La recuperación de Paul George: una invitación al optimismo

La palabra «deporte» está estrechamente ligada a otro término con misma raíz semántica: deportividad. Si buscamos el significado de este vocablo, encontraremos que se define como la actuación correcta y educada que se debe guardar en toda actividad física.

Pues bien, aunque cueste admitirlo, no son pocas las modalidades deportivas que, en el seno de los equipos, de algún modo u otro se congratulan cuando un compañero de un equipo rival, sufre algún tipo de lesión que le aparta temporalmente de la competición. El deseo de ganar, se sitúa a menudo por encima de esa deportividad que debiera ser inherente a todo profesional. Y si para allanar el camino a la victoria las escuadras rivales pueden verse mermadas por las bajas de algunos de sus jugadores más importantes, mejor que mejor.

Competitividad y Deportividad

La NBA no es uno de esos deportes. Tras la escalofriante lesión de Paul George que ha conmovido a propios y extraños, el mundo del baloncesto se ha volcado de lleno a través de mensajes de apoyo en las redes sociales y mediante comunicados en otros medios informativos. Mensajes ciertamente sinceros que desean una pronta recuperación a uno de los jugadores más espectaculares que nos ha regalado el draft en los últimos años.

La relevancia del deporte en Estados Unidos, alcanza cotas inimaginables. La maquinaria empieza a funcionar desde los primeros años de escuela. El éxito deportivo va ligado al éxito social y académico. Becas universitarias, reconocimiento, y elevados ingresos. Todo eso, sumado a una cultura en la que el patriotismo es seña de identidad, da lugar a un gen competitivo muy alto, que despierta en sus jugadores, desde bien jóvenes, el deseo permanente de destacar, de mejorar sus números y de enfrentarse siempre a los mejores rivales. Alcanzar la gloria, sí, pero con todos los ingredientes.

Si hubiera que elegir una sola palabra para definir lo que significa la NBA, yo me decantaría por “espectáculo”. Showtime en estado puro. Esta competición no se conforma con tener en sus filas a los mejores jugadores del planeta, sino que busca permanentemente primar con un show constante al servicio del espectador. Aún no ha llegado el día en el que se piten pasos si en pleno partido, un «jugón» de estos decide machacar con un 360º. Por eso, la vuelta en plena forma de Paul George al parquet, es algo que esta liga necesita.

Precedentes que convidan a ser optimistas

La lesión de tibia y peroné, es la más espectacular y desagradable visualmente, y puede provocar más de un escalofrío en la grada. Pero no por ello es la que tiene la recuperación más complicada. Son dos huesos importantes, fundamentales para el ser humano, los que se rompen, pero quienes la han sufrido vuelven a jugar sin mayores complicaciones. Recordar que no hablamos de una lesión degenerativa como las que han torturado a estrellas malogradas como Greg Oden o Brandon Roy, sino de una fractura limpia y perfectamente tratable.

Precedentes para creer en una vuelta de Paul George al 100% nos sobran. Uno de los más recientes lo tenemos en Kevin Ware. Aquel 31 de marzo de 2013 fue una fecha oscura para el escolta de los Cardinals, quien sufrió una escalofriante lesión de tibia y peroné. Seis meses después, el jugador no sólo estaba sano, sino que ya era capaz de volver a hundirla hacia abajo. En noviembre, volvía a disputar un partido de baloncesto.

En el mundo del fútbol también contamos con diversos ejemplos. Djibril Cissé la ha sufrido dos veces, Francesco Totti también la padeció, Ben Arfa, Aaron Ramsey etc. Todos ellos han vuelto a jugar al máximo nivel. Según diversos informes médicos referentes a este tipo de lesión, salvo que exista una complicación por infección o cualquier otro factor, en principio la recuperación debería ser completa.

«Take it easy»

De acuerdo con los primeros diagnósticos, el periodo de vuelta a las canchas de George oscilaría entre los 15-18 meses. Sin embargo los avances médicos sumados al feroz afán de superación de algunos jugadores, hacen pensar que acortar ese proceso es más que factible (véase el caso de Kobe Bryant). De todos modos, mejor ir quemando etapas con calma y evitar una vuelta precipitada que pueda tornarse en funesta.

Este alero oriundo de California cuenta solo con 24 primaveras y tiene toda una brillante carrera NBA por delante. Fijarse en su compañero de profesión Derrick Rose y evitar una vuelta irreflexiva para jugar unos hipotéticos Playoffs, sería quizás la decisión mas acertada.


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