El último secreto de los Warriors

Incluso el equipo más potente y seguido del momento esconde secretos por revelar.

La noche del pasado 22 de junio, apenas diez días después de haber conquistado su segundo anillo en tres años, los Golden State Warriors se presentaban al Draft sin ninguna elección en su poder. Ni en primera ni en segunda ronda. Desde fuera incluso podría pensarse que aquel evento era poco menos que indiferente para un equipo aparentemente centrado en otros intereses.

No era así.

Y de hecho la Gerencia se encargó de lograr que la franquicia saliese del sorteo con un jugador más. Y no uno cualquiera. En secreto, el que más deseaban. Porque cuando los Bulls seleccionaron en segunda ronda (número 38) a Jordan Bell, el interior de Oregon que había cumplido tres años en escenario universitario, pocos intuían qué iba a suceder. Pero los Warriors se habían lanzado a por él y ofrecieron 3,5 millones de dólares, lo máximo aplicable en ese caso según la NBA, a cambio de la elección de Chicago. Querían a Bell a toda costa.

Los Bulls aceptaron las ya célebres ‘cash considerations’ a cambio de su elección. Se quedaron los 3,5 millones y Bell puso rumbo a la Bahía. No iba a ser un capricho de Bob Myers y los suyos. Su llegada estaba más que justificada en base a las cualidades del jugador y especialmente el potencial que podía desarrollar en un sistema tan particular como el de los Warriors. El ojo clínico de la Gerencia de Myers había fijado otro objetivo. Y ya era suyo.

Desde un punto de vista inmediato, resulta obvio imaginar que para un novato es extremadamente complejo hacerse un sitio en la rotación más talentosa que ha visto la NBA en décadas. Pero el interés de Golden State circulaba en un sentido diferente, ajeno a esa urgencia: Bell cumplía unas características muy determinadas para no sólo poder aspirar a tener un relativo espacio en esa rotación sino, más allá, para en el mejor de los casos pasar a ser un jugador de verdadero impacto en ella.

En otras palabras, los Warriors apostaban por dar cabida a un novato elegido en segunda ronda del Draft en un frontcourt que, en su mejor versión, ofrece a Kevin Durant, Draymond Green y Andre Iguodala. Piezas vertebrales de la nueva ‘Death Lineup’, el formato más devastador del baloncesto actual.

¿Por qué lo hicieron? ¿Qué tiene Bell para despertar tal interés en el campeón y un equipo plagado de recursos?

Hay varios puntos clave para entenderlo.

En primer lugar, las condiciones físicas y defensivas de Bell le convierten en un perfil muy útil en un sistema destructivo tan dinámico como el de Golden State. Es decir, una estructura en el que el cambio de asignación tras bloqueos es muy recurrente, dejando emparejados a interiores con exteriores (y viceversa) con asiduidad. La posición en la defensa de los Warriors tiene un valor muy reducido, lo interesante para Kerr y su cuerpo técnico es que los jugadores sean capaces de asumir muchas funciones diferentes para abarcar/cubrir espacio. O, en otras palabras, que puedan aguantar muchos tipos distintos de atacantes para condicionar al rival.

La versatilidad es un bien enormemente preciado porque, en el fondo, reduce el mismatch y por tanto acaba obligando al rival a abusar de situaciones de aclarado o uno contra uno. En ellas, Golden State puede arrojar especialistas de primer nivel para reducir aún más los porcentajes. A los Warriors se les conoce por su ataque, pero su defensa es también una picadora de carne.

Bell tiene tamaño (2,06), envergadura (2,11) y velocidad de pies para condicionar diferentes zonas defensivas. Es muy explosivo en su primer paso, poderoso en el rebote y capaz de proteger el aro. De hecho en esto último su marca, incluso como novato, resulta de impresión:

JUGADORPMINDFGMDFGADFG%
Porzingis2731,82,15,043,3%
Bell2814,11,53,146,6%
Millsap1628,92,24,647,3%
Embiid2531,22,85,748,6%
Whiteside1526,82,54,950,0%

Entre aquellos jugadores que defienden al menos tres lanzamientos al lado del aro por encuentro, en toda la NBA únicamente Porzingis está resultando más efectivo reduciendo porcentajes de los rivales que Bell, tal y como se aprecia en la imagen. Este aspecto, la defensa del aro, convierte al rookie en un jugador que puede asumir funciones defensivas como corrector de interior, o al menos compaginarlas con Green y Durant. Y ello ofreciendo, a la vez, una alternativa en la rotación para dar formatos más móviles a Golden State mientras se mantiene la buena defensa en la pintura, pudiendo prescindir de sus cincos más clásicos y de mayor tamaño (Pachulia y McGee).

Dicho de otro modo, si Green (otra apuesta de los Warriors salida de la segunda ronda del Draft) es el epicentro defensivo de un sistema dinámico y extremadamente versátil, Bell es un aspirante a replicar en las formas esa misma condición. A replicar, en definitiva, las bondades del interior moderno en lo defensivo. Un perfil alerizado que ejerza como cinco y sea efectivo. Esta posibilidad es muy interesante para Golden State, que promueve el ritmo elevado por inercia. Así, a más jugadores móviles y versátiles en cancha, más se puede alimentar su propuesta.

