Temporada 2020-21: ¿cómo fueron las predicciones?

Con menos de un mes por delante para el arranque de una nueva temporada de la NBA, es tiempo de previas, de análisis y, cómo no, de pronósticos. Es tentador a estas alturas tratar de inferir qué va a ser de la temporada de cada equipo en función de lo visto el curso pasado y de los movimientos del mercado, lo cual supone un interesante trabajo de estudio pero, a su vez, hace que vistas con perspectiva varias de los predicciones pequen de cierta ingenuidad o den por sentadas ideas que no llegan a materializarse. A eso nos dedicaremos a continuación, a repasar qué se esperaba de cada equipo y qué terminó ocurriendo, centrándonos especialmente en las sorpresas tanto positivas como negativas.

Como es habitual, tomaremos como referencia los pronósticos que Elio Martínez, director de nbamaniacs, realizó en las previas de la temporada pasada, no con la intención centrarnos en sus vaticinios sino como muestra representativa de las sensaciones con las que cada equipo llegaba al inicio de curso. Al fin y al cabo, aun siendo apuestas personales, muchas de ellas reflejan el sentir general que dejaba cada equipo, por lo que sirven como buen punto de partida.

Unas Finales inesperadas

Milwaukee y Phoenix no eran precisamente las dos primeras franquicias que se venían a la cabeza cuando se hablaba de pelear por el anillo. Los Bucks sí partían como candidatos, pero tras el tropiezo ante los Heat en la burbuja cada vez existían más dudas con respecto a que lograsen trasladar su rendimiento de temporada regular a playoffs. «Primeros de su conferencia es mi pronóstico. ¿Suficiente para llegar a las Finales de una vez por todas? Eso es otra película» versaba su previa, que terminó siendo imprecisa en ambos aspectos. Los de Bundeholzer cambiaron su enfoque de los últimos años, y tras una regular season más tranquila en la que dejaron escapar el primer puesto, firmaron unos excelentes playoffs que les llevaron al título por segunda vez en su historia.

Mucho más sorprendente fue el caso de los Suns, que, por contra, sí venían de una gran burbuja que, sumada a las incorporaciones, especialmente la de Chris Paul, invitaba al optimismo. Sin embargo, existía también una notable reticencia a tomar el 8-0 de Orlando como un baremo realista de lo que podía ser este equipo, a quien se venía luchando por playoffs pero ni mucho menos llegando a ellos con tanta autoridad. Ni los más soñadores apostaban por un segundo puesto en temporada regular y unas Finales, lo que hizo de ellos una de las grandísimas sorpresas del curso.

También lo fueron los Hawks, que se encontraban en una situación similar a los de Arizona. Eran muchos quienes auguraban que a este joven proyecto ya le tocaba dar el salto y pelear por ocupar una las ocho plazas de postemporada, pero muy pocos (si es que había alguno) los veían como finalista del Este. Su temporada regular arrancó con los altibajos esperables, pero la llegada de McMillan al banquillo supuso un enorme impulso que llevó al equipo mucho más lejos de lo que parecía razonable suponer.

Año de lesiones

Uno de los aspectos que más tira por tierra los distintos pronósticos es el relativo a las lesiones, y no hubo precisamente pocas la temporada pasada. Uno de los equipos más afectados por ellas fueron Los Angeles Lakers, que arrancaban el curso como claros candidatos a repetir anillo pero que vieron como su temporada se iba complicando más y más a medida que Anthony Davis y LeBron James se iban perdiendo partidos por culpa de los problemas físicos. Cuando ambos regresaron, fue demasiado tarde para evitar el play-in, y aunque superaron a los Warriors en este no pudieron con unos Suns que llegaron a los playoffs mucho más rodados y en un grandísimo estado de forma.

En la otra conferencia, fueron los Nets quienes más vieron frustradas sus expectativas por razones extradeportivas, aunque lo cierto es que eran un equipo del que pocos esperaban una gran temporada regular. La propia previa auguraba que tardarían en tomar velocidad de crucero pero que serían temibles una vez que esto ocurriera, pero lo cierto es que Durant regresó de su lesión mucho mejor de lo esperado y les llevó en volandas desde muy temprano. Impulsados por la llegada de Harden, fueron un equipo más sólido de que se creía en regular season pese a las continuas ausencias, pero estas no cesaron en playoffs y nunca pudieron desplegar todo su potencial, lo que les llevó a avanzar menos de lo previsto.

Y ya que hablamos de Harden, hay que poner la vista en Houston. En su caso no fueron las lesiones lo que truncó las expectativas, sino la salida del escolta, pero lo cierto es que ni siquiera tomando esta como posible (los rumores ya eran fuertes por aquel entonces) se esperaba semejante descalabro. «Si Harden se queda, cuartos del Oeste; si se marcha, octavos» era el pronóstico. Pero no. El suelo estaba mucho, pero mucho más abajo.

Sorpresas sin premio

Pueden considerarse también sorpresas positivas las posiciones de 76ers y Jazz, líderes de cada conferencia tras la temporada regular en contra de lo esperable. Philadelphia, tras un año decepcionante que se saldó con una barrida en primera ronda, logró reconducir el proyecto y volver a soñar con grandes objetivos, mientras que los de Salt Lake City dieron un importante salto de calidad para acabar situándose en lo más alto de la NBA tras una fase regular de ensueño. El de Utah fue el caso más sorprendente, aunque en general ambos planteles terminaron la liga dando la sensación de que por fin había llegado su momento de colarse en la élite de la liga.

Luego en playoff, sin embargo, ese salto se quedó un poco a medias. Ninguno de ellos llegó siquiera a las Finales de Conferencia, y cayeron de forma relativamente decepcionante ante los Hawks y ante unos Clippers sin Kawhi Leonard respectivamente. ¿Sorpresa o decepción entonces? ¿Ambas? ¿Ninguna? Es lo complicado de la separación entre liga regular y playoffs, que el rendimiento en ambos puede ser muy dispar y es difícil saber cuánto ponderar cada uno.

Un Este imprevisible

Así como en el Oeste en mayor o menor medida se cumplieron muchos de los pronósticos (más allá de los casos concretos mencionados), el Este fue una caja de sorpresas para bien y para mal. Heat y Celtics, sin ir más lejos, firmaron temporadas bastante pobres pese a llegar como vigentes finalistas de conferencia, y, lejos de despertar en playoffs, fueron aplastados en primera ronda por Bucks y Nets respectivamente. También estuvieron por debajo lo esperado los Raptors, que contaron con la dificultad de pasar todo el año lejos de casa y se fueron hundiendo con el paso de los meses hasta terminar muy lejos incluso del play-in.

Precisamente en ese play-in estuvieron los Hornets y los Wizards, estos últimos haciéndose incluso con la última plaza en juego para playoffs. Pese a que eran equipos de los que se esperaba cierta competitividad, ambos atravesaron tramos de calendario en los que superaron notablemente dichas expectativas, y si bien es cierto que fueron presa de su irregularidad (Charlotte fue de más a menos y Washington de menos a más), dejaron un sabor de boca bastante mejor del esperable.

Sin embargo, mucho mayor fue la hazaña de los Knicks, que pasaron a ocupar el pozo de la Conferencia Este en casi todas las apuestas a ser uno de los equipos más solventes de la misma y terminar en una cuarta plaza que les devolvió a playoffs por todo lo alto. La forma en que Thibodeau dio vida al equipo tras años de desastre le valió incluso el premio a Entrenador del Año por encima de hombres como Quin Snyder o Monty Williams, reconociendo el milagro que había hecho con una plantilla que parecía destinada a pelear por el número 1 del draft más que por estar en las eliminatorias.

(Fotografía de portada: Patrick McDermott/Getty Images)


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