El peligro de ser los 76ers y jugar sin Joel Embiid

Philadelphia gana el 67 por ciento de los partidos con su pívot titular disponible, el 62,5 en general, y solo llega al 43 sin él

El propio Elton Brand, general manager, lo ha reconocido después de acumular la mejor mano en muchos años para Philadelphia: hay equipo para pelear por todo desde ya, todo lo que no sea llegar lo más lejos posible, es quedarse por debajo de lo que ellos mismos esperan.

No hay que esperar más, pues por primera vez desde que se cortase el cordón de The Process, el equipo posee tantas ganas como potencial real para dar un zarpazo a la NBA.

Las llegadas de Jimmy Butler y Tobias Harris a temporada empezada solidificaron la candidatura de los 76ers a hacer algo importante este curso. Como tercer mejor equipo de la Conferencia Este no es que sean favoritos o tengan por delante un camino de rosas en abril, pero sí que han dado con su mejor carrocería desde hace mucho tiempo. Quizá desde las Finales de 2001 incluso, en las que la aguerrida e incapaz patrulla de Allen Iverson se estrelló contra los Lakers de Shaq y Kobe Bryant.

Podrían y pueden competir contra cualquiera en su mitad del país, cosa que no han podido asegurar con tal convicción en los últimos 18 años.

El caso es que la sensación en los 76ers habla de que pueden hacer grandes cosas aunque el equipo todavía parezca estar acoplándose y no haya ofrecido su estructura más remodelada a nivel coral.

Y lo que es más preocupante, pese a su endurecida argamasa, el equipo de Brett Brown depende más que nunca de un jugador, de Joel Embiid.

El récord con y sin el pívot esta temporada es un gran signo de exclamación, de peligro. La dependencia de Embiid es superior a lo normal y recomendable.

Con el pívot titular disponible, los 76ers han podido ofertar un récord de 43-21 esta temporada. Véase, un 67 por ciento de victorias, valor muy por encima del 7-9 que presenta Philadelphia sin su jugador más destacado y también mejor que el balance de 50-30 (62,5 de ratio de triunfos) que a falta de dos partidos (Miami y Chicago) presentan los Sixers esta temporada.

Normal hasta qué punto

Equipo hay para aspirar a todo sobre el papel, pero todavía no se ha mostrado la capacidad total del armamento. De cara a los playoffs, de hecho, los Philadelphia 76ers son una incógnita. Podrían mandar a la lona a cualquiera y también ser un trapo inanimado en manos de los grandes equipos de su conferencia (tocaría Toronto en unas hipotéticas semifinales de conferencia).

La cuestión con Embiid es normal y comprensible; qué equipo con aspiraciones no rendiría peor sin un top 10 de la liga sobre el parqué. Lo preocupante es que la caída de rendimiento en Philly sin su pívot en liza es más honda de lo que cabría esperar habiendo juntado dos All-Star (Butler y Ben Simmons) y otro que bien podría haberlo sido este curso (Harris). Aun con hombres sobradamente listos, los 76ers no han podido suplir a Embiid con acierto. Y dependen extremadamente de él.

En un paso adelante de las piezas que no nacieron en Camerún estará también parte de la respuesta de los 76ers en el momento decisivo del curso. Tanto de los otros tres grandes jugadores de la plantilla (sobre todo) como de la segunda unidad que en algunos partidos sí parece funcionar como Elton Brand tuvo previsto.

Contar con Joel Embiid es pura miel, pero cuando no puedes hacerlo hay que aprender a evitar los aguijones; ese es uno de los debes en la temporada de Philadelphia hasta el momento, acomodarse demasiado a su gran estrella.

(Fotografía de portada: Elsa/Getty Images)


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