‘Sugar Ray’: el último All-Star antes del destierro

“El 75% de veces que hablo de mi vida, lo hago sobre mi pasado”. A principios del siglo XXI, Micheal Ray Richardson, Sugar Ray, se refería a su expulsión de la NBA por reincidencia continuada en el consumo de drogas. Recién retirado del baloncesto a los 46 años de edad, parecía como si Ray Richardson hubiera buscado en esa interminable carrera la redención por los pecados pasados.

Su puesto de embajador con los Nuggets, al que accedía en 2003, suponía conectarse de nuevo con la NBA, con ese baloncesto de primer orden que un día de finales de invierno de 1986 le enseñó la puerta de salida. Para siempre. A sus 30 años, Ray Richardson tuvo que buscarse la vida en la CBA, en otras ligas menores y en Europa. No le fue mal. Pero nunca mejor de lo que pudiera haber conseguido si el oscuro mundo de la drogadicción no le hubiese atrapado una y otra vez.

El 24 de febrero de 1986, con la camiseta de los Nets y ante los Bullets, Sugar Ray disputaba su último encuentro en la NBA. Con cuatro All-Star a sus espaldas, dos presencias en el Mejor Quinteto Defensivo de la NBA y 1.463 robos (todavía está entre los 50 mejores de la historia en esta clasificación) únicamente razones extradeportivas podría explicar esta realidad.

La noticia saltaba un día después, el 25 de febrero, cuando la NBA decidía expulsar a Ray Richardson de la competición. Había vuelto a dar positivo por cocaína. Era la tercera vez que Sugar Ray no superaba un control antidopaje. David Stern tuvo que ser tajante en una competición en la que, según recogía en 1982 un artículo de Los Angeles Times, un 75% de los jugadores habían probado alguna vez las drogas. El programa contra la drogadicción de la NBA, instaurado en 1983, buscaba atajar ese mal casi crónico que amenazaba con cargarse todo el negocio. Con Ray Richardson no podían tener más mano abierta. Era suficiente.

“Fue la decisión más dura que tuve que tomar jamás”, aseguraría tiempo después Stern

Su último All-Star

Un año antes, en 1985, parecía que Sugar Ray había dejado atrás el drama de la cocaína, de las noches en vela, de la vida que no es. El 9 de febrero, en el Hoosier Dome, en Indianápolis, Ray disputaba su cuarto All-Star, después de los tres que había encadenado de manera consecutiva en sus inicios como profesional (1980,1981 y 1982).

Esta nueva aparición confirmaba que Sugar Ray estaba de vuelta, que volvía al partido de los mejores, como hiciera a comienzos de década, cuando brillaba en la Knicks a la vez que coqueteaba con las drogas de manera descarada.

Micheal Ray había pasado por tres centros de desintoxicación, había vivido un traspaso desde la Gran Manzana a Golden State Warriors, cuando fue cambiado en octubre de 1982 por Bernard King, luego ídolo del Madison, y había superado unos meses muy difíciles en los propios Warriors. Tuvo que ser en New Jersey, cerca de la Nueva York que le vio brillar en la pista y consumirse en la noche al ritmo de la ciudad, donde Ray recuperó su esencia. Traspasado en febrero de 1983 a los Nets, el polivalente escolta de la Universidad de Montana volvía por la senda del bien. O eso creyeron.

Hasta el punto de que para el All-Star de 1985, en la madurez de su carrera, volvía a formar parte del equipo del Este, siempre de suplente, complicada otra posibilidad en una Conferencia con figuras de la talla de Larry Bird, Michael Jordan, Moses Malone, Gervin…

Pero Ray estaba ahí otra vez, como antaño, aunque estadísticamente no se trató de su mejor All-Star. Jugó 13 minutos en la derrota del Este ante el Oeste (140-129). El MVP fue Ralph Sampson, número 1 del Draft de 1983 y que disputaba el segundo All-Star en otros tantos años como profesional. Los 43.146 espectadores  asistieron ese día al primer Partido de las Estrellas de un mito, entonces novato, llamado Michael Jordan, que empezó como titular en el Este, entrenados por K.C. Jones. En el Oeste se sentaba Pat Riley.

Jordan se quedó en 7 puntos y Sugar Ray en 5 tantos, aportados desde el banquillo, además de 2 rebotes, 1 asistencia y 2 robos. Curiosamente, Micheal Ray compartió banco esa velada con Bernard King. Con él, además, tiene en común el hecho de ostentar algunos récords navideños, ambos con la camiseta de los Knicks. Mientras que King es todavía el jugador que más puntos ha metido en un choque celebrado el día de Navidad (60, en 1984), Ray es el que más robos ha perpetrado en la misma fecha (6, el 25 de diciembre de 1979). Ese mérito lo comparte con Westbrook, Rose y Jordan, entre otros.

El sucesor de Walt Frazier

Sin embargo, el último mes del año no siempre trajo buenas sensaciones para el escolta nacido en Denver. En diciembre de ese 1985 que le vio de nuevo como All-Star, Ray desaparecía varios días. Una fiesta interminable le había puesto en el pozo. Pidió ayuda a su agente, pero era demasiado tarde. La cosa se le había ido de las manos y había salpicado a su vida personal y financiera. Apurado económicamente, con acusaciones de acoso a su exmujer, todo reventó definitivamente ese 25 de febrero de 1986. La NBA no le pasaba ni una más.

Ahí clausuraba sus días de profesional Ray, número 4 del Draft de 1978, el mismo de Mychal Thompson (número 1 y padre de Klay Thompson) y de Larry Bird, que salió dos puestos por detrás del propio Ray. Para muchos, Richardson iba a ser el sustituto de Walter Frazier, que acababa de dejar los Knicks, con los que ganó los dos únicos anillos que atesora todavía a día de hoy la franquicia más famosa del mundo.

Durante los primeros años parece que así iba a ser, pero las drogas lo apagaron todo. Pegó algunos destellos finales en ese All-Star de 1985, para luego sumirse en la casi ruina y la huida obligada a otras competiciones. Él mismo reconoció que en 1990 tuvo la ocasión de firmar por los Sixers, pero que sólo le ofrecían un año y que se planteó que su carrera en Europa podría ser más duradera si permanecía en el Viejo Continente. “Además, me permitió tener mucho tiempo libre para pensar en todo lo que me había sucedido en el pasado”, reconocía en 2003 a la ESPN.

Como jugador llegó a ganar una Recopa de Europa y prolongó hasta la extenuación su carrera europea . Como entrenador trabajó en la CBA, donde tuvo algún problema por ciertas declaraciones hacia los judíos, aunque su principal éxito le vino en la NBL de Canadá. En el país vecino de los Estados Unidos ganó dos títulos con los London Lightning (2012 y 2013) y dos premios en los mismos años a Mejor Entrenador de la NBL. También lo fue de la PBL y había sumado previamente dos éxitos en los banquillos como campeón de la moribunda CBA (2008 y 2009).

El primer hombre en la historia de la NBA en liderar una temporada en robos y asistencias (1979/80) confesó en esa charla con la ESPN sentirse afortunado por pasar lo que pasó. “En el momento en el que me encuentro ahora puedo decir que me siento bendecido. Pienso en jugadores como Len Bias y considero que me podría haber pasado a mí. Pero con todo lo que viví, pude jugar muchos años más y todavía conservo mi salud”.


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