Días antes de empezar la temporada regular, exactamente el 12 de octubre, Anthony Davis dejaba claro ante los medios que su obsesión desde ya era ganar. Con ese único objetivo en mente, los Pelicans abrían la campaña con un fantástico 4-0 mientras que su estrella se exhibía por las canchas a nivel All-Star. Todo iba sobre ruedas… hasta que llegó una inoportuna lesión.
Sin tratarse de un problema grave, Anthony se veía obligado a ausentase hasta tres partidos que le hacían perder el estado de forma óptimo. Los de Luisiana lo están sintiendo de la peor manera posible: cinco derrotas consecutivas para entrar en récord negativo. No es cuestión de alarmarse. Quedan por delante 73 partidos para definir dónde estarán. Sin embargo, Davis tiene claro que si quiere que la situación no se torne en tragedia debe jugar siempre a su mejor nivel.
«Por supuesto que sé que habrá mucha presión sobre mí para ganar partidos. Si perdemos, es por mí. Si ganamos le dan crédito al equipo y estoy de acuerdo con ello. Un ejemplo perfecto fue contra Warriors. No tengo un buen partido y perdemos. Entonces… Tengo que jugar casi perfecto todas las noches para poder ganar. Pero mis compañeros hacen un gran trabajo. Incluso en los partidos que no estuve, los chicos han estado luchando cada día para conseguir victorias. No trato de presionarme demasiado, pero sé que es algo que está ahí», señala a Chris Haynes de Yahoo! Sports.
Importancia vital
No es un secreto que los Pelicans dependen casi al cien por cien de lo que Anthony Davis haga en pista. Una simple ausencia de pocos partidos, como ha sido el caso, es prácticamente una tragedia. El equipo puede funcionar sin él, pero ganar los partidos, definirlos, es otra historia. Más claro. En lo que va de temporada New Orleans supera a sus rivales por 12,7 puntos por cada 100 posesiones con él en pista. Cuando está sentado pierden en esa misma estadística por 14,8 puntos… Toca tenerlo entre algodones.