John Wall, con Washington a sus pies

A menudo, los títulos de división en la NBA no son motivo de grandes celebraciones. Para muchas franquicias, no representan más que un pequeño apéndice en una temporada que esperan rellenar de logros superiores. Sin embargo, en ocasiones, un éxito así puede ser el termómetro del estado de una institución. Sucede con los Wizards y con John Wall, que se proclamaron hace unos días campeones del Sureste. Tras 38 años de sequía, los capitalinos engrosaban su palmarés con un pequeño éxito. La última vez que palparon algo así fue en 1979, todavía se llamaban Bullets, jugaban en la Atlántico y defendían el anillo de la NBA logrado un curso antes. Desde esa campaña 1978/79, donde fueron también campeones del Este y donde llegaron de nuevo a las Finales, Washington no había vuelto a brillar de tal forma.

Aunque es un poco descabellado pensar que ahora, casi 40 años después, los Wizards puedan tener opciones de alzarse con el anillo, no deja de ser cierto que su impacto en el Este les hace candidatos a pelear con Cavaliers y con Boston por el título de Conferencia, como mínimo. No sería extraño ver a los de la capital en unas Finales de la Conferencia Este. Y no lo sería en gran parte porque su estrella, John Wall, vive su mejor momento como profesional.

En uno de los mejores cursos que se recuerdan en la NBA en cuanto a actuaciones individuales se refiere, con Russell Westbrook encabezando esta locura de números, Wall ha dado ese paso adelante que se le exigía para liderar a los Wizards.

El Verizon Center, un pabellón céntrico en pleno Washington, a escasos minutos de la Casa Blanca y cerca también de donde murió Abraham Lincoln, no arrancó bien la temporada. La asistencia dejaba mucho que desear en un estadio que contaba con más de 18.000 asientos y que se las veía y deseaba para llegar a las 13.000 personas. Los Wizards no habían empezado bien la 2016/17 y otra vez la desilusión parecía apoderarse del aficionado de Washington, ante un nuevo capítulo anodino de su vida como fan. La franquicia, que venía de quedarse fuera de los playoffs en 2016, cerraba el primer mes de competición con un triste balance de 5-10 y Wall desquiciado. El 7 de noviembre, justo en el partido en el que el base se convertía en el máximo asistente de la historia de los Bullets/Wizards, Wall era expulsado por dirigirse irrespetuosamente al árbitro y multado con 25.000 dólares. “Tengo que controlar mis emociones”, señalaría después el cuatro veces All-Star.

Aquello fue lo peor para los Wizards, que se colocaban con un peligroso 1-5. Era difícil por entonces presagiar que sólo tres meses después, a principios de febrero de 2017, Washington iba a cerrar 30 días de competición con un récord de 14 triunfos (6 de ellos seguidos) y únicamente 4 derrotas. Del 2 de enero al 4 de febrero los Wizards pasaron de un balance de 16-16 a uno de 30-20. Sí, las cosas ya iban bien.

El mejor Wall posible

Diez dobles-dobles firmó Wall en ese tramo, erigiéndose como el líder que tenía que ser por salario, impacto y esperanzas depositadas en su figura. El nº1 del Draft de 2010 ya había establecido en diciembre el récord de anotación de la franquicia en un partido, con 52 tantos ante Orlando. Además de este logro y de ser el máximo asistente de la historia de los Wizards, Wall ya es también el jugador con más asistencias de Washington en una única temporada (802, de momento) además de líder en anotación (23,2 puntos por partido) y en robos (2 por noche).

Sólo en el lanzamiento de tres, que no es su especialidad, empeora sus guarismos Wall con respecto a otras campañas. En el resto de apartados, una mejora considerable le conduce a ser el faro del equipo que ha defendido toda la vida. Nunca antes habíamos asistido a un Wall tan anotador, tan activo en robos de pelota y tan fino en cuanto a asistencias se refiere. De hecho, ha igualado la marca de la franquicia en cuanto a pases de canasta en un partido, establecida en 1998 por Rock Strickland (20 asistencias, con datos desde 1983/84).

Estos imponentes números, que arrojan un Wall muchísimo más activo cerca del aro (roza el 50% de acierto en tiros de campo, con especial producción en el anillo merced a su brutal 1×1) e igualmente generoso con sus compañeros para repartir juego, hablan de un jugador que por fin ha pegado el salto definitivo para pasar de ser un gran jugador a convertirse en una estrella total. La estrella en la que Washington tiene sus esperanzas depositadas para vivir uno de esas primaveras que nunca se olvidan.


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