Episodios V y VI de The Last Dance

(Esta serie de textos fueron publicados durante la emisión de The Last Dance en extranbamaniacs.com y los recuperamos ahora para que los pueda leer más gente).

Tras un ascenso deportivo y mediático fulgurante, la pérdida de reputación vino acompañada de una nueva cima desconocida para un jugador de baloncesto. Y del adiós. 

Michael Jordan anunció su primera retirada el 6 de octubre de 1993, apenas dos meses después de que el cuerpo sin vida de su padre fuese hallado en un pantano. (James Jordan fue asesinado el 23 de julio, sus restos aparecieron el 3 de agosto y no fue identificado hasta mediados de ese mes porque en un primer momento la familia Jordan no denunció la desaparición).

Esa tragedia fue el punto de no retorno para Jordan. Hastiado de todo y, según él, sin retos en las canchas, con 30 años optó por colgar las zapatillas y decir adiós al 23 de Chicago y la NBA en la cumbre de su carrera. No se marchó porque David Stern no tolerase más sus apuestas; se retiró porque estaba cansado de pagar el precio de la fama y no encontraba consuelo tras la muerte de su progenitor.

La especial conexión que siempre tuvo con su padre y lo mucho que le echaba de menos le hizo meditar. ‘Habló’ con él todos los días desde que supo que había muerto. Él había sido quien le había propuesto probar en el béisbol años atrás y empezó a rumiar esa idea. ¿Y si…? Por él fue por quien se embarcó en la aventura de entrar en un nuevo deporte cumplida la treintena. No tengo idea de cuánto se hablará en el documental sobre Jordan y el béisbol, aunque sospecho que habrá un recordatorio a la portada de Sports Illustrated de marzo de 1994 que tanto le dolió y por la que decidió no concederle a ese medio una nueva entrevista jamás. Veintiséis años hace y Sports Illustrated sigue vetada. Jordan no olvida.

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La cosa es que entre que Jordan dijo “nunca digo nunca, no cierro la puerta a ninguna posibilidad” cuando le preguntaron si podría volver en un año o dos tras retirarse; que en el béisbol era peor que un jugador promedio; y que metió 52 puntos en un partido benéfico en septiembre de 1994 en el Chicago Stadium después de 15 meses sin jugar, los Bulls se tomaron su tiempo para retirar la camiseta. Por si cambiaba de opinión.

El 1 de noviembre de 1994 fue el día elegido para elevar el 23 al nuevo United Center. Allí estuvieron ex compañeros como Scottie Pippen o John Paxson, leyendas como Julius Erving, Oscar Robertson, George Mikan, Bob Cousy o Kareem Abdul-Jabbar y rivales como Patrick Ewing en persona o Magic Johnson, Larry Bird y Charles Barkley en vídeo. Durante la ceremonia muchos le pidieron que volviese, pero él se mantenía en sus trece: “Espero que ahora que la camiseta está ahí arriba esa petición se olvide”.

Y así fue como empezó otra temporada NBA sin Jordan. La segunda. Poco a poco a todo el mundo se le iba haciendo cada vez más difícil imaginar que Jordan volviese a jugar con Chicago. Se le añoraba a diario cuando los Bulls iban decayendo en su producción o cuando sus herederos no ocupaban un hueco que era imposible llenar. Daba igual. Jordan ya era un recuerdo. La NBA, el deporte, los aficionados y los Bulls habían tenido que aprender a no contar con él. 

Y de repente, I’m back. La algarabía. En marzo del 95 Jordan volvía a pisar una cancha de baloncesto y colmaba de felicidad a todos menos a los Knicks.

Haberle perdido durante año y medio tuvo un enorme efecto en la percepción respecto a Jordan. ¿A quién le interesaba lo malo de Jordan? A nadie. Sus problemas con el juego quedaron no ya en un segundo plano, sino olvidados. Su figura se agigantó en todo el mundo. Nadie —salvo los Knicks— querían perderle de nuevo por lo que todo quedó centrado en lo que mejor hacía. La suerte para él, para Chicago, para los aficionados y para la leyenda, es que sus siguientes tres temporadas completas fueron obras maestras.

