Festus Ezeli: vivir ‘sin’ rodillas

Para una carrera que luce un anillo de campeón de la NBA, seguramente sea injusto que la última imagen que se tenga de Festus Ezeli sobre la pista sea la de aquellos desastrosos 10 minutos del séptimo partido de las Finales 2016.

La noche del 19 de junio el mundo entero del baloncesto se detenía. Nadie en la historia de la NBA había superado un 3-1 en contra en unas Finales. Era el relato de la eternidad de LeBron James contra la lógica de una semana antes, que no era otra cosa que la victoria y el anillo de los Warriors. Esa noche, en Oakland, Golden State acudía bajo mínimos para rendir una de las veladas más nefastas en el recuerdo de la franquicia. Aquella jornada de domingo, los Warriors del récord de triunfos en la Temporada Regular se dejaban el anillo en casa.

Gloria para LeBron James, Kyrie Irving, Cleveland Cavaliers; infierno para Stephen Curry, Klay Thompson, Draymon Green, Andre Iguoalada, Golden State. Y para Festus Ezeli. A diferencia de estos últimos damnificados, jugador y franquicia, el nigeriano perdió algo más que un partido, que un título de NBA que ya había ganado en 2015. Ezeli dejó ese día sobre el Oracle Arena unos 10 minutos pésimos, en ataque y en defensa, incapaz de responder a la titularidad que Steve Kerr le había dado por primera vez en todos los playoffs 2016. La baja de Andre Bogut obligó a los Warriors a tirar de recursos. El resultado fue un Ezeli ineficaz, toreado por el rival, 0/4 en tiros de campo, demasiado superado en los 10 minutos y 45 segundos que estuvo en acción.

¿Tan malo jugador era Ezeli? No. Simplemente estaba lesionado, mal recuperado de una operación previa de rodilla que le realizaron en el mes de febrero. A Ezeli le habían metido en el quirófano para limpiarle los residuos alojados en su rodilla izquierda. Ya en la 2013/14, el interior se había perdido toda la temporada por otra operación, en esa ocasión de su rodilla derecha.

Así que Ezeli se presentaba en los playoffs de 2016 con dos operaciones de rodilla en tres años y 170 partidos de Liga Regular, todos con los Warriors, que lo eligieron en el nº30 del Draft de 2012. Estrella en Vanderbilt,  posteriormente en la NBA logró firmar una carrera digna como segunda línea de Golden State. Y además, se llevó el campeonato de 2015 con una buena labor en las eliminatorias. Era Ezeli una pieza solvente en la competición. Sí.

Algo no anda bien ahí abajo

Hasta que llegó el 19 de junio pasado. Pocas veces tan corto espacio de tiempo sobre un parqué tuvo un efecto tan demoledor para los intereses de una franquicia. Ezeli no se había recuperado a tiempo, no estaba sano e incluso así, con todo el desgaste acumulado de una rehabilitación inconclusa y dos meses de playoffs, fue titular aquella noche. Era él o Anderson Varejao. Bogut había dejado demasiado hueco con su baja.

“No había posibilidad de que hubiera estado sentado en el séptimo partido de las Finales. Salí y lo di todo. Así es como soy yo. Siempre que caes crees que podrías haber hecho más, pero cuando pierdes el impulso es difícil volver”, aseguraba hace unos días Ezeli a Marc J. Spears, The Undefeated”.

Ni un punto de arrepentimiento para un pívot africano quien aseguró que, para no haber jugado, tendría que haber estado muchísimo peor. Sin embargo, algo sí quedó claro aquella noche: Ezeli no estaba bien. Las rodillas no respondían.

Portland le ficha, pero se protege

Con la llegada de Kevin Durant, los Warriors necesitaban hacer hueco salarial como fuera. Ezeli no es que se tratara de un jugador caro, con un contrato de 5,2 millones en sus cuatro cursos en Golden State, pero todo sumaba. La franquicia renunció a sus derechos y el center se convirtió en agente libre sin restricciones. El 8 de julio se hacía oficial su llegada a los Blazers con un contrato de 2 años de duración y 15,2 millones de dólares. El nigeriano también se había beneficiado de la marea de millones que llegaba a la costa de la NBA. Todos contentos. Los Warriors fijaban su venganza con el fichaje de KD y Ezeli pasaba a un plantel donde podría tener más protagonismo y donde iba a ganar más dinero.

Sin embargo, en Portland se guardaron un as bajo la manga.  De esos 15,2 millones, sólo le garantizaban los 7,4 de la 2016/17 y 1 de la 2017/18. Para evitarse pagar los 6,8 restantes, los Blazers tenían la opción de cortar a Ezeli antes del 30 de junio de 2017. Neil Oshley, general manager de los Portland Trail Blazers, ya confirmó que el de Nigeria no va a ser de la partida para la próxima campaña.

“No estoy en Portland por el dinero, quiero vestir su camiseta”, aseguró este curso Ezeli, que hizo buenas las sospechas de la franquicia de Oregón cuando al tercer entrenamiento de la pretemporada no podía ni caminar para coger el coche. Otra vez la rodilla izquierda. Olía a temporada en blanco y así fue. En marzo de 2017 se sometía a una operación en esa pierna, con donación del ligamento de un fallecido incluida. Un proceso tortuoso, porque a Ezeli no le valía el ligamento de cualquier persona muerta, sino que requería de unas características de edad, altura y peso difíciles de encontrar.

Greg Oden, Brandon Roy…

Ezeli nunca debutó con los Blazers, que ya le han enseñado la puerta de salida. Nunca jugará en Portland, uniéndose su historia a la de tipos como Greg Oden o Brandon Roy, que sí fueron parte provechosa de la franquicia hasta que el lastre físico fue imposible de tolerar.

“No sólo tomé la decisión de parar, sino que lo hice para asegurarme poder jugar y jugar por varios años”. Tras visitar a cinco doctores después de la nueva lesión, el diagnóstico era claro: o se arriesgaba con cirugía agresiva o podía ser el final de su carrera. Ezeli hizo caso y se apuntó a la lista de espera para recibir el ligamento de un cadáver. Era diciembre de 2016. En marzo, la llamada. El Dr. Robert LaPrade le practicó la operación y los Blazers, que siempre han apoyado a su jugador, marcaron bien los tiempos para hacer las cosas con criterio y clase. Pero la decisión estaba ya tomada. Simplemente su salida se anunció cuando los Blazers caían en primera ronda de playoffs precisamente ante los Warriors. Cosas del destino.

Ezeli no ha vuelto a jugar desde esos nefastos minutos últimos donde, con 87-83 para Golden State y muy poco para la conclusión, concedió tres tiros libres a LeBron James y le facilitó un triple posterior. Resultado, 87-89 para los Cavaliers y, a ojos de muchos, el curso de las Finales definitivamente cambiado.

En la casa de Sacramento que un día compró a su madre, Ezeli trabaja ahora enganchado a una máquina de rehabilitación. Son tiempos duros donde se cierne la amenaza de una retirada precoz, a los 27 años.

Ezeli no ha tenido fortuna con su cuerpo. “Es algo que no puedes controlar, porque es parte del baloncesto. Lo que sí puedo controlar es cómo responder a las lesiones”. Y a ello se presta cada mañana, negándose a todo lo que apunta en su contra: varias operaciones en poco tiempo, riesgo de retirada prematura y el mal fario de la franquicia a la que ha pertenecido. De fondo, algo que otros muchos que sí se quedaron en el camino nunca tuvieron: un anillo de campeón. Para empezar a consolarse, no está mal. Por si acaso.


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