La estrella imposible

Uno de los mejores jugadores del mundo y, sobre todo, un jugador único.

¡Buenos días! Hoy la noche de baloncesto me ha dejado bastante más frío. Doble ración de 3-2 casero y sin mucha historia. Dos palizas, dos partidos prácticamente sentenciados al descanso y muy poco a lo que agarrarse en las segundas partes. Los Raptors han mejorado muchísimo, en ataque y en defensa (agresividad), y los Nuggets, con un gran Millsap para asentar las bases (ojo a la serie que está haciendo…), han vuelto a transformar un 1-2 en un 3-2 y continúan un proceso de maduración rápida que nos tiene a todos boquiabiertos.

En fin, que las dos series se han inclinado bastante hacia uno de los lados. Y en mi opinión, además de las dos importantísimas victorias, la noche ha dejado dos grandes historias: la salud de Embiid (una auténtica pena que no esté al 100% por el bien del baloncesto) y el hambre insaciable de un Nikola Jokic que no para, no frena, no se arruga, no cambia… Y es una estrella imposible. Un jugador que no habíamos visto nunca.

Hambre y barbaridades

“Las ganas de ganar”, dijo ayer al finalizar el partido cuando le preguntaron por su capacidad para seguir haciendo barbaridades cada dos días incluso con el esfuerzo acumulado que arrastran todos los jugadores de esta serie tras el partido de las cuatro prórrogas. Aquel día, Jokic jugó 65 minutos, la marca más alta de la historia de los playoffs desde 1953. Y su promedio en estos playoffs se va prácticamente hasta los 40 minutos por partido (39,8), la segunda marca más alta entre los jugadores que siguen en activo (Lillard juega 40,6 y parece muy tocado ya físicamente). Sí, Nikola Jokic. Ese pívot de aspecto rellenito que casi no levanta los pies del suelo. La estrella imposible.

En sus casi 40 minutos, Jokic está siendo uno de los mejores jugadores de estos playoffs (que por cierto, son sus primeros). Es sexto en anotación, pero lidera a todos los jugadores que siguen en activo en rebotes (ofensivos y totales), asistencias, puntos generados por sus asistencias… Y lo mejor de todo: ¡da 30 pases más por partido que el segundo clasificado (Lowry)!

¿Más? Más: lleva cuatro triples-dobles (nadie ha conseguido más en unos mismos playoffs en el siglo XXI), ha batido el récord de toques de balón en un partido de playoffs, lidera a todos los jugadores en Win Shares en las eliminatorias, lleva un ritmo de puntos-rebotes-asistencias que solo había sido capaz de sumar más rápido (250-100-100) Oscar Robertson…

El rey del roll corto (y puede que también del largo…), del mano a mano y, sobre todo, de las lecturas en tres cuartos. Una vez recibe en su terreno, como bien decía ayer Zach Lowe en un artículo para ESPN, se convierte en un jugador completamente impredecible. Las opciones son infinitas y la selección es una reacción a los movimientos defensivos de la que siempre saca una ventaja (para él mismo o para un compañero). Una autentica pesadilla para la defensa rival.

Hablamos de un pívot de 2,13 que en estos playoffs pesa cerca de 125 kilos y prácticamente no salta. Y hablamos al mismo tiempo de uno de los líderes en minutos (dice que está más cómodo en 125 kilos que en 115-120) que domina la liga desde el pase, la circulación de balón, el pick&roll, las bombas (floaters) y las lecturas sobre reacciones defensivas. Es una estrella única, absolutamente imposible.


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