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(Algunas de las revistas de mi colección. La locura que había con Jordan desde su vuelta hasta su retirada llegó a límites insospechados. Literalmente nacían publicaciones nuevas cada pocos meses solo por Jordan).


Errores (o engaños) en el documental

Seas o no de la opinión de que The Last Dance está controlado en exceso por Michael Jordan y que la narración va encaminada a engrandecer más su figura, la realidad es que ya hemos visto varios gazapos o engaños en el documental.

Algunos tienen un pase ya que se hacen para mejorar el producto y puede que no exista la grabación para ese momento del que se habla. Un ejemplo de esto lo vemos al final del episodio I: están presentando a los Bulls la noche de la entrega de los anillos en octubre de 1997 y sale en primer plano el speaker del United Center, una grabación que corresponde a junio de 1998. Hay más licencias, innumerables y banales, de épocas correspondientes a los 80 o principios de los 90 debido a la escasez de material.

Otros no tienen justificación. Ya comenté en el podcast 43 el tremendo engaño de situar la escena de Jordan subido en el autobús en abril del 98 antes de los playoffs; en realidad los Bulls llevaban por entonces casi mes y medio de playoffs porque eso sucedió en mayo.

En cuanto a la parte del Dream Team también vemos errores. La llegada de jugadores NBA a los Juegos Olímpicos de Barcelona 92 no vino porque la NBA o alguno de sus dirigentes así lo pensasen para que Estados Unidos reconquistase el oro; fue porque Boris Stankovic inició este proyecto en primer término. ¿Y el lanzamiento de la pelota a las gradas por parte de Magic Johnson en el “mejor entrenamiento de siempre”? Jack McCallum, experto en el Dream Team, nos recuerda que no sucedió porque Magic estuviese enfadado por la marcha del partido ya que lanzó el balón antes de que se iniciase el entrenamiento.

Stockton

En los episodios VII y VIII deberíamos empezar a ver algún corte de John Stockton. El eterno e indestructible base de los Jazz —disputó 1.504 partidos de 1.526 posibles— fue uno de los antagonistas de los principales momentos de Jordan en el final de su época con los Bulls. Ahí estaba el pobre John el día del Flu Game. También asistió al Last Shot. El director de The Last Dance consiguió su participación in extremis. Jason Hehir dice que ha estado dos años tratando de hablar por teléfono con Stockton y que finalmente logró sentarle para una entrevista el 10 de marzo, siendo el último entrevistado de todo el documental. Stockton se excusaba diciendo que no quería ser partícipe de una loa a Michael Jordan. Al final le convencieron.


Línea temporal 1984-1997

Barkley y Jordan

Los episodios V y VI nos sirvieron para ver interactuar a Charles Barkley y Michael Jordan. En 1992 como compañeros en los Juegos Olímpicos y en 1993 como rivales en las Finales. Barkley aprovecha el documental para afirmar que Jordan era el mejor y que en las míticas Finales del 93 —qué serie fue aquella— él jugó lo mejor que pudo pero que aún así sintió por primera vez cómo había un hombre mejor que él en la pista.

Barkley ha dicho esto en los últimos tiempos pese a que él y Jordan ya no tienen relación. En 2012 Barkley criticó a Jordan por su labor al frente de los Hornets y desde entonces Jordan le puso la cruz.

“Lo que más me molesta de todo esto es que no pienso que dijese algo tan malo. Estoy seguro de lo que dije: ‘A pesar de lo mucho que quiero a Michael, hasta que no deje de contratar a gente que le bese el culo y a sus mejores amigos, nunca va a ser un general manager de éxito’. Y me acuerdo perfectamente de que lo dije así. Y lo que realmente me molesta es que después Phil Jackson dijo lo mismo”.

Jordan sí mantiene relación con Jackson; no así con Barkley.