El segundo punto clave de la confianza depositada en Bell es precisamente su coexistencia junto al resto de machos alfa del sistema. En un equipo con tantos jugadores de primer nivel (cuatro All-NBA), el valor de los complementos es notorio, porque no siempre es sencillo poder maximizar todo lo que tienes en pista. Se necesita, además de sacrificio de las cuatro estrellas, un factor de cohesión para ellas.

Los Warriors suelen encontrar en Iguodala (solidario, inteligente, versátil y fiable en su toma de decisiones) el molde ideal para complementar a Curry, Thompson, Durant y Green, las cuatro piezas intocables de la estructura. A partir de ahí, de su formato más potente, diseñan sus opciones y rotaciones dependiendo de las necesidades y el rival.

Pero cabe la posibilidad de abrir otra vía. Y es que, pese a la poca muestra aún existente, representa un fenómeno a seguir contemplar qué sucede cuando Bell comparte precisamente frontcourt con Durant y Green. Y especialmente con este último, alternando ambos funciones como referencia en la zona.

Actualmente los Warriors sostienen el segundo mejor ataque y la mejor defensa de la NBA, según datos de la propia Liga de acuerdo a los índices de productividad. El rating ofensivo computa los puntos que anota un equipo cada 100 posesiones jugadas y el defensivo los puntos concedidos en ese mismo tramo. En definitiva, parámetros que muestran cómo de bien o mal atacan y defienden los equipos.

 DatoRating ofensivoRating defensivo
Dato global de GS112101
Con Green y Bell11993
Con Green, Durant y Bell11685

Conviene fijarse en qué sucede cuando Bell entra en contacto con los principales jugadores del frontcourt. Los datos colectivos, ya buenos, pasan a ser incluso mejores. De nuevo se reseña que la muestra no es elevada (70 minutos coincidiendo con Green, para 152 posesiones; y 26 minutos coincidiendo con Green y Durant, para 55 posesiones), pero los números han de ser tenidos en cuenta. Sobre todo de cara a ver su evolución.

Y es que de mantenerse los Warriors habrían podido encontrar otro registro nuevo en su obra: duplicar la fórmula defensiva de Green. En lugar de tener un híbrido atrás para el puesto de cinco, contar con dos. Y si bien el nivel actual de Bell no es ni mucho menos comparable al del vigente ‘Jugador Defensivo del Año’, sí lo es la tipología defensiva del jugador. Y es eso justamente lo vertebral para Golden State: ofrecer otro perfil que defienda del dos al cinco rival, acuda puntual a las ayudas y sea capaz de proteger el aro. Porque ese perfil de jugador es oro en la NBA actual.

Así llegamos al tercer punto clave. Bell es potencialmente un perfil ideal para la estructura de los Warriors, con un nivel lo suficientemente bueno como para adaptarse a ella y producir (ya lo está haciendo) pero un techo capaz de integrarla… también en momentos relevantes.

En ataque se completa el molde. Bell no posee rango de tiro alguno, pero es muy inteligente sin balón, bloquea bien y juega por encima del aro, cualidades que le hacen compatible con los tiradores que tiene al lado. Además, su papel como finalizador (75% de acierto en la zona restringida) es muy sólido.

Una muestra de su dinamismo ofensivo. A siete metros del aro pasa, finta el bloqueo a Durant y dos segundos más tarde firma el mate:

Al mismo tiempo, el peso creativo que le dotan los técnicos no es más que una prueba real, y en directo, de comprobar hasta dónde puede llegar. Si responde a ella, si se muestra fluido con el pase, el perfil sube su valor. Los Warriors demandan de sus interiores que sean capaces de pasar el balón desde poste alto, ver cortes de sus compañeros y aprovechar ventajas. Bell está progresando en ese apartado y, sin alcanzar la condición de generador o director, es un jugador que demuestra poder contribuir a una circulación de balón.

Es precisamente su capacidad de integrarse un rasgo de enorme valor para Golden State. Porque como perfil interior su versatilidad, actividad y tamaño ya ofrecen soluciones defensivas a tener en cuenta si se le requiere en pista. Pero su potencial progresión en el apartado pasador proyecta, junto a su poder como finalizador cerca del aro, otro elemento a sumar en ataque. Aunque sea como complemento y en un registro diferente.

Golden State no necesita que un novato acuda a su rescate. Por ello puede permitirse el lujo de formar un perfil particular que sí pueda resultar clave en un futuro a medio plazo, dándole peso progresivamente para adaptarlo. En este caso, resulta llamativo que precisamente uno de los objetivos más evidentes de cualquier Gerencia NBA actual, replicar el molde defensivo de Draymond Green (lo suficientemente dinámico en el perímetro y lo suficientemente efectivo cerca del aro), encuentre respuesta en los propios Warriors. Que al final ya cuentan con el original.

Bell, como Green, fue elegido en segunda ronda del último Draft. Fuera por completo de los focos. Pero quizás él, como Green, sea justo lo que los Warriors necesitan para seguir perfeccionando su obra.

De momento es sólo un secreto con controladas muestras de pista. Uno aún por revelar en plenitud. Pero un secreto lo suficientemente sugerente en esas muestras como para poder intuir que algo de más entidad se cuece en la Bahía. Y es que una vez hallado su quinteto de destrucción masiva, la Death Lineup, los Warriors no están trabajando más que en el paso definitivo: perpetuarlo logrando reproducir variantes de ese mismo formato.

Por eso Bell es, a su modo, la última gema en el equipo más brillante del mundo.


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