La reconversión ‘point-guard’ de Donovan Mitchell

Los Jazz están de vuelta. Nueve victorias en los últimos diez encuentros y a solo un partido de los Nuggets, segundos clasificados. Se esperaba, eso sí. La franquicia de Salt Lake ha aprovechado un calendario mucho más apacible para repetir el discurso de años anteriores: un equipo que va de menos a más y que usa los primeros meses como experimento y fogueo. En esta ocasión, con dos datos muy diferenciados. En primer lugar, el balance de once victorias y tres derrotas recopilado desde los primeros problemas de Mike Conley con los isquiotibiales a comienzos del pasado mes de diciembre. Y segundo, y quizá lo más importante de todo, la confirmación de que Donovan Mitchell si puede prosperar como base en estos Jazz.

Mitchell está exhibiendo la mejor versión de su todavía joven carrera. Sus promedios en anotación (26,1), asistencias (5,5) y tiros de campo (51%) en estos últimos catorce partidos suponen su mayor registro estadístico. En seis de ellos ha alcanzado las treinta unidades, destacando los 30 tantos ante Clippers, los 35 de dos días antes contra Portland o los 32 de esta pasada madrugada en Orlando, todos ellos con un acierto superior al 56% en el global de su carta de lanzamiento.

Una versión que los Jazz necesitan para confirmar las altas expectativas creadas a principios de temporada. La clave de esta nueva interpretación de su juego ha sido su improvisado desplazamiento hacia el puesto de point-guard titular. Una obligada transformación fruto de la inesperada precipitación de los acontecimientos: las lesiones de Conley, el mejor rendimiento de Ingles saliendo desde el inicio y el traspaso de Dante Exum. Así, Mitchell ha recibido la completa confianza de Quin Snyder para dar comienzo a su primera experiencia como catalizador global del juego del equipo lejos del amparo de un perfil similar.

En consecuencia, la aglomeración de balón de Mitchell ha aumentado sustancialmente: de los 58 touches de balón entre el inicio de temporada y el 2 de diciembre con una media de 4,4 segundos por posesión, hasta las 76,3 recepciones de balón con un promedio de 7,1 segundos en el último mes. Todo ello sin apenas ver mutados sus intentos en el lanzamiento, que se han mantenido en torno a los veinte por velada.

Lo que hace a Mitchell tan especial es su tremenda habilidad para crear sus propias oportunidades de tiro. Una sensacional combinación de velocidad, agilidad, manejo de balón y tiro que lo convierten en un jugador muy difícil de defender eficazmente. Además, es uno de los mejores jugadores de toda la NBA en anotación tras pick&roll, una virtud que ahonda aún más en su propia eficacia ejerciendo como base, gracias a su gran conexión con el también productivo Rudy Gobert.

La propia estructura y planificación del proyecto han ayudado a su desarrollo. El fichaje de Bojan Bogdanovic este verano cambió completamente el paradigma tradicional de dos hombres altos en la pintura (Gobert-Favors) con el fin de adaptarse a los tiempos modernos. Ahora, Donovan puede ver diversificada su responsabilidad ofensiva y las defensas tienen ante sí el gran reto de minimizar su producción sin abandonar la vigilancia sobre el resto de nóminas de tiradores presentes, quienes crean una gran cantidad de espacios en la zona que pueden ser aprovechados por el pívot francés y por él. Una realidad que la llegada de Jordan Clarkson se ha encargado de profundizar, al menos temporalmente.

El otro gran beneficiado de la lesión de Conley y la reconversión de Mitchell ha sido Joe Ingles, quien había quedado relegado al puesto de sexto hombre, sin éxito. Desde la lesión del ex de los Grizzlies, Ingles se ha reencontrado con su mejor versión y promedia 14,3 puntos y 6,1 asistencias. La incompatibilidad entre los tres perfiles ha sido evidente. Muy poco pastel para tanta boca hambrienta. El net rating con Mitchell, Ingles y Conley ha sido de -1,2 en los 160 minutos que han coincidido. Éste ha visto incrementado su rendimiento hasta el +5,3 cuando solo combinan fuerzas Mitchell e Ingles y aumenta exponencialmente con el actual quinteto inicial (+20,7 en 259 minutos).

La mayor conexión y química entre Mitchell e Ingles se ha potenciado en estos años jugando juntos, además de aportar un mayor tamaño y versatilidad al juego exterior. La idea no es sentenciar tan pronto a Conley, pero si decidir y delimitar el tiempo y el momento de cada uno de ellos en pista. El base ha demostrado ser un jugador muy inteligente y hábil a lo largo de su carrera. Y ahora, a sus 32 años y con su historial de lesiones, una mayor productividad puede estar ligada a un papel secundario, incluso desde la segunda unidad. En el peor de los casos, Conley no seguirá en Utah más de allá de 2021 y los Jazz han demostrado poder rendir muy bien sin él. De momento, Snyder puede reflejarse en el espejo de Houston con Harden y Westbrook y escalonar los minutos de Mitchell y Conley para que uno de los dos esté siempre en el partido, recibiendo la ayuda puntual de Mudiay.

No obstante, no hemos descubierto la gallina de los huevos de oro ni nos hallamos ante la revolución point-guard del siglo. Mitchell tiene las herramientas necesarias para convertirse en uno de los mejores bases dentro del contexto actual de modernidad en la liga. Pero tiene mucho que mejorar. Lo principal gira en torno a la toma de decisiones, ya sea en la lectura de las defensas para adelantarse al siguiente movimiento o elegir cuándo lanzar y cuando asistir al compañero. Unos requisitos que, por supuesto, le otorgarán la propia experiencia y un constante ensayo y error. En Louisville se desempeñó habitual como combo-guard y a sus 23 años puede seguir el camino que previamente han construido el propio Harden o Bradley Beal.

Las incorporaciones que hicieron los Jazz este verano, pese a parecer sustanciales, no han modificado la dinámica fundamental del equipo ni han supuesto una mejoría considerable. Aún siendo el pegamento del equipo y el Mejor Defensor de la NBA los últimos dos años, Rudy Gobert ha alcanzado su techo y, ahora, los Jazz necesitan que Mitchell sigan mejorando para alcanzar el objetivo de ser una verdadera amenaza en la lucha por el dominio del Salvaje Oeste.

(Fotografía de portada de Brandon Dill/Getty Images)


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