No al ‘tanking’: la cruzada eterna de Pat Riley y los Heat

Miami no ha ‘tankeado’ en 23 años y aunque este curso no están entre los mejores, su fórmula les hizo ganar tres campeonatos

En lo que va de temporada 2018-19, un tuerto, dos individuos con parche (mínimo) y algún que otro caso de visión dificultosa han mostrado su atención por los Miami Heat. De una campaña que podría haber sido el progreso tras un meritorio sexto lugar del Este (43 victorias y primera ronda de playoffs, cayendo ante Philadelphia), sin techo conocido, la realidad está cayendo de manera totalmente opuesta. Un desastre tras otro (el último, la lesión de Goran Dragic) que impiden la progresión natural que se presuponía al equipo de Erik Spoelstra. Pero eso sí, por muy mal que marchen las cosas, el discurso de la franquicia es inamovible. Con Pat Riley (ya 73 años) a los pedales de la franquicia, nunca habrá lugar para el tanking. Es una cruzada eterna por ser competitivos, aun renunciando a activos de élite para el futuro.

Los Heat son el caso antagónico a las reconstrucciones tradicionales en la NBA. Si lo natural puede ser pasar un par de años de resultados febriles en medio del desierto y en busca de buenas rondas del Draft, Miami nunca ha renunciado a competir. Ni con la marcha de sus mejores jugadores en los últimos años. Se trata de un convencimiento expreso, canónico e innegociable en las tripas del American Airlines Arena. No van a perder a propósito. No hay nada que hablar de tanking para ser mejores en el futuro.

«De eso va el deporte. De competir cada noche. De tratar de ganar. No de lo contrario. Obviamente no todos los años tendrás una posición para competir por el título. Desde que estuve aquí (2008), trabando con Pat, desde el primer día, esa fue siempre la directriz. Para mí eso es fundamental. Deja como lo más importante lo que realmente lo es. Y todo lo demás es bullshit«, declaraba hace algunos días Erik Spoelstra, y recogía el portal The Crossover.

El compromiso principal de los Heat es, tengan más o menos éxito durante la temporada y el mercado, competir siempre y nunca dejarse llevar.

Temporada difícil

Esta temporada, las tormentas se agolpan por todas las latitudes. Ahora la lesión de Goran Dragic le mantendrá fuera hasta, más o menos, el All-Star. Eso trastoca del todo cualquier plan que la franquicia tuviera de traspaso (Dragic es contrato expiring) si en Miami querían sacar algo por el esloveno antes del verano. No es ya por perder su rendimiento, es que si querían sacar algo a cambio de su marcha, va a estar muy complicado porque el deadline para los traspasos es el 7 de febrero.

Eso se une a que Dion Waiters lleva un año de baja (ya más cerca de volver), a que James Johnson tampoco ha podido estar siempre o a que Hassan Whiteside se empeña en insinuar que, de vez en cuando, el aire no corre demasiado entre los huesos de su cráneo (irse del banquillo en un partido, por ejemplo). El pívot, aun cuando juega centrado, quizá no ha terminado siendo lo que los Heat esperaban en el momento de firmarle un gran contrato en el verano de 2016. Pero es que aun con todas esas piedras en mitad del camino, los Heat están peleando; se encuentran a media victoria (13-16) de entrar en playoffs.

Si hubieran tenido en condiciones a todos sus efectivos estarían sí o sí en la pelea por los ochos mejores. Pero no es el caso. No están llamados (dadas las circunstancias) a hacer una buena temporada y la economía tampoco ayuda: son la organización con la séptima plantilla más cara de la liga (cerca de 130 millones). La situación está enredada, comprometida como para una revolución sencilla, pero no por eso van a tratar de perder partidos.

El enfoque principal del asunto se encuentra en la presidencia de la organización. Desde su llegada a la franquicia en 1995 (era entrenador), Pat Riley nunca ha contemplado una reconstrucción desde cero, desde lo más bajo. Lo que fue haciendo es (más tarde ya en los despachos) conformar equipos a base de la adquisición de grandes jugadores, de estrellas de la liga.

Resultados de éxito

Y parece que le funcionó.

En las últimas 16 temporadas, los Miami Heat tocaron playoffs en 12, siendo un año el período máximo que quedaron apeados de los ocho mejores del Este. Nunca dejaron la pelea ni tuvieron letargos demasiado hondos. Prueba de ello es que desde 1995 solo se han perdido cinco ediciones de playoffs y estuvieron por debajo del 50 por ciento de victorias nada más que cuatro temporadas. En 23 años.

No les ha ido nada mal, contando además tres títulos (y otras dos Finales) por el camino, más de lo que 22 franquicias (30 en total) pueden presumir en toda su historia.

Y no sería porque no tuvieran que llevar a cabo reconstrucciones. Primero la del equipo campeón en 2006 (antes, la del primer gran equipo de Riley, entre 1995 y el 2000) y después tras la marcha de dos terceras partes del Big Three, LeBron James y Chris Bosh.

Pecados de Miami

Lo cierto es que, mirando a la actualidad, los propios Heat y sus dudosas decisiones pasadas son responsables del presente hastío de la franquicia. No están entre los mejores y no se prevé que puedan alcanzarlo a muy corto plazo. De aquellos barros, estos lodos; y sus principales pecados se cuentan al peso:

  • Tyler Johnson: firmó en 2016, 4 años y 50 millones de dólares (19,2 esta temporada y opción de jugador por lo mismo para la que viene).
  • Hassan Whiteside: (otro de 2016) 4 años y 99 millones (opción de jugador por 27 para el curso que viene).
  • James Johnson: salario entre 14 y 15 millones/año (contrato de 2017).
  • Hasta Kelly Olynyk: entre 11 y 12 millones por temporada (2017 también). No es una catástrofe natural pero esos millones podrían haber ido a otro sitio.
  • No contamos en este muro de las lamentaciones a Dion Waiters porque a pesar de haber estado lesionado un año y de jugar 73 partidos en dos temporadas y media, su contrato (11-12 millones) estaba justificado por su buen desempeño 2016-17.