“Si eres famoso y hubo un momento en el que Michael era el más famoso del mundo, todo el mundo a tu alrededor está en nómina o dejando que pagues todo y volando contigo en tu avión privado. Muy pocos de tus amigos van a ser honestos contigo. Y eso es complicado para cualquier famoso, pero más para alguien así. Y esa era una de las razones por la que éramos grandes amigos. Él podía preguntarme lo que quisiera y recibir una respuesta honesta. Pero parte de mi trabajo como analista es no salir en televisión y decir ‘un general manager apesta’ y luego porque Michael sea como un hermano tenga que decir ‘está haciendo un fantástico trabajo’”.


Línea temporal 1997-98 

El traspaso de Caffey

Una de las cosas que creo que ya han quedado en el tintero del documental porque la línea de tiempo ha avanzado hasta primavera es el traspaso de Jason Caffey.

El 19 de febrero de 1998 los Bulls traspasaron a Jason Caffey a los Warriors a cambio de dos segundas rondas y de David Vaughn, un jugador que apenas se puso la camiseta de Chicago por un total de 6 minutos antes de ser cortado. El intercambio fue, básicamente, por dos segundas rondas. Caffey había colaborado en el anillo de 1997 al promediar 7,3 puntos y 4 rebotes con casi 20 minutos por partido en temporada regular. Que Jerry Krause le traspasase a cambio de nada se veía como otro modo de ir preparando la disolución del equipo y de paso de fastidiar a Jackson y al resto de la plantilla en general.

Este movimiento de Krause fue muy criticado tanto dentro del equipo como en los medios. Phil Jackson llegó a decir en una entrevista que a Krause le encantaba elegir jugadores en el draft, pero que la NBA ya no iba de eso sino de fichar a agentes libres y además criticaba mucho que el movimiento hubiese sido solo dos segundas rondas. Jackson aprovechó la charla con el periodista para seguir criticando al general managerdiciendo que cuando eligió a Caffey en el draft unos años atrás Michael Finley estaba disponible y Krause no lo seleccionó porque decía que no podía tirar bien. Esa misma temporada les metió a los Bulls 32 puntos en un partido. (Finley terminó su carrera disputando 15 temporadas, más de 1.100 encuentros, promediando 15,7 puntos, 4,4 rebotes, 2,9 asistencias, un 44,4% en tiros de campo y ganando un anillo por el camino. Caffey no pasó de ocho campañas como profesional).

¿Lección aprendida? 

No sé si se hablará de algo de esto en los episodios VII, VIII, IX o X. Como es posible que no, aprovecho esta tribuna para recordar una anécdota sobre Jordan de la temporada 1996-97 de la que me acordé el otro día.

“Si te fijas le verás en todos los partidos acercarse a los rivales, sonreírles, darles un golpecito en el trasero y entonces empieza el partido y les patea el culo. Y le abrazan tras el partido, como si fuera algo bueno que les hubiese metido 45 puntos en la cara. No lo entiendo. Los engaña haciéndoles pensar que quiere verlos mejorar. Habla de los jugadores jóvenes, invita a la gente a sus películas, es todo un engaño”.

Jeff Van Gundy, comentarista de ESPN en 2020, entrenador de los Knicks en los 90, dijo esas palabras antes de enfrentarse a los Bulls el 21 de enero de 1997. Hablaba de Jordan acusándole de aprovechar su estatus para engañar a sus rivales, hacerles creer que era su amigo antes de los partidos y luego pasarles por encima. El encuentro entre Bulls y Knicks de ese día nos dejó la mayor anotación que Jordan hizo en sus dos últimas temporadas con Chicago.

Los Bulls ganaron 88-87 y Jordan metió 51 puntos, incluyendo un importante triple en los minutos finales tras el que dedicó unas cuantas lindezas a Van Gundy.

Fue siempre un error motivar a Jordan diciendo lo que no debías.


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(Fotografía de Al Bello /Allsport)


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