La primera parada en la profunda reconstrucción en la que están inmersos los Orlando Magic se ha topado con un desenlace relativamente inesperado.
La selección de Scottie Barnes por los Toronto Raptors en la cuarta posición del draft de 2021 modificó la hoja de ruta de los de Florida, quienes ejercieron la premisa de ‘talento sobre necesidad’ a la hora de utilizar su pick 5 en Jalen Suggs, a quienes la mayoría de analistas situaban en tierras canadienses.
Así, Suggs supuso una sorpresa inesperada pero también la llegada de otro jugador más a un juego exterior bastante cargado. De hecho, el deseo inicial de los Magic señalaba a reforzar posiciones interiores y añadir envergadura al roster.
El recién llegado Jamahl Mosley tendrá a su disposición un back-court compuesto por Markelle Fultz, Cole Anthony, R.J. Hampton, Michael Carter Williams, Jalen Suggs, Gary Harris y Terrence Ross. Y aún pudiendo todos ellos desenvolverse en distintas posiciones –incluida la de alero– el overbooking de jugadores es evidente.
Disponer de diversas opciones no tiene por qué ser negativo pero obligará al head coach y a las oficinas principales a tomar algunas decisiones difíciles a corto plazo. El desarrollo del talento joven será prioritario pero también se debe premiar de alguna manera a los jugadores más veteranos para que su experiencia nutra al young-core.
La tendencia actual hacia sistemas de small-ball puede facilitar que Mosley reparta una mayor cantidad de minutos entre sus jugadores, estudiando así las alternativas y situando a los jóvenes en distintos papeles, roles y responsabilidades. No obstante, este plan supone más una medida de corte que una respuesta viable a largo plazo.
La situación deportiva, contractual y personal de cada uno de ellos también será importante a la hora de valorar esta distribución de minutos de juego y su proyección hacia el futuro.
Gary Harris y Michael Carter-Williams finalizan contrato tras la conclusión de la temporada 2021-22, mientras que Terrence Ross ha sido objeto permanente de rumores sobre una salida que, tarde o temprano, se materializará. De no completarse en los próximos meses, mantendrá su rol como revulsivo desde la segunda unidad.
Markelle Fultz fue la gran apuesta de los Magic el pasado curso. Su renovación por tres años y 50 millones así lo confirmaban. Un acuerdo que comenzó a devolver ya esta última temporada con un buen nivel de juego hasta que una grave lesión de rodilla lo apartó de las canchas. Ahora, en Orlando esperan su regreso con las habituales dudas acerca del nivel que pueda demostrar y posteriores problemas físicos.
Los ojos también estarán puestos sobre Cole Anthony. El guard fue la apuesta de los Magic en primera ronda del draft de 2020. Sus habilidades convencieron a la franquicia a pesar de que ya entonces se puso en entredicho la necesidad de añadir otro jugador exterior. En su año rookie no supo dar un paso adelante, ni durante la plaga de lesiones ni tras el desmantelamiento del equipo durante el cierre de mercado. Anthony captó el mensaje tras la selección de Suggs y ha utilizado el verano, así como la Liga de Verano de Las Vegas, para exprimirse a fondo.
R.J. Hampton se encuentra en una situación similar aunque con el hándicap añadido de haber recalado en el equipo como parte del traspaso por Aaron Gordon. Las temporadas 2022-23 y 2023-24 las tiene sujetas a sendas opción de equipo que dependerán de su rendimiento hasta entonces.
De este modo, solo Jalen Suggs parece establecerse como una pieza inamovible y que, al menos esta temporada, tiene su lugar garantizado en la plantilla de los Orlando Magic. El de los demás dependerá, principalmente, de su rendimiento esta temporada, pero también de la planificación a medio y largo plazo llevado a cabo desde las oficinas. Lo que resulta evidente es que en el back-court no hay hueco para todos ellos.
(Fotografía de portada de Ethan Miller/Getty Images)