Habrá quien no lo recuerde ya, pero antes de que Paul George fuese la estrella de Indiana Pacers, era él quien llevaba el peso de un equipo en el que entonces PG13 no pasaba de ser una promesa. Sí. Hablamos de Danny Granger. Un jugador cuya carrera fue truncada por la lesiones y que ahora entendería que su sucesor, George, cambiase de aires en busca del éxito.
«Le miras en esa conferencia de prensa (después de perder contra Cleveland) y ves en su cara la desilusión que siente, él quiere ganar. El dinero no hace feliz a todo el mundo, pero ganar y tener éxito en su trabajo… eso llena una vacío que muchos jugadores tienen. No puedes culparle si deja Indiana. Así te lo digo», expresa al periodista Bill Reiter de CBS.
¿Serían igual de comprensivos los aficionados de Indiana? Parece complicado. La franquicia de Indianapolis nunca ha ganado la NBA, pero siempre ha estado entre los equipos que como mínimo peleaban por entrar en playoffs. Prueba de ello es que de sus últimas 30 campañas en 24 estuvieron presentes en la postemporada. Así, dejar salir a su mejor podría ser visto como un paso atrás.
¿Futuro a cara o cruz?
Granger afirma que el dinero no será importante, pero peude que no cuente con la cláusula de ‘jugador designado’ que entró en vigor con el último convenio colectivo. Según ésta, si Paul George es seleccionado para alguno de los equipos All-NBA, Indiana estará en disposición de garantizarle unos 80 millones de dólares más que ninguna otra franquicia. En caso contrario, ver un traspaso antes de la siguiente campaña gana peso, ya que George habría asegurado a sus excompañeros que quiere jugar en Lakers, por lo que esperar a 2018, cuando será agente libre, supondría perderle casi con total seguridad a cambio de nada.