El buen inicio de temporada de los Cleveland Cavaliers deja a las claras que en la NBA no hay nada escrito. Y más en proyectos que son más cuento de la lechera que realidad. Hace apenas diez meses el mundo del baloncesto se emocionaba con el potencial de un equipo de carácter perimetral y frenético creado a imagen y semejanza de Darius Garland y Colin Sexton. De hecho, el plan que la organización de Ohio siguió desde la marcha de LeBron James buscaba crecer a partir de su línea exterior con otras apuestas fallidas como Kevin Porter Jr.
Sin embargo, una decepcionante temporada y un par de oportunidades de mercado cogidas al vuelo después, Cleveland pertenece por completo a su poder interior. Del trío que forman Markkanen, Mobley y Allen, solo este último baja de los siete pies, aunque solo se queda a dos centímetros del 2,13 y su envergadura y kilaje le convierte el pívot factual.
Como era de esperar su presencia en el quinteto titular y ser —según recoge NBA Stats— el segundo tridente que más minutos acumula junto en pista ha cambiado por completo el discurso principal que el equipo venía practicando en temporadas anteriores.