La NBA anunció este martes a los jugadores reservas que completarán los dos equipos participantes en el All-Star Game de Atlanta. Una resolución que cada año levanta ampollas e impulsa la incredulidad de numerosos aficionados debido a aquellos jugadores, que, en su juicio, deberían haber sido elegidos y no lo han sido. Y viceversa.
Entre la exclusiva nómina de seleccionados se encuentra uno de esos nombres que, por una cosa u otra, no generan toda la expectación y el seguimiento que merecen en la NBA. Ni fu ni fa, dirían algunos. Pero lo cierto es que Nikola Vucevic se ha instalado por méritos propios en la élite de la liga. Y en la historia de los Orlando Magic. El center montenegrino se une a ilustres como Shaquille O’Neal, Dwight Howard, Grant Hill, Penny Hardaway y Tracy McGrady que han sido elegidos All-Star en más de una ocasión con la camiseta de la franquicia de Florida.
Quizá el renacer del hombre alto ha puesto muy caro el precio para participar en la presente edición del partido de las estrellas. Joel Embiid, Julius Randle y el propio Vucevic han sido los elegidos a costa de un Domantas Sabonis que se convierte en el primer jugador de la historia con unos promedios de al menos 20 puntos, 10 rebotes y 5 asistencias en no ser distinguido con la etiqueta de All-Star. Y es legítimo, por lo tanto, cuestionar como mínimo por qué sí lo ha sido Vucevic cuando su equipo ocupa la 12ª posición de la Conferencia Este mientras que los Pacers, asentados en la cuarta plaza, se quedan con las manos vacías. Aunque no alimentaremos este debate si no que analizaremos la evolución que ha seguido Nikola hasta asentarse en el lugar que se encuentra hoy.