Nick Collison, el último ‘Supersonic’

Cuando Nick Collison (Orange City, Iowa, 1980) se retire, con él se irá el último contacto que le queda a los Oklahoma City Thunder con su pasado, con ese pasado ajeno, cada vez más ajeno, y cada vez más lejano. Collison es el único superviviente de la mudanza que llevó a los Sonics de la bella Seattle a Ohklahoma; la mudanza que terminó con el basket en la ciudad del grunge, en la ciudad que sale de refilón en Twin Peaks. Como la serie de David Lynch, Seattle nunca deja de estar de moda, nunca deja de estar en la boca de la gente, no necesariamente para bien.

Nick Collison siempre será el último Supersonic, porque sólo él permanece de aquella plantilla que se fue, de un verano a otro, a Oklahoma. Y todos pasaron de ser Supersonics a ser Thunders. Hasta 2016, el máximo representante de aquello era Kevin Durant. Tras la marcha de KD a los Warriors, Collison se quedó solo como enlace de un presente en Oklahoma que poco recuerda de sus tiempos pretéritos en Seattle. Sí, la franquicia es la misma. Y si ustedes acuden al historial del equipo, los Thunder son campeones de la NBA. Aunque ese título lo lograran los Seattle Supersonics en 1979.

Tres décadas después, en 2008 y antes del comienzo de la 2008-09, la ciudad  se quedaba sin baloncesto. El 13 de abril de ese año, el Key Arena vivía su último encuentro NBA hasta la fecha. Victoria estéril de los Sonics ante los Mavericks, en un curso decepcionante para los locales, doble-doble de Collison (18 puntos y 11 rebotes), dentro de una noche donde además de Durant al lado del propio Collison, como rivales estaban Dirk Nowitzki, Jason Kidd, Tyronn Lue o Jason Terry. Collison, 27 años largos, cerraba así su cuarta experiencia en la liga, todas en Seattle.

Estrella universitaria de cierto renombre en Kansas, nº 12 del Draft de 2003 por los Sonics, jamás se movió de la franquicia, en el sentido estricto de la palabra, aunque para muchos Seattle y Oklahoma no tengan demasiado que ver. En septiembre de 2008, tras varios jaleos de inversores y ciertos desapegos, sobre todo económicos, con la propia ciudad de Seattle, los Thunder heredaban entidad administrativa e inauguraban logo, equipo y ciudad. Y acababan con la historia del baloncesto en Seattle. Un relato nacido en 1967 y que quizá se retome en unos años, con la intención de Adam Silver de llevar a cabo una ampliación en la NBA. De momento, rumores sólidos, pero rumores.

Tres lustros en la NBA

Lo que no cambia, lo que no terminó con el fin del basket en Seattle fue la pertenencia de Collison a la franquicia. De alguna manera. El ala-pívot llega ya a los 15 años como profesional, siempre desde un rol más secundario. Sus mejores tiempos, si a números los reducimos, fueron precisamente en Seattle. Pero por encima de la estadística, que en otros casos habría terminado mucho antes con la carrera de otro jugador en la NBA, el interior supo resistir el paso de jugadores, épocas y años cuando aterrizó en Oklahoma como parte de aquella mudanza que dejó un vacío enorme en Seattle. Un vacío que todavía persiste.

Hace unos días, Nicholas John Collison, 2,08 metros, 115 kilos, casi 37 años, renovaba por el mínimo con los Thunder. Atrás, 4 cursos en los Supersonics (1 aparición en playoffs) 10 cursos en Oklahoma (con varias post temporadas y un sueldo que llegó a los 13,2 millones en la 2010/11) y el respeto ganado de toda la competición. La 2017-18 será la 15ª temporada para Collison, lejos de la fama de otras estrellas, pero en el club selecto de jugadores que alcanzan esa cota de campañas en activo. No importa que en la 2016-17 sólo apareciera en 20 encuentros de liga regular, en un claro descenso de sus prestaciones en los Thunder. Collison sigue en el roster. Y en la NBA nadie hace favores, nadie regala casi nada.

El último Supersonic cumple tres lustros en la liga, siempre en el mismo sitio, que a la vez no es el mismo lugar, ya me entienden. No, no llegará a las dos décadas en activo, como ha dejado entrever ya este verano cuando se anunció su continuidad en Oklahoma. Pero el hecho de una retirada cada vez más a la vuelta de la esquina no supone necesariamente que esté preparado para ella. Por mucho que nos cuenten, hay que mirar a las cosas de cara para saber si duelen o no.  Collison ha aplazado otros pocos meses comprobar cómo se siente uno al dejar lo que ha hecho durante toda una vida. Pero vivir el presente es la mejor forma de afrontar el futuro.

“Quiero disfrutar el año y cuando acabe, ver qué hacer”. Decida lo que decida, aplace o no lo inevitable, Nick Collison siempre será el último Supersonic. Eterno honor.


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