Andrew Wiggins ha declarado recientemente que se siente agradecido por el trato recibido durante su estancia en los Minnesota Timberwolves, franquicia que lo adquirió desde Cleveland Cavaliers poco después de ser seleccionado en la primera posición del draft de 2014.
«Lo pasé muy bien en Minnesota», afirmó el actual alero de los Golden State Warriors al medio Star Tribune. «¿Tenía… qué… 19 años cuando llegué? Todavía estaba creciendo entonces. Crecer para ser el hombre que soy hoy y siento que Minnesota me ayudó a moldearme. Ayudó a moldear el jugador que soy hoy. Me dieron una gran oportunidad. Estuve rodeado de grandes entrenadores y de grandes jugadores. Entonces, siento que mi tiempo allí estuvo bien.»
Por aquel entonces, Wiggins aterrizó en la franquicia con las altas expectativas de convertirse en la nueva cara de la franquicia tras el traspaso de Kevin Love rumbo a Ohio. Sin embargo, su estancia en la organización siguió unos derroteros mucho más cercanos a la frustración que al éxito.
El canadiense protagonizó una incremento en sus prestaciones durante sus primeros tres años antes de sufrir una caída en el cuarto. Así, su inconsistencia, falta de intensidad y su incapacidad para transformar su producción en victorias desencadenó en su traspaso a los Warriors a cambio de D’Angelo Russell.
Ahora, Wiggins ha arrancado el presente de curso yendo de menos a más coincidiendo con la tendencia general de los de la Bahía. Tras un comienzo muy gris y errático, los Warriors se han ido recomponiendo, aunque las últimas dos derrotas cosechadas los sitúan en la décima posición de la Conferencia Oeste con un balance neutral de ocho victorias y ocho derrotas. Por su parte, Wiggins está promediando 17,4 puntos, 5,0 rebotes, 2,4 asistencias y 1,6 tapones por encuentro, con un acierto en triples del 40,7%, holgadamente el registro más alto de su carrera.
(Fotografía de portada de Matthew Stockman/Getty Images)