostraba bastante reacio a que su joya de la corona saliese de sus fronteras y Stern resultó primordial en las negociaciones para que el pívot chino terminara siendo número 1 del draft del año 2002.

‘Dream Team’ de Barcelona

A David Stern también le dio tiempo a ser uno de los padres del Dream Team de Barcelona, en 1992. Comprendió perfectamente que la introducción de grandes estrellas en el ruedo olímpico sería un marketing inmejorable, oro puro, para la Liga que él gobernaba y por ello empujó como nadie para que aquello se hiciera realidad.

Suya es parte de responsabilidad en la tendencia que todavía se mantiene de que los jugadores NBA asistan a los Juegos Olímpicos. De hecho, como comprobamos en el pasado Mundial de China 2019, las estrellas prefieren actuar en unos Juegos y no tanto en citas mundialísticas; el prestigio de uno y otro formato a ojos de un gran jugador está a años luz.

El problema racial

Otro de los conflictos que David Stern logró torear fue el de la reputación de la NBA como una «liga demasiado negra», debido a la mayoría de jugadores afroamericanos existente en los equipos. Esa concepción estaba muy extendida en los años 70 y se replicaba en los 80. No era baladí la cuestión, pues había que dar la vuelta a aquel argumento para poder vender el producto a un público, los fans, de mayoría blanca.

Por supuesto, Stern consiguió desterrar aquel viejo y peligroso mantra. ¿Que cómo lo hizo? Supo aprovechar como nadie la narrativa de las estrellas del deporte y todo el trasfondo personal y vital que acompaña a un jugador hasta alcanzar la cima. Así, las historias (el famoso storytelling) de los Magic Johnson, Larry Bird, Michael Jordan… caló en una sociedad, la americana, que adoraba las historias de superación, de adversidad, hasta alcanzar una posición privilegiada en la vida.

Debido a su gestión en este sentido, Stern recibió la Medalla de la Universidad de Harvard por «contribución a la cultura afroamericana», un honor mayúsculo multiplicado en su caso por el hecho de que el antiguo comisionado no perteneciera a dicha comunidad.

Qué duda cabe que la pericia de Stern en todas estas cuestiones obtuvo la mejor de las ayudas en la figura de los jugadores anteriormente. Buena parte del mérito en la recuperación total de la NBA es del comisionado emérito, pero otro tanto es de la nueva generación de estrellas del deporte que empezaron a gobernar la competición a partir de la década de los 80: Jordan, Magic, Bird… Stern propició, de hecho, el sistema actual de estrellas que impera en la Liga.

El límite salarial

Otro componente del infinito (e impagable) legado de David Stern en la NBA es el sistema del limite salarial.

Antes de su implantación, en la temporada 1984-85, no existía una regulación, un tope, y por ello muchos equipos terminaban las temporadas con pérdidas monetarias gigantescas que arruinaban sus ya de por sí maltrechas arcas. Todo era un caos económico y no existía la política igualitaria actual; cada uno gastaba lo que tenía, siendo favorecidos entonces los mercados más grandes.

Mediante el límite salarial que alumbró Stern, la Liga empezó a promover un sistema más igualitario de competición. Aunque el límite es blando y puede sobrepasarse con determinadas tretas, todas las franquicias disponen de la misma cantidad de dinero para montar sus equipos. Hasta existen penalizaciones a aquellas que rebasen dichas fronteras. Además, con Stern llegó también el sistema actual de reparto de beneficios anuales de manera igualitaria entre todas las franquicias, de forma que se favorece que todos los conjuntos partan con las mismas opciones de hacer bien las cosas y de conseguir buenos resultados.

Otras medidas

Entre el resto de logros del recientemente fallecido Stern se encuentran la aceptación de la cultura hip hop en la Liga, la tolerancia cero con la violencia —que vivió su peor época durante los años 80 o en el desastre de Detroit contra Indiana, en 2004—, la inclusión de las clases más desfavorecidas en el mensaje de la NBA… Esto significa que la Liga nunca rehuyó contar que algunos de sus jugadores procedían de los estratos menos prósperos de la sociedad, extendiendo una narrativa muy americana de que cualquiera con la aptitud y actitud correctas podía llegar a ser una estrella en la NBA.

Stern también empujó muchos avances en cuestiones sociales, como el apoyo a colectivos antes marginados como el homosexual (apoyó a John Amaechi cuando admitió su orientación sexual, poco después de dejar la NBA); y esta tendencia se ha mantenido con Adam Silver años más tarde. Stern también replicó su buen hacer en crisis de salud graves como cuando Magic Johnson anunció que estaba enfermo de sida.

En 1991, Johnson dio a conocer al mundo que era portador del virus del VIH y aunque Stern admitió años más tarde ser la persona más intranquila del mundo en aquello momentos, todas sus medidas estuvieron dirigidas a normalizar, aceptar y tranquilizar respecto a que una gran estrella de la Liga fuera portador del virus del sida.

«David Stern era un tipo que hizo la historia. Cuando anuncié en el 91 que tenía VIH, la gente pensaba que podía contagiarse solo por darme la mano. Cuando David me permitió jugar en el All-Star del 92 en Orlando o en los Juegos con el Dream Team, fuimos capaces de cambiar la historia». Lo escribía el propia Magic momentos después de enterarse del fallecimiento del excomisionado.

Código de vestimenta

Stern también fue padre del conocido como Dress Code, la introducción en el año 2005 del código de vestimenta en la NBA. Esta nueva norma obligó a todos los jugadores a seguir ciertas reglas generales de moda en acto de servicio, aunque todavía hoy en día haya brasas de antiguos y estrafalarios diseños. Y menos mal, porque había que terminar con que algunos jugadores vistieran, estando en el banquillo con su equipo, como el pandillero más camorrista de su barrio o que Tim Duncan fuera a recoger un trofeo de MVP en chanclas y unos pantalones piratas.

Otras obras que llevan el sello de Stern son la creación de la WNBA, en 1997, de la G League, del canal oficial de televisión de la NBA, del NBA League Pass o de todo el imperio que la Liga despliega desde hace años en el mundo digital. Además, también mostró su compromiso con las causas sociales introduciendo programas de participación de los jugadores (NBA Cares) en causas a favor de colectivos desfavorecidos.

Entre sus episodios más recordados también figurará siempre el veto al traspaso de Chris Paul a los Lakers, en 2011.

David Stern resultó el arquitecto que inventó la NBA que todos consumimos en estos momentos. Convirtió un producto devaluado, herido de muerte, en el caviar más exclusivo de las competiciones deportivas mundiales. En eso y en una máquina de fabricar beneficios. Su legado es de consolidación y expansión absolutas en lo económico, estructural, geográfico y en lo social. Será recordado, sin ninguna duda, como uno de los mandatarios de mayor éxito de cualquier liga del mundo.

Descanse en paz, que bien lo merece, David Stern, una leyenda de la Liga sin haber disputado un solo partido de corto.

(Fotografía de portada: Mike Ehrmann/Getty Images)


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