Serie ‘Despachos NBA’: Ujiri y su odisea continental

En esta nueva entrega del serial en el que hablamos sobre los mejores general managers de la NBA hacemos un repaso a la carrera de Masai Ujiri, el arquitecto del primer campeonato en la historia de los Raptors.

El campeonato conquistado en 2019 por Toronto Raptors fue la culminación de un vertiginoso trayecto de seis años con numerosos altibajos. Pese a que hubo momentos en los que el proyecto enflaqueció hasta el límite del desmoronamiento, la filosofía de trabajo de Masai Ujiri se mantuvo inalterable durante todo el viaje por esta montaña rusa.

Desde que había tomado el cargo como general manager en 2013 no había sido nada reservado al respecto de su gran objetivo en Toronto. No se limitaba solo a alcanzar las Finales de la NBA. Quería conquistar el título. Quería ganarlo todo. Para ello tuvo que trabajar mucho en tres continentes distintos.

El primer cielo que vislumbró fue el de la localidad británica de Bournemouth, donde sus padres estudiaban medicina. Trece años después botó su primera pelota de baloncesto a más de 5.000 kilómetros de distancia, en Zaria, ciudad del norte de Nigeria. Su interés por el deporte de la canasta fue alimentado por las pocas revistas y cintas en VHS sobre NBA que llegaban al país por aquel entonces. Entre todos aquellos colosos hubo uno que lo conquistó por encima de los demás, si bien la genética no le ofrecería ni el talento ni el físico de Hakeem Olajuwon, el jugador que colocó a Nigeria en el mapa baloncestístico mundial.

Al ingresar en el instituto, sus padres le permitieron perseguir su sueño de convertirse en jugador profesional y le enviaron a la Nathan Hale High Scool en Seattle. Probaría un año en la tercera división de la English Basketball League, competición semi-profesional británica, antes de completar su periplo universitario entre Bismarck State College y Montana State Billings. Reino Unido ya le era conocido y allí decidió iniciar su carrera profesional. En total serían cinco temporadas repartidas casi en su totalidad en el país británico salvo por dos breves experiencias en Bélgica y Finlandia.

Tras finalizar su carrera en 2002, Ujiri regresó a Nigeria para formar parte del staff técnico del programa Basketball Without Borders, un campamento que ha servido para descubrir a actuales talentos de la NBA como Joel Embiid, Pascal Siakam o Luc Mbah A Moute. Actualmente el cargo de presidente de este programa recae sobre la figura del propio Ujiri, quien ha trabajado codo con codo con otros grandes embajadores de la liga como Mutombo, Kirilenko, Deng, Lanier y English. «Mi objetivo es tratar de construir instalaciones en África para que los niños tengan la oportunidad que he tenido yo de llegar a donde estoy».

Ese mismo año, Ujiri viajó a Orlando para acompañar a una prueba a una de las promesas nigerianas. Sería él el que terminaría impresionando a Gary Brokaw, director de scouting de los Magic, a Doc Rivers y al general manager John Gabriel. Aunque no tanto como para recibir una oferta formal y, durante un año, trabajó para la franquicia de Florida como scout internacional no remunerado, pagando sus viajes y compartiendo habitaciones con otros scouts y jugadores para limitar sus gastos.

El sacrificio mereció la pena y su desempeño recibió un fuerte respaldo desde Colorado. Jeff Weltman, entonces director de personal de jugadores de los Nuggets, recomendó al general manager Kiki Vandeweghe que ofreciera un puesto a Ujiri. El ejecutivo ‘picó el anzuelo’ y tanto Weltman como Ujiri darían comienzo a una relación profesional que daría sus frutos en Denver y, posteriormente, en Toronto. En 2007, Bryan Colangelo se lo llevaría a tierras canadienses tras cuatro cursos en los Nuggets. En solo un año, Ujiri ascendería en el organigrama desde el puesto de Director Internacional de Scouting hasta el de asistente del gerente general. El trasvase Toronto-Denver escribiría un nuevo capítulo en 2010, año en el que regresaría a Denver para, por primera vez, disfrutar de plenos poderes en las oficinas de una franquicia.

Nada más estrenar su asiento como general manager tuvo que hacer frente a su primer gran reto. Carmelo Anthony había rechazado la oferta de renovación de la franquicia y Ujiri se vio obligado a mover ficha y maquinar un traspaso a tres bandas con el objetivo de no perder a su gran estrella sin ningún tipo de compensación. Lo que recibió desde Nueva York y Minnesota no estuvo nada mal: Wilson Chandler, Danilo Gallinari, Raymond Felton, Timofey Mozgov, tres millones de dólares y la primera ronda del draft de 2014. Esta ronda se traduciría, tras un intercambio con los propios Knicks, en el pick nº7 utilizado para elegir a Jamal Murray en 2016. Para entonces, Ujiri ya había sido contratado como general manager de los Raptors. En Denver dejó tres clasificaciones consecutivas para los playoffs, dos de ellas con 50 o más victorias, y una filosofía de trabajo que se ha mantenido hasta nuestros días.

De regreso en Toronto, las decisiones importantes se seguían acumulando en su agenda. De la primera sacó una gran tajada, aumentando su estatus como emergente genio de los despachos. En verano de 2013 saltó la banca de Nueva York una vez más al enviar a Andrea Bargnani a los Knicks a cambio de Steve Novak, Marcus Camby, Quentin Richardson, la primera ronda del draft de 2016 y dos segundas rondas (2014 y 2017).