Punto por punto, los Heat vilipendiaron media cámara acorazada en productos de dudosa calidad; apostaron por jugadores que no valían tales extensiones. Con el futuro, además, tampoco aparecen rondas del Draft en gran formato (en los tres próximos años tienen las primeras rondas de 2019 y 2020, que no se prevén muy altas).

Poco que rascar vía Draft

Volviendo a su alergia por el tanking, prueba de ello es que sus elecciones del Draft desde 1995 casi nunca estuvieron por encima del pick 9. Solo dos casos desde entonces: Michael Beasley (2008, número dos), que menudo ejemplo; y Dwyane Wade (2003, número cinco). Solo Caron Butler (2002) y Justise Winslow (2015) entraron en el top 10 en los últimos 23 años.

Síntoma de que a excepción de Wade, poco o muy poco le ha llegado a los Heat vía Draft (claro que también hay que saber encontrar) .

«¿Qué otras franquicias han tenido más éxito en los últimos 24 años? Nosotros estamos entre los tres o cuatro mejores. Los equipos que han tankeado no están en esa clasificación. Para nosotros, no hay manera de que hagamos algo así», seguía sosteniendo Spoelstra.

O sea, que nunca se valieron del talento universitario (o incluso adolescente) para levantar sus paredes. El caso de Wade sería la excepción que conformó el futuro de la franquicia durante década y media (15 temporadas en total en la organización). Pero ese tipo de reconstrucción no ha sido la ordinaria en Miami.

Si atendemos a los dos últimos grandes proyectos en los Heat, ambos nacieron reclutando a una (o más) grandes estrellas: Shaquille O’Neal en 2004 (a punto estuvieron de añadir a Allen Iverson en 2006) o LeBron y Chris Bosh en 2010.

Todo nació a través de giros maestros del destino y de la perspicacia y reputación de Pat Riley. Cómo no vas a coger el teléfono si te llama el viejo Pat…

Ahora mismo eso no está siendo suficiente, pues precisamente los problemas de los Heat crecen tras no haber acertado en las extensiones de contrato, además de no haber conseguido ninguna gran estrella.

Apuntaron a Jimmy Butler y a punto estuvieron en South Beach de hacerse con el escolta transferible más cotizado esta temporada (el acuerdo con Thibodeau estaba hecho), pero Philadelphia fue quien se llevó el mejor y único bocado en este caso.

La reconstrucción que viene

Tampoco se darán por vencidos los Heat, pues según apuntan algunas informaciones en Florida, cuando John Wall se ponga a tiro real se cree que Miami será de las franquicias que se sentarían de verdad por conseguir su traspaso (y los 37-40 millones/año crecientes de su contrato a estrenar). Llámese Wall o cualquier otra estrella que se ponga a tiro, el plan de Riley contempla targetear estrellas a la deriva que puedan rehabilitarse en Miami.

Si, como parece, quieren recomponer filas partiendo casi desde el taco de salida, Josh Richardson es el jugador (máximo anotador del equipo esta temporada) que más interés está suscitando en otras entidades. Eso sí, se cree que los Heat solo le traspasarían (contrato ganga de 9-10 millones por éste y dos cursos más) a cambio de una estrella. Por ahí empezaría la reconstrucción inmediata que quieren en Miami, aunque el principal problema es que poseen muchos millones ya comprometidos para el curso que viene: en torno a 70 si tanto Tyler Johnson (19) Dragic (19) como Whiteside (27) no se acogen a sus player options disponibles; y 135 en caso afirmativo.

Vaya, que si todos ellos siguen en su actual contrato de cara al curso 2019-20 (a ver qué pasa con Dragic y esa lesión), están atados de pies y manos en cuanto a contratos.

Tampoco tendrán nada fácil, pues, firmar un gran jugador este verano si Johnson o Whiteside deciden seguir en su actual contrato. A ver quién le dice, hoy por hoy, que no a esos 20 y 27 millones respectivamente. Sería a partir del verano de 2020, entonces, cuando las cuentas de la franquicia empezarían a sanearse.

«Pat siempre ha sido capaz de encontrar una estrella o los jugadores necesarios para ser competitivo. Y eso no ha pasado en los últimos dos años. Él tomó riesgos en tipos que se salieron solo por un año, los mantuvo varias temporadas y no han explotado (Tyler Johnson, Whiteside, James Johnson, Dion Waiters…). Este grupo ha estado junto tres años, y siempre fueron de menos a más. Esperaban empezar mejor. Pueden recuperarse y entrar en playoffs pero están flotando en un espacio en el que nadie quiere hacerlo», decía un ejecutivo rival (anónimo) de la liga.

Así, podrían estar compitiendo más arriba pero las circunstancias no se lo han permitido; y además su margen de maniobra para mover el equipo es escaso para el presente y también en el próximo verano. Un paso por el taller solo podría llegar a través de un traspaso… pero mientras tanto seguirán peleando sin tratar de ceder un centímetro en la cancha.

Es la cruzada de Pat Riley (y Spoelstra ya). La que les ha hecho ganar tres anillos en dos décadas y por la que seguirán apostando como credo principal en el futuro.

(Fotografía de portada: Mike Ehrmann/Getty Images)


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