Brandon Ingram, decidido a jugar el sexto partido pese a su maltrecha mano

En una de las cientos, o quizás miles, de acciones en las que Mikal Bridges logró frustrar el ataque de los Pelicans durante el quinto partido, Brandon Ingram acabó retorciéndose de dolor. El jugador de los de New Orleans había sufrido un duro golpe en el dedo anular de su mano derecha. Esto no le impidió continuar lo poco que restaba del encuentro. Pero observar la tablilla que portaba entre su dedo afectado y el meñique hizo saltar las alarmas en el encuentro postpartido con la prensa. Ante la preocupación general, el alero quitaba hierro al asunto. «Está bien, me he dado un buen golpe pero estaré bien [para el sexto partido]. Nada que un poco de tratamiento no pueda solucionar».

Los Pelicans vuelven este mismo jueves a New Orleans para tratar de empatar la serie. Quizás el carácter se lo impriman otros, pero Ingram está siendo la máxima constante del equipo en ataque a pesar de recibir atención defensiva especial por parte de los Suns. El jugador está promediando casi 30 puntos en la serie y no es casualidad que los dos partidos en los que ha bajado de la treintena hayan sido las dos derrotas más claras de su equipo. El pobre rendimiento de C.J. McCollum le está obligando a cargar con una gran carga ofensiva a las espaldas que está sobrellevando como nunca antes en su carrera. Dada la tesitura, una contusión en el dedo no le impedirá luchar por otorgarle a la serie un séptimo partido.

(Fotografía de portada de Christian Petersen/Getty Images)


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