La manera en la que procedió a construir el nuevo proyecto mostró tanto su predisposición a adaptarse sobre la marcha a las vicisitudes de la liga como a no tener reparo ninguno a mover a los principales nombres presentes en el roster. Poco después, Ujiri enviaba a Rudy Gay a Sacramento y recibía en su lugar un paquete de expirings compuesto por Patrick Patterson, Greivis Vásquez, John Salmons y Chuck Hayes. Si bien la idea era liberar espacio salarial y optar a una alta selección de primera ronda, la realidad es que aquel  grupo de veteranos se convirtió en el elenco de apoyo al dúo formado por Lowry y DeRozan, que terminó de explotar aquel mismo año. Así, una temporada de transición terminó por transformarse inesperadamente en la primera aparición en post-temporada de la franquicia tras cinco años de sequía.

Desde que Ujiri presenció los primeros frutos embrionarios del proyecto, los Raptors no han firmado ninguna ausencia en playoffs. Tanto DeRozan como Lowry firmaron sendas renovaciones al alza y el juego interior fue reforzado con Jonas Valanciunas. Paralelamente, reclutó talento de forma astuta y completó las bases de un sistema en el que el papel de nombres residuales o desconocidos ascendió como la espuma. El equipo afiliado en la G-League, los Raptors 905, sirvieron de cuna y piedra de toque para Pascal Siakam, Normal Powell, Delon Wright y Chris Boucher. También para Fred VanVleet, quien no fue elegido en el draft de 2016. La misma suerte correría recientemente Terence Davis tras completar su ciclo universitario en Ole Miss.

Las 48 victorias de la temporada 2013-14 fueron aumentando paulatinamente hasta registrar 59 en el curso 2017-18. Sin embargo, el éxito de la regular season no se traducía en post-temporada, donde caían una y otra vez ante los Cavaliers de LeBron James. Los dos sweep consecutivos recibidos en 2017 y 2018 devolvieron a la realidad a los Raptors: el proyecto era bueno pero corría el riesgo de quedarse corto y caer en tierra de nadie. Ujiri tendría que mover ficha. Las dos decisiones que tomaría a continuación serían de las más difíciles de su vida. “Nunca olvidaré el haber tenido que dar esa noticia al entrenador Casey. Despertar esa mañana, ir hasta su oficina,… Muchas veces pensé que no estaba tomando la decisión correcta. Fue increíblemente difícil, porque Casey es una persona increíble y es genial trabajar con él. En el caso de DeMar, estaba en el hotel en Kenia. Caminé sin parar por el hotel entre las 4 y las 5 de la mañana tratando de reunir la suficiente fuerza y coraje para hacer la llamada telefónica. Nunca lo olvidaré”, declararía en una reciente entrevista para ESPN. En apenas unos meses, Dwane Casey, elegido Entrenador del Año, y DeMar DeRozan, dos de las caras visibles del equipo durante toda la década, dejaban de formar parte de la organización. En su lugar, Ujiri le daría las llaves del equipo a Nick Nurse y, en la cancha, a Kawhi Leonard tras un intercambio con los Spurs tan arriesgado que despertó numerosas críticas entre la afición de Toronto.

El propio Nurse había probado las mieles de la G-League durante años, culminados con los títulos de 2011 y 2013 como entrenador de los Rio Grande Valley Vipers. Como asistente de Casey, conocía a los jugadores que ya habían dado el salto al primer equipo y compartía el deseo de ganar y la capacidad de improvisar de su superior. Por su parte, el intercambio por Kawhi fue una apuesta total a una sola carta. Hubo riesgos inherentes: el alero venía de disputar tan solo nueve partidos la temporada anterior y Toronto no era un destino deseado después de que finalizara su año restante de contrato.

El equipo comenzó la temporada con mucha fuerza pero Ujiri, con la vista puesta en alcanzar las Finales, no estaba satisfecho del todo y en plena temporada envió a Valanciunas a Memphis para hacerse con los servicios de Marc Gasol. Los mejores años del pívot español empezaban a quedar atrás, pero con él añadieron una amenaza ofensiva prolífica y un segundo Defensor del Año a la ecuación. El resultado de la temporada, que sirve como comienzo para esta pieza, es conocido por todos y da pie a un refrán que parece haberse perdido en la NBA reciente: ‘Quien no arriesga no gana’. «Hemos estado creciendo y tratando de demostrarle a todo el mundo que existe un significado para tener un equipo de la NBA fuera de los Estados Unidos. Queríamos ganar en Toronto y hemos ganado en Toronto».

Así, que Ujiri sea uno de los directivos más codiciados no debería sorprender a nadie. Incluso antes de que sellara su reputación con el anillo de 2019 ante Golden State, el gran acierto en la mayoría de sus decisiones lo habían convertido ya en uno de los general managers más respetados de toda la NBA. Y con un futuro todavía muy largo por delante.


Nota: Bobby Webster fue nombrado general manager en 2017. Ujiri siguió tomando parte en las decisiones importantes en su puesto de presidente de operaciones de baloncesto.

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(Fotografía de portada de Vaughn Ridley/Getty Images)


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