Toronto Raptors, el candidato agazapado

Los Raptors están ahí. A ti te puede parecer que no. No acaparan los titulares de los grandes diarios, salen poco en los resúmenes de las televisiones y sus jugadores no son los que más seguidores tienen. Pero, una temporada más, siguen en la pomada.

19-8 en estos momentos, Top-5 en la NBA. No es ninguna tontería. Son el tercer equipo más equilibrado por diferencial de puntos (+8,2) y están en clara tendencia alcista. Permitid que les hagamos un hueco para explicar las bondades de un proyecto que tiene pocas pero acertadas actualizaciones.

El componente de ser uno de los equipos con menos novedades respecto al año pasado hace que sean inmediatamente menos atractivos a ojos de los aficionados, sin poner en valor el juego individual o en conjunto. Pero estos Raptors, poniendo menos al servicio del espectáculo y más a la hora de ganar por ganar, son dignos a tener en cuenta en una Conferencia Este cambiante y en la que ellos se están moviendo mejor que nunca.

Proyecto marcado

Kyle Lowry era el epicentro de los movimientos para seguir por la senda en la que llevan ya inmersos un lustro. Lowry se lesionó uno de los tobillos en el segundo partido de las semifinales de conferencia ante Cleveland Cavaliers en los pasados playoffs. No jugó ni el tercero ni el cuarto y cayeron eliminados. La frustración era palpable, ya que sería agente libre un mes y medio después y él mismo dejaba caer que exploraría otras opciones. Los Raptors habían vuelto a hacer un esfuerzo para ajustar el equipo con las llegadas de Tucker y Sullinger de cara a los playoffs 2017, pero no sirvió. El proyecto era de calidad, con una base definida y buenos aditivos, pero no llegaba a dar el paso.

Un año antes ya lo habían intentado con otros movimientos que también se entendían como un acercamiento a la identidad de la franquicia, como la llegada como embajador del rapero Drake o los fichajes de los canadienses Anthony Bennett y Cory Joseph. Tampoco funcionó. DeMarre Carroll llegó como pieza definitiva para asaltar los cielos y fue un fiasco.

En Toronto saben que están cerca, que sólo les falta ese no sé qué para dar el paso que les lleve a ganarse un sitio en una eliminatoria por el título máximo.

Una misma silueta

El verano de 2017 se avecinaba el más importante en unos años. Algunos jugadores de los Raptors podían romper la baraja y coger otros caminos. Además de Lowry, Ibaka. El congoleño se ha convertido en la tercera pata del trípode que sostiene esta plantilla. Por diversas razones ambos renovaron con contratos multianuales y decidieron seguir intentando eso de ganar un campeonato en Toronto.

Son pocos cambios los que hubo en ese mercado estival. Dejando de lado la adquisición de O.G. Anunoby, el novato que más está destacando, los contratos duales y la salida de Carroll y Joseph, el fichaje de C.J. Miles ha sido la novedad principal. El otro movimiento importante fueron las mencionadas renovaciones de Lowry e Ibaka y la de Norman Powell, que supone hálito fresco para el futuro porque no terminaba contrato.

Como hormigón armado, los Raptors han creado una estructura férrea que da sentido a la idea que quieren desarrollar. Falta por saber si eso se materializa en una mejora o si no hay más margen.

Ujiri, el rey de esto

El arquitecto de esos Raptors es el nigeriano Masai Ujiri. Cuando se discute quién es el mejor mánager general de la NBA, apellidos como Buford, Myers o Presti siempre van acompañados de Ujiri.

De los Raptors de Bosh tuvieron que pasar a otra estrategia, una en la que tuvieran dos referencias. Y, sobre eso, construir. El crecimiento de Lowry y DeRozan, sus sinergias (sobre todo, para alternarse en ataque), están dando su rendimiento. Ujiri ha internacionalizado el equipo aún más, siendo ya los Raptors un equipo exótico por razones geográficas, y además es el único GM no estadounidense que tiene un premio a Ejecutivo del Año.

De Ujiri siempre se alaba lo mucho que arriesga con las elecciones del Draft. Con ello se ha llevado sonados chascos como el brasileño Bruno Caboclo, pero el hecho de haber sido ojeador antes que presidente le aporta un background valiosísimo a la hora de rebuscar entre el talento.

Y es tratado con honores de jugador. El próximo verano hubiera vencido su contrato con los Raptors de no ser por la renovación que firmó el año pasado, acontecimiento que fue tratado en la zona noble de la gerencia como una victoria de prestigio. De su continuidad también depende la estabilidad.

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El paso adelante de algunos

Una nueva temporada, una nueva ilusión. Con ese espíritu han comenzado de nuevo los Raptors. Es evidente que, teniendo a mano los números de la pareja que domina (Lowry & DeRozan), sólo habrá progreso en este equipo si otros jugadores se suman al aporte. En este inicio de campaña sí se ha visto algo así.

La lesión de Jonas Valanciunas, pívot titular, ha dado paso a otros jugadores que le han tenido que ir sustituyendo en los primeros encuentros. Este hecho en particular es lo que habla bien progreso que se necesita. El austriaco Jakob Pöltl, más prototipo, y el brasileño Lucas Nogueira, más especialista, han soportado el peso de la zona en ausencia de su compañero lituano.

Los otros dos jugadores que están aportando algo diferente, fruto de un trabajo arduo en sus vacaciones, son Pascal Siakam y Delon Wright. Hay más minutos en la rotación para ambos (5 para Siakam, 4 para Wright) y los dos están respondiendo con creces. Sin embargo, la idea es construir en esa poción de alero al británico O.G. Anunoby, de una de las mejores camadas de novatos que haya visto este siglo.

Los efectistas

Dwane Casey ha cambiado la cultura. Es lo que pedía Masai Ujiri tras la eliminación en los Playoffs 2017. Y así se ha cumplido lo expuesto por el presidente.

¿Cómo lo han conseguido? Priorizando. En el baloncesto-espectáculo se han puesto las pilas, ya que los pases importan poco si no tienen por objetivo llevar el balón a la cesta, y así se explica la mejora en este aspecto que desgranábamos esta semana en nbamaniacs.

Esa nueva gama, la de un equipo sin tanto brillo pero con más acierto, es la que se está imponiendo en el Air Canada Centre. Haciendo lo que hay que hacer.

Las estrellas mejoran. DeRozan ya lo demostró en la temporada pasada, con más opciones que las que le daba su conocido tiro desde media distancia, y ahora ejerce ya sin miramientos como referencia individual en ataque, se le busca para finalizar. Lowry está aportando en otras facetas, completando los segundos mejores números de carrera -en su 12º año- en rebotes y asistencias.

Con tres o cuatro cosas están haciendo un camino. Con el acierto en los tiros desde dentro del arco (56%), y siendo el segundo equipo que menos pérdidas tiene (13,9), arman el ataque. Con una defensa más asociativa, y ahí es donde viene la diferencia principal, los Raptors abrasan a los rivales en tiros (1º), robos (2º), rebotes (1º) y asistencias (4º).

Más que buscar agradar, ganar. ¿Se ha acabado definitivamente el tiempo de espera en Toronto? En un Este engrandecido por los Cavaliers y los Celtics, los Raptors están haciendo muchos méritos para dar la sorpresa de una vez por todas.